Capitulo 27

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Desperté sintiendo que me picaba, de hecho picaba mucho, pero no podía rascarme, porque aún tenía el parche del día anterior, por lo que me levanté un poco más temprano para poder hacer todo lo que Mike me pidió que hiciera para cuidar mi tatuaje.

Salí a la misma hora de siempre y como nunca, de hecho no recordaba la última vez que pasó, mi hermana camino conmigo al colegio, lo bueno es que cada uno ocupaba sus audífonos, solo sentí su mano tomar mi brazo al cruzar la calle y lo soltó cuando entramos al colegio, viendo como hasta más de algún profesor se dio vuelta para verla, al parecer no solo a mis compañeros les deslumbraba su belleza.

Entré al salón y Frank estaba apoyado en la mesa mientras veía su teléfono.

-Buenos días-lo asusté.

-Hola-susurró.

-¿Qué pasa contigo?

-Estoy cansado-se rascó el ojo-estuve jugando con tu estúpido regalo casi toda la noche.

-¿Entonces te gustó?-sonreí.

-Lo amé, pero Elena se fue un poco molesta porque no le tomé mucha atención desde que me lo entregaste.

-Doy gracias porque no se lo quedó Louis entonces-susurré-si no, tendría el mismo problema.

Él asintió y me comenzó a preguntar como tenía mi tatuaje, por lo que lo hice callar al ver como una de mis compañeras intentaba poner atención a lo que conversábamos, pero le dije que todo estaba bien, solo me picaba un poco.

A la hora de almuerzo tuve que volver a verlo, porque me molestaba, pero no tanto como antes y cuando me quedaba casi media para empezar el taller de pintura, solo caminé hasta este y le pedí a mi profesora favorita si podía esperar ahí.

Ella asintió y pasé los siguientes treinta minutos mensajeando con Louis sobre lo que pasó con Frank y sobre nuestra junta de esta noche, por lo que no me di cuenta cuando mis compañeros me rodeaban y tuve que comenzar a trabajar en algo nuevo.

La profesora sacó una escultura desde debajo de su escritorio, era más bien una mujer romana, con su típico cuerpo perfecto para la época, pero no debíamos pintarlo, si no que nos pasó mucha arcilla a cada uno y debíamos esculpirla, pero si no nos sentíamos cómodos haciéndola a ella, podíamos elegir al ya famoso David de Miguel ángel.

No me gustaba la idea de esculpir el cuerpo de una mujer, aunque lo encontrara magnifico, de hecho las mujeres eran magnificas, unas guerreras que nos traían al mundo, pero tocar su cuerpo no era mi pasatiempo favorito, por lo que fui el único del grupo que decidió hacer algo diferente y ni la señorita Méndez no se vio impresionada, ya que como siempre, yo era el bicho raro.

Cuando ya estaba encontrando la forma del cuerpo, ella se me acerco a mí y me dijo que encontraba que era un chico valiente, solo me dedique a escucharla porque no me gustaba debatir con profesores y ella siguió con su discurso de mí, siendo diferente.

Al fin terminó la clase y caminé con la mitad de la escultura bajo el brazo hasta casa, sintiendo unos pasos caminar detrás de mí, hasta que en un semáforo me alcanzo, sintiendo su brazo de nuevo enrollarse con el mío.

No entendía la repentina cercanía de Gemma, pero tampoco quería ser mal hermano, pero al igual que siempre, la ignoré.

Entré directo a mi habitación, mientras Gemma aún me gritaba desde el primer piso si quería comer algo antes de que llegara mamá, pero dije que no, que cuando tuviera hambre bajaría y que por favor no me molestara, por lo que puse mi trabajo a medio terminar en mi escritorio y después de imprimir casi diez fotos del David, me puse a trabajar, hasta que mi espalda dolió por tanto tiempo estar sentado.

Infracciones de amor {Larry Stylinson} [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora