Treinta y cinco: La recuperación.

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Al fin estoy en casa, en mi cama, cuánto lo deseaba, estaba harta de estar metida en esas cuatro paredes blancas y ese ambiente tan triste pero aún así no hay nada que me quite el miedo a pensar, pensar si puedo morir, sí, seré una tremendista pero a saber lo que pudo pasar aquella noche, me culpo de no haberme dado cuenta y por no haberle pegado un puñetazo a ese imbécil, bueno de imbécil nada, seguro que tenía mucha más fuerza que yo. Esto también me hace pensar en Pablo, si hubiera estado con él nada de esto habría pasado.
*Suena el timbre de la puerta*
- Valeeeeeee, ve tú por favor.
No contesta nadie y el timbre vuelve a sonar, bajo las escaleras y abro la puerta.
- Señorita Paula, somos agentes de policía, estamos investigando su caso podemos entrar para hacerle unas preguntas.
- Sí, sí, claro, pasen.
Detrás estaba Pablo, pero el verlo me impacta, tiene muy mala cara, lo dejo pasar. Me dirijo hacia el salón, no puedo estar tanto de pie. Las mil y un preguntas comienzan, realmente no sirven de nada, sólo me ponen peor, el pensar todo lo ocurrido y el no acordarme de muchas cosas me pone más nerviosa todavía. Finalmente los agentes se marchan de mi casa, miro el reloj y son las 14:00, me extraña que mis padres aún no hayan llegado, por lo que los llamo y mi madre me comunica que les ha sido imposible volver por lo que han llamado a Pablo para que me cuide, algo que me cabrea mucho ya que saben que no estoy con él, pero...a todo esto ¡dónde está Pablo! Subo a mi habitación y me lo encuentro tirado en la cama durmiendo, lo despierto y el se levanta de un impulso.
- Túmbate Paula, túmbate, oh dios no puede ser me he quedado dormido.
+ Tranquilo Pablo, no importa.- le digo mientras me tumbo en la cama
Pablo coge la silla de mi escritorio y se sienta, se queda mirándome y cada vez su cara me preocupa más, parece que no ha dormido a penas.
- ¿Pablo te pasa algo?.- le digo con preocupación.
+ No, no es nada Paula.
- Pablo no me engañes, sé que no has dormido bien, esa cara te delata y encima te he encontrado durmiendo en mi cama.- le cojo la mano.- Dime, qué te pasa.
Una lágrima recorre su cara.
+ Paula, soy un imbécil, no quiero verte porque me duele todo lo que te he hecho en este tiempo, me he portado fatal contigo, te he dejado y ahora para colmo, por mi culpa estás así, nunca debí dejarte sola, nunca y ahora me arrepiento más que nunca, por eso cuando tu madre me ha pedido que te cuidase, he venido a pesar de no haber dormido a penas, porque necesito recompensar de alguna manera todo el daño que te he provocado.
Me inclino y le seco las lágrimas, le elevo la cara y la pongo frente a la mía.
- Tú no tienes la culpa de nada, las cosas pasan por algo, así que deja de culparte por ello, yo te quiero como el primer día, me has hecho daño, por supuesto pero entiendo por lo que lo hiciste, yo también me porté mal y te hice que lo pasases mal, ambos hemos tenido la culpa, no lo hemos hecho bien pero para eso estamos, para rectificar nuestros errores, quiero ser feliz de una vez contigo, estoy harta de que el mundo nos lo ponga tan difícil.

Dos días más tarde:
Son las ocho de la tarde, acabo de recoger los resultados de las pruebas y sí, menos mal, todo está en orden, tanto tiempo en reposo para prevenir y al final no ha sido nada ¡que felicidad!
Me dirijo hacia mi casa, Pablo me recoge a las 9 y media, quiere hablar conmigo esta noche según él, me va a proponer algo que me va a gustar mucho y la verdad que yo estoy ansiosa por saber eso que tanto me va a gustar.
Entro a casa y noto que he pisado algo, miro mis pies y hay un papel en el suelo, me parece muy raro esto, si alguien quiere dejar una carta para algo existe el buzón, quizás sea algo importante, me agacho, la cojo y la abro.

"Ahora vuelves a estar en perfectas condiciones, ten cuidado porque quizás te vuelva a pasar pero si no quieres que eso ocurra, deja de darle más pistas a la policía, familia y amigos sobre lo que ocurrió esa noche y sobretodo no le cuentes nada de esto a Pablo. Feliz noche."

La carta cae ante mis pies, estoy metida en un serio problema.

Persiguiendo un sueño llamado éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora