Ceguera

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"La felicidad "

Están cortó el amor y tan largó el olvido
Anomino

"Ceguera"

Pan se aferró a él, no segura de lo que pasaba, con miedo, de nuevo el miedo la invadía

- ¡Trunks mis ojos!, me duelen... -Dijo, y después salió de sus labios un grito que le desgarró el alma al hijo de Vegeta.

Ambos conocían ahora el significado de la palabra dolor.

Trunks, quien la mantenía aun en su regazo la miró con detenimiento, al parecer no tenía heridas físicas graves, pero mantenía sus párpados apretados y tenía un semblante de terror.

-Pan, pequeña tranquilízate. -Decía el saiyajin mientras la acercaba más contra él. Trunks no entendía lo que estaba pasando, no entendía lo que Pan sentía en estos momentos y mucho menos lo que estaba por venir.

Pan gimoteaba, intranquila. Sentía un ardor terrible en sus ojos, era como diez veces mayor al que la gente siente cuando una sustancia intrusa como el jabón entra en sus ojos... A ese dolor le sumaba la desesperación que sentía. De pronto todo le dio vueltas: La pelea, su padre, Goten y Bra, sus ojos y ahora Trunks; el dolor no le dejaba pensar con claridad, pero no entendía que hacía él ahí, aunque de cierto
modo le tranquilizaba, le hacía sentir segura.

Se aferró más a Trunks aun sin poder verlo, y es que en sus ojos había quedado dolorosamente grabado aquel resplandor blanco, propio del ataque que aquella creatura le lanzó. Ni siquiera pudo escuchar lo que Trunks le decía, y es que ese ardor en sus ojos continuó incrementándose al punto que sintió que se incendiaban. Había soportado más que un humano normal, pero al final su cuerpo cedió al dolor y se desmayó.

El saiyajin la llamó, alarmado. Con desesperación, colocó su mano temblorosa sobre el pecho de Pan.

Tuvo el alivio más grande de toda su vida sentir como palpitaba el corazón de la chica, su corazón y su respiración aun estaban ahí, extremosamente rápidos, pero vivos. Una pequeña lágrima se le escapó y con ello una verdad lo invadió, ahora lo sabía: ¡no lo soportaría!, jamás soportaría que ese corazón dejara de latir y esos pulmones de respirar. Nunca podría vivir en un mundo donde le arrebatasen la vida a Pan. Y aun teniéndola segura entre sus brazos, el terror de perderla seguía presente en cada centímetro de su cuerpo.

Se encontraba desconcertado, no sabía qué hacer, ¿despertarla?, ¿dejarla inconsciente?, seguro que necesitaba descansar... y así, en medio de dudas y temores, emprendió el vuelo, con cuidado, como si tuviera entre sus brazos una muñeca hecha de la más frágil porcelana; llevándola hacía el único hogar conocido por él: la Corporación Cápsula.

Parvadas enteras salían volando, huían asustados de las explosiones.

El lugar que antes era un bosque en plenitud, ahora se encontraba totalmente destruido. El fuego era el nuevo amo de esos terrenos y donde antes hubo verde, ahora el naranja imperaba, abrasando todo a su paso.

Eran dos bandos, quienes se enfrentaban con puños, patadas y una serie de maniobras que a los ojos de cualquiera parecerían simples ilusiones ópticas o trucos. Hacía ellos, un hombre se acercaba y no precisamente a pie, más bien lo hacía: volando.

-Vaya, yo creí que serían más rápidos, pero para ser saiyans dejan mucho que desear. -Fueron sus palabras al llegar al campo de batalla.

A Ciegas|| Trunks x pan ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora