Capítulo XVII: Estruendo Y Circunstancia

827 39 82
                                    

— ¡Estamos en casa! —grito al entrar a nuestro hogar.

No hay respuesta, me alegro. Le dije a Midori y a Ren que no nos esperaran despiertos. Deben estar en modo suspensión en mi habitación.

Escucho a Noiz suspirar a mis espaldas. No ha dicho una palabra en todo el camino... mejor dicho, desde que Theo y yo volvimos de la cuarta sala. Pobre Noiz, debería reconfortarlo.

— ¡Woah! —Noiz toma mi mano y me hace girarme a él. Mierda, huele a alcohol y está tambaleándose.

Mierda.

Tropieza con sus propios pies y nos hace caer de bruces contra el sofá.

Mierda. Mierda.

La caja que Theo me dio sale volando y cae en el suelo.

¡Puta mierda!

— ¡Noiz! —Me retuerzo intentando salir de su agarre y alcanzar la caja. Pero él me sostiene antes de hacerlo.

— Theo te dio esa preciada caja tuya —Sus palabras chocan una contra otra— ¿qué es?

— Aún no lo sé. Oh, no te lo dije; es nuestra.

— Mmheh...

Desternilla y se acerca a mi cuello. Contengo el aliento.

— Hg... Noiz.

¿Cuántas bebió? Cuando llegamos, había dos mesas cuadradas con los ocho primos, y Noiz sentado. Cuando llegué ya estaba en la quinta copa. Al menos no abrió la boca, así nadie se enteró.

— Estas ebrio, ¿Cuántas bebiste?

— Mmm... casi nada —canturrea.

En el mundo hay dos clases de borrachos; los agresivos y los felices. Y hoy voy a descubrir en qué categoría entra Noiz. Debe estar furioso.

Tengo que escapar de esta antes de que sea demasiado tarde.

— ¿Crees que es gracioso? —Se le oscurece la cara—. Lo que pasó hace rato.

Oh, maldición.

— Oye, Noiz tranquilo, no estás pensando bien.

— Eres un idiota —suelta.

Abro los ojos. 

— ¡Oye...!

— Vas a aprender ¿me entiendes?

Noiz desliza los brazos debajo de mí y me levanta. Pataleo, protesto, me retuerzo pero no voy a lograr nada más que caer. Noiz ahora es torpe, ni siquiera está sosteniéndome fuerte.

Decido aferrarme fuerte de su cuello.

— Noiz, bájame.

— No, iremos a tu habitación.

— ¡No, Ren y Midori están ahí!

Noiz cambia de rumbo a su pieza, cuando lo hace casi me hace golpearme con el marco de la puerta.

La puerta se abre en automático, él la cierra con el tobillo y me proyecta a la cama. Ruedo hasta que llego a las almohadas.

— Oye, Noiz...

Torpemente se quita el saco y la corbata, maldice un par de veces cuando no logra deshacer el nudo. Y cuando va por la camisa no hace más que rasgarla.

— ¡Noiz! —ahogo un grito.

Ya se salió de control.

— Sólo...cállate.

LÄRM- NoiAo DMMd [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora