9. El lugar al que pertences

101 32 24
                                    


"El miedo nos hace sentir vivos. Pero también nos obliga a hacer cosas que nunca creímos posibles"

-Elliot-

Hesper tenia ahora la lampara en sus manos, esperaba la señal de su compañero para encenderla a la hora de atacar, hacerlo en medio de la obscuridad no les ayudaría de nada. Se estaba muriendo de miedo, sus piernas temblaban y se le dificultaba respirar correctamente. Aun cuando trataba de hacerse el fuerte para no echarlo todo a perder, se notaba en su mirada que no estaba listo para algo así.

Esos últimos segundos se hicieron eternos para Elliot. Se mantenía pegado contra la pared, sujetando el cuchillo entre sus dedos con todas sus fuerzas, sudaba a chorros y la adrenalina corría por todo su sistema, era la situación más tensa de su vida. Jamás se había planteado antes el atacar a alguien con un instrumento de cocina, sin embargo lo complicado de la situación bien lo justificaba. Estaba luchando por sobrevivir.

El sonido de los pasos de Rosco se intensificó poco a poco, mezclándose con el de la respiración agitada de los chicos, cada vez estaba más cerca. Cuando cruzo al fin por la puerta, Elliot supo que no había vuelta atrás.

-¡Ahora!- Exclamó en un grito de batalla para darse valor a si mismo. Casi al instante Hesper encendió la linterna en dirección a la entrada para volver a revelar al Rosco sombrío. Era más aterrador de cerca. Tenia la cabeza totalmente ladeada sobre su hombro y la boca abierta en una mueca exagerada mientras emitía una especie de quejido en voz baja.

Elliot se lanzó al ataque sobre él con el cuchillo en mano, directamente al pecho. Rosco ni siquiera hizo por moverse, en su lugar empezó a reír como un desquiciado cuando el cuchillo y la mano del chico lo atravesaron por completo. Estaba hecho de humo.

Hesper se congeló mirando la escena al igual que su compañero. Fue casi como si el tiempo se hubiera detenido por unos segundos y lo único que fluyera a través de él fuera la macabra risa de aquella figura apenas definida frente a ellos.

Cuando la burla cesó, Rosco levantó su arma a la altura de la cabeza de Elliot.

Varias cosas sucedieron a continuación, todas demasiado rápido. Primero un estruendo resonó afuera de la casa provocando que Rosco se distrajera un poco, después Hesper se lanzó sobre Elliot para derribarlo al suelo en un intento por salvarlo de ser alcanzado por una bala. Por último el arma de Rosco se disparó y un grito terminó con ambos chicos en el suelo.

Elliot podía jurar que el disparo había alcanzado a Hesper, aún cuando todo había sido muy rápido creía haber visto claramente como la bala lo atravesaba, escucharlo gritar antes de caer no hacía más que confirmar sus sospechas. Sin embargo toda idea de quedarse solo en ese intento por escapar se desvaneció cuando lo vio tomarlo por el brazo y levantarse a toda velocidad. De inmediato lo imitó y ambos huyeron hacia la puerta trasera que afortunadamente estaba abierta. Rosco no los siguió.

Ninguno de los dos paró de correr una vez estuvieron fuera de la casa en el bosque. Nadie dijo nada, solo continuaron su camino a toda velocidad entre los arboles, guiados por el limitado campo de luz que su linterna brindaba. Pasado un rato, Elliot sintió que su cuerpo estaba apunto de rendirse, un dolor en las piernas y la dificultad para seguir respirando lo obligaron a detenerse y recargarse en uno de los arboles.

Hesper se detuvo también y se aproximó hasta donde estaba su compañero para descansar un poco.

-¿Estás bien? - Elliot preguntó al fin cuando sus pulmones le autorizaron a hablar una vez más.

-Si, estuvo muy cerca - Hesper sonaba bastante abatido por el cansancio, pero aún más que eso, había algo en su mirada que demostraba lo preocupado que estaba por dentro, como si presintiera que algo malo fuera a ocurrir aquella noche. No mostraba ningún signo de felicidad por haber escapado de la casa.

-Oye...gracias. Ya sabes, por salvarme y eso -, Elliot no era muy bueno con las palabras amables, le costaba trabajo hacer cosas como agradecer y pedir perdón -, Por un momento pensé que esa cosa te había disparado, me alegro de que no fuera así -.

Hesper se limitó a negar con la cabeza y después hizo una señal para continuar avanzando.

Debieron haber pasado cerca de media hora caminando por el bosque, sin ver ningún rastro de salida, manteniéndose en una sola dirección para no perder el rumbo mientras intentaban ser positivos y pacientes. El frío se intensificó a medida que el tiempo pasaba y resultaba difícil mantener el paso rápido cuando todo su cuerpo temblaba sin control alguno en protesta de que el ambiente le estaba afectando.

En el trayecto tampoco hubo mucha conversación entre ambos chicos, pues según Hesper, era mejor mantenerse en silencio para no ser detectados y aunque la medida parecía un poco exagerada, ambos acordaron seguirla hasta encontrar una salida.

Mientras caminaba, Elliot no dejaba de pensar en lo loca que se había vuelto su vida en solo un día, todo lo que había tenido que pasar para escapar de la casita del terror de Rosco y Gloria, pero lo que más hacia ruido en su mente, era que se había demostrado a si mismo tener el suficiente valor para poner su vida en peligro y hacer lo que fuera necesario para salir de sus problemas, esa satisfacción le duraría por mucho tiempo.

El sonido de las rodillas de Hesper impactando contra el suelo rompió el silencio del bosque. El chico inclino la cabeza hasta el suelo cerca de un barranco y comenzó a llorar desconsoladamente. Más que eso, como un niño pequeño cuando no consigue hacerse con algo que desea y busca llamar la atención de sus padres.

-Te lo dije Elliot, ¡Te lo dije! – Hesper repetía una y otra vez sin levantarse del piso pero Elliot no acababa de comprender qué era lo que sucedía hasta que se acercó para mirar. Ahí, a unos metros de distancia se veía una luz en el bosque, cuando se dio cuenta de lo que era todas sus esperanzas se vinieron abajo de golpe. Era la luz de la entrada a la casa de Rosco y Gloria.

Aquello era imposible, es decir, para empezar ni siquiera recordaba que hubiese un barranco cerca de la casa. Algo muy extraño estaba sucediendo y nada parecía tener sentido en esos momentos. Las advertencias de su compañero empezaron a rebotar en su cerebro. Todo era verdad

-La casa se mueve, nos sigue, jamás van a dejar que nos vayamos, ¡Estamos perdidos! - Esta vez Hesper sonaba desesperado, asustado y apunto de perder la cabeza, no dejaba de golpear el suelo con los puños como si quisiera desquitar toda su furia con él.

Elliot no sabia que decir, se negaba a creer que aquello fuera cierto, que todo lo que Hesper había mencionado antes fuera verdad, ¿Cómo podría pelear contra algo de semejante magnitud?, Ahora comenzaba a darse cuenta de las razones por las que Hesper se había dado por vencido.


-Ni la casa ni nosotros vamos a dejar que escapen panquecitos, este es el lugar al que pertenecen – Una voz similar a la del Rosco sombrío sonó justo detrás de ellos. Cuando Elliot se giró para mirar se encontró con la versión sombría de Gloria, esta sostenía un machete en la mano derecha y sonreía de manera desconcertante. Posaba sus ojos escarlata fijamente hacía los chicos, lista para atacar.

Riptide: Noches de sueño tardío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora