Capítulo 15

297 30 8
                                    

Cuando estábamos a punto de llegar mi hermana me despertó. El móvil aún reproducía Sing, estaba en bucle, recordándome la despedida. El día perfecto, único, irrepetible e inolvidable.

− Ya hemos llegado – dice mi padre aparcando el coche. Yo le dedico una sonrisa y un leve asentimiento.

Mis tíos nos están esperando para ayudarnos con las maletas. Me hacía mucha ilusión el viaje, nos quedamos desde hoy hasta el lunes que volvemos, cuatro días para disfrutar de la familia. Cuando me bajo del coche me lanzo a los brazos de mi tío, que también es mi padrino.

− ¿Qué tal el viaje? – pregunta sin dejar de abrazarme.

− He venido dormida – digo triste o más bien nostálgica.

− ¿Y qué tal la visita a Cervera? – pregunta, pues aunque no comparta mi afición por las motos y él es del Barça, sabe que me hacía mucha ilusión.

− Ha sido alucinante – digo.

Me padrino, Isaac, acaba el abrazo y dice – Ni que hubieras conocido a los Márquez.

− Dejad de hablar y ven a aquí sobrina a darme un abrazo – dice mi tía, Tania.

− ¡Tía! – digo abrazándola.

− Luego me cuentas – me dice Isaac y me guiña un ojo.

Dejo las maletas en la habitación, yo me voy a dar una ducha y después bajamos a cenar. Cuando llegamos eran las diez pasadas, entre la ducho y sacar las cosas de la maleta ya son casi las once. No había comido nada desde la comida y después de hacer deporte yo tengo un hambre voraz. Mi tío me había preparado mi cena favorita, ¡es el mejor!

En la cena todo transcurre con normalidad, charlamos sobre el viaje, las típicas preguntas sobre las notas y los chicos, y yo enamorada de mi honda... Cuando acabamos de cenar ayudo a mi tío a recoger la mesa y le cuento mi día con los Márquez, él no me cree, así que le enseño las fotos, el video y las sudaderas que están aún dobladas dentro de la bolsa.

Estoy agotada así que decido irme a la cama pronto, antes de ponerme el pijama me pruebo las sudaderas y al sacarlas de la bolsa me percato de una nota que pone: Disfruta de la familia, mi fan número 93. Obviamente lo ha escrito Marc, en una de nuestras conversaciones se quejaba de que todo el mundo le decía que era su fan número 1, yo le dije que era su fan número 93. Él se rió y me preguntó el porqué, la respuesta es sencilla, para él es más importante el 93 que el 1 o lo había cambiado tras ganar el mundial, pero no lo hizo. Marc me concedió ser su fan número 93.

En cuento me tumbo en la cama, me quedo dormida. Estaba agotada, definitivamente hacer deporte es horrible. Estaba tan cansada que dormí como una marmota, una llamada a las doce del mediodía logró despertarme. Era un número desconocido.

− Dígame – respondo con la voz ronca, pues tengo la garganta seca.

− Hola, Clara. Soy Roser – se identifica.

− ¡Ah! Hola, Roser – comento algo más despierta.

− ¿No me digas que te he despertado? – dice.

− Sí, pero no pasa nada. Ya era hora de que me levantara – respondo.

− Te llamaba para decirte que los chicos me han pedido tu número, pero quería preguntare antes si quieres que se lo dé – dice Roser.

− Bueno... la verdad es que prefiero que no se lo des –digo con tristeza en la voz.

− Mamá, ¿qué dice? – oigo preguntar a Marc.

− Pues si es lo que tú quieres, no se hable más – dice Roser – Así aprenden que no todo el mundo les va a consentir y así me ayudas a mantenerlos con los pies en la tierra – añade.

− Gracias – digo. Oigo a Marc hablándole a Roser.

− Marc dice que si quieres hablar con él – me explica Roser.

− Pásamele – digo no muy convencida.

− Hola – dice Marc.

− Hola – saludo desganada.

− ¿Qué te pasa? ¿Está todo bien? – pregunta preocupado.

− Sí, es solo que me acabáis de despertar – miento, pues no es solo eso.

− ¿Po qué no quieres darnos tú numero? Si me vieras sabrías que estoy haciendo un puchero – dice, por el todo de su voz creo que está sonriendo.

Me río – Es algo que te debes ganar – le respondo.

− Eres malvada – dice riñéndome.

Yo me río nuevamente y le digo – Alguien debe mantenerte con los pies en la tierra.

− Touché – responde riendo.

− Yo no le doy mi número a cualquiera – digo picándole.

− Claro, yo soy alguien. Soy Marc Márquez – responde chuleándose.

− No te hagas el chulo – digo – No es mi culpa si tú le das tu dirección a cualquiera – añado yo chuleándome.

− En realidad es la casa de mis padres y Alex, no sé si sabes que me he emancipado y tengo mi propia casa en Andorra – dice serio.

− Lo sé. Recuerdo la movida que se montó. Aunque la verdad tampoco tiene mucho sentido, sobretodo la gente que te criticaba y defendían a Lorenzo y Pedrosa cuando ambos también cotizan fuera de España – digo. Se oye a Alex decir algo que no logro entender.

− Hola – dice Alex.

− ¡Dame el teléfono! – le exige Marc.

− Para ninguno de los dos, devolvedme el móvil – le ordena Roser y me dice – Disculpa a mis hijo, a veces creo que nunca madurarán.

− No pasa nada, bueno, debería bajar a desayunar...− empiezo a decir.

− No te preocupes, guardaré tu número a buen recaudo – dice Roser.

− Gracias y dile a Alex que esté tranquilo que lo me olvido de las figuritas. Adiós – digo.

− Se lo diré, adiós – se despide Roser. Y cuelgo.



<><><><><>

Siento haber tardado tanto en actualizar, estuve estudiando para la PAU y en el viaje de fin de curso.

Espero que os gustase el capítulo, si es así, no olvidéis darle a la estrellita.

Instagram: milesdelibros

Correo: milesdelibros@hotmail.com

Blog: https://1000librosblog.blogspot.com.es/



Cómo conocí a mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora