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Narra Dan

Azul, azul, azul.

Todo me recuerda a las dos joyas marinas que tenía Phil como ojos.

Si te acercabas lo suficiente podías ver que era un azul tan pálido que parecía un fantasma. Alguien sin vida, que le arrebataron el alma y las ganas de vivir.

Pero con esa luminosa sonrisa que tenía podía dar vida hasta al Mar Muerto.

Y si hablamos de su risa podemos comparar su sonido con el concierto de Beethoven más increíble.

Su tono de voz son violines tocados por las más bellas criaturas que te puedas imaginar.

Pero eso ya no existe. Lo único que puedo escuchar ahora es una burla, una ofensa a su inocente personalidad.

Y aunque me mude de Londres a la antigua casa de mi padre en Doncaster, en mi cabeza va a seguir existiendo ese Phil Lester vivo.

Hasta que me intente matar. Como pasó esta mañana al levantarme.

Morning

Dan se disponía a hacerse el desayuno, preparó el café que tanto necesita para mantener los 5 sentidos activos y al buscar la cuchara suspiró.

- ¡Phil! ¿Tú sabes dónd....- Paró de llamarle al darse cuenta de la realidad. Estaba solo.

Más solo que nunca. Sin poder hablarle ni mirarle. Y lo que más le entristecía, nunca poder hacerle reír más.

Porque la sonrisa de Phil es lo que le daba vida a Dan. Irónicamente, él no estaba muerto.

Se agachó para buscar una cuchara en los cajones más bajos y escuchó el sonido de algo metálico.

Miró hacia arriba y vio todos los cuchillos que tenía clavados en los armarios de madera, donde antes se encontraba su cabeza.

PhantomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora