20. La chica y el tonto

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"Supe en ese momento que aquella sería mi única salida de ese grupo de locos homicidas. Hice lo que hice en parte porque vi una ruta de escape, pero también porque era lo correcto".

-Tokyo-

Riddle se llevó la mano a la cabeza para calmar el dolor del impacto. Con la vista nublada y el cuerpo entumecido, se puso de pie apoyándose de la pared en la que acababa de estrellarse. Poco a poco la escena se fue volviendo nítida, acompañada de sonidos estridentes.

Arista y Rubik disparaban una y otra vez en contra del demonio sin lograr dañarlo en absoluto. Sus balas simplemente atravesaban su piel putrefacta y salían del otro lado para luego chocar contra la pared detrás de él. Por su parte, Tokyo se ocultaba debajo de una mesa observando la pelea con los ojos abiertos como platos.

-¡Esto no está funcionando! - Dijo Rubik justo antes de ser despedida por los aires tras recibir un impacto directo y poderoso del brazo del monstruoso ente. Perdió el conocimiento casi al instante que tocó el piso.

-¡Riddle!,¡Ponte de pie maldita sea! - Arista sonaba muy consternada. Se estaba quedando sin opciones e incluso dentro de su mente ya estaba ideando alguna distracción para escapar del lugar abandonado a su esposo y sus aliados. No importaba de quién se tratase, para ella su vida siempre iba primero.

El hombre al fin comenzó a sentirse en sus cinco sentidos, entonces supo que tenía que hacer algo al respecto o de lo contrario todos acabarían muertos. Una vez más había subestimado a su enemigo y se había hundido hasta el fondo en su trampa mortal.

-¡Tokyo!, ¡La maleta! - Gritó llamando la atención del joven que aunque estaba muriendo de miedo, encontró fuerzas para tomar la mochila y enviarla deslizándose por el suelo en su dirección.

Riddle la abrió de inmediato y empezó a hurgar entre sus pertenencias con desesperación. Nada parecía ser lo adecuado para tratar con una amenaza de esa magnitud, no se había preparado lo suficiente porque jamás creyó que enfrentarían algo tan fuerte en ese lugar. Al cabo de unos segundos, se encontró con algo que podría darles una oportunidad de escapar: una botella pequeña de vidrio con un líquido naranja en su interior.

-¡Alejate de mi! - Tokyo empezó a gritar con voz asustada y chillona cuando el demonio notó su presencia debajo de la mesa y caminó en su dirección. Este se agachó y para el chico fue como ver su peor pesadilla directamente a los ojos, en un plano donde podía hacerle mucho daño de verdad. Aquella aberración de la naturaleza era como si un enorme y poderoso toro se hubiese fusionado con un humano y un mar de brea para crear a una de las criaturas más horribles que alguna vez había visto.

-¡Oye, imbecil! - Riddle consiguió llamar la atención del monstruo y justo cuando éste giró la cabeza para mirarlo, vació el contenido de la botella directamente en su rostro -. Tragate esto -.

El ser retrocedió de inmediaro inciciando una rafaga de gritos y sonidos estridentes que salían con fuerza por su boca mientras se cubría la cara con ambas manos. Tokyo aprovechó el momento y salio de su escondite a gatas en un ridiculo intento por no parecer demasiado patetico.

Riddle fue entonces al ventanal más cercano, extrajo una especie de arma con un gancho al frente. Apuntó a una de las casas al otro lado de la calle y con un tiro perfecto logró crear un puente hecho por una soga ultra reforzada entre ambas construcciones. Aseguró el extremo de su lado y luego hizo una señal a sus compañeros para que lo siguieran.

-¡Rápido!, El efecto no dura mucho – Dijo mientras se colgaba la mochila al hombro.

-¿Que hay de Rubik? - No era que fuese la persona favorita de Tokyo, sin embargo no sentía que fuese lo correcto dejarla en el edificio.

-Está perdida. Puedes tratar de salvarla y morir en el intento o venir con nosotros y salvar tu estúpido trasero – Arista no dudo ni un solo segundo, fue hasta donde su esposo y ambos salieron por la ventana colgándose de la soga con una técnica totalmente dominada. Al poco tiempo estuvieron a salvo del otro lado de la calle, listos para largarse de ahí tan pronto como pudieran.

El joven se quedó pensativo por un segundo. No quería abandonar a la chica inconsciente con un demonio de dos metros y medio que tenía problemas de control de ira. Dio un salto involuntario cuando escuchó el sonido de una pared derrumbarse por un golpe del enemigo aun aturdido. Entonces supo que era el momento de hacer lo correcto.

Corrió en dirección a Rubik, la levantó del brazo como pudo y colgandosela en la espalda, empezó a caminar en dirección a la salida principal. Su compañera era mucho más pesada de lo que parecía, además el hecho de que él no era muy fuerte tampoco ayudaba mucho. Una vez en las escaleras, comenzó su descenso a paso lento pero seguro. Detrás podía seguir escuchando los lamentos del demonio que a cada piso que bajaban iban perdiendo intensidad.

Sintió un enorme alivio cuando al fin llegaron hasta la planta baja, sin embargo la enorme sonrisa en su rostro se desvaneció de inmediato cuando pudo ver que afuera del edificio, una multitud de sombras se acercaba amenazante haciendo todo tipo de sonidos extraños. Por un momento titubeó sobre si debía seguir intentando salvar a su compañera, despues de todo ella nunca había dado una muestra de gratitud por todo lo que él hacía.

Sacudió la cabeza y se despejó de ideas que no quería tener. Era un delincuente informático, no un asesino, menos no un traidor. Miró a su alrededor en busca de una salida alternativa pero no vio nada que pudiera servirle.

Totalmente desarmado y con el tiempo en su contra, encontró su único escondite en el interior de un viejo armario de conserje. 

Riptide: Noches de sueño tardío.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora