Treinta y seis: ¡Adiós!

27 2 0
                                    

Pablo llega a casa para recogerme a las nueve y media justas, me monto en el coche y me lleva a mi restaurante favorito, donde hacen la mejor lasaña del mundo, ahora mismo estoy tan feliz como una niña pequeña pero eso sí, nada me quita de la cabeza lo que debo mantener en silencio, tengo ganas de soltarlo todo por la boca, este graciosillo no me pinta nada bien y creo que me va a amargar la vida a partir de ahora.
- Paula, te pasa algo, estás muy distraída.- dice Pablo preocupado.
+ No Pablo tranquilo, es que ahora mismo estoy en shock con tanta felicidad.
- Me alegra que estés feliz, no sabes cuánto.- dice esbozando una sonrisa en su rostro.
Salimos del restaurante y Pablo aún no me ha dicho nada sobre su propuesta esa que tanto me iba a gustar, que extraño.
- Paula, quiero llevarte a nuestra playa, necesito hablar contigo.
"Nuestra playa" es una playa en la que no hay nadie por la noche y a la que nosotros siempre íbamos cuando queríamos estar solos sin nada que nos molestase, algo muy importante tiene que soltar por esa boca.
+ Claro, como quieras, no tengo prisa para llegar a casa.
Ni tampoco ganas estoy muerta de miedo desde lo ocurrido, pienso en mi cabeza.
Nos dirigimos hacia la playa y por el camino Pablo me coge de la mano, la verdad que yo me moría de ganas de cogerle la mano anteriormente pero aún somos amigos. Al llegar a nuestro lugar, nos sentamos sobre la arena y Pablo se pone serio.
- Paula quiero proponerte esto porque creo que es una necesidad, si tú finalmente no quieres seguir con la propuesta, me lo dices y nos olvidamos de esta conversación.
+ Estoy de acuerdo.
Me está poniendo demasiado nerviosa, que querrá decirme para ser tan serio.
- Me encantaría que nos fuéramos los dos a vivir a Francia, fuera de los problemas que nos está trayendo el estar aquí, de hecho creo que necesitas olvidar este sitio para no pensar en lo ocurrido y llegar a hundirte en esto, ahora quiero que me digas que te parece mi propuesta.
+ Ay dios Pablo, no me esperaba esto.- digo sorprendida.- Pero creo que tengo que pensarlo un tiempo, es una difícil decisión.
- Lo comprendo totalmente.
+ Pero Pablo, quiero saber qué sería de nosotros si nos marchamos allí.
- Pues muy sencillo, yo por ahora estoy preparando el disco por lo que estaría allí encerrado componiendo, después tendríamos que irnos a Madrid cuando esté grabándolo pero eso sólo será temporal y mientras tanto tú puedes seguir estudiando o si quieres puedes trabajar, como tú desees Paula, esto sólo lo hago por tí, porque te veo mal, aunque eso sí, sabes que Málaga no va a ser inexistente de repente de ve, en cuando tenemos que venir, sobre todo por nuestras familias.
+ Vale Pablo, me lo pensaré y mañana te daré una contestación.
- Me parece genial.
Cambiamos de tema y hablamos de todo el tiempo que no hemos estado juntos y la verdad, me reí mucho con algunas anécdotas que me contaba Pablo con sus amigos. Tras eso le propuse a Pablo que durmiera en casa, tenía mucho miedo de que pasase algo por lo que aceptó y a las tres de la mañana llegamos a mi casa, Pablo durmió conmigo en la cama pero sólo seguimos siendo amigos aunque algunas veces, no lo parezca.
Son las cinco de la mañana y aún no me he dormido, no paro de dar vueltas en la cama y de pensar aceptar o no la propuesta de Pablo, lo haría debido al miedo que me está produciendo todo esto pero quizás me esté equivocando ya que luego tenemos que estar en Madrid y la verdad que es todo un lío, tampoco entiendo el por qué Francia y no Madrid o Barcelona, es todo muy difícil.

----
¡Atención, este no es el último capítulo de la historia!

Persiguiendo un sueño llamado éxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora