Autobus negro.

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~EMMA~

¿Quién fue la persona que decidió que los autobuses deberían ser verdes o rojos? Son horribles. Además desde mi punto de vista no destacan tanto y da mejor imagen y mayor limpieza el color azul. Y para colmo Peter dice que esos colores estan bien.

No sé como llegamos a ese tema, pero yo estaba en contra de su opinión. Creo que lo peor fue cuando Mati dijo que los prefiría negros. NEGRO. Cualquier persona creerá que soy una paranoica, pero no puedo evitarlo.

Despues de nuestra "absurda" discusión, apareció Sofi. No sé que pensaba Leo acerca de esto, pero me da igual. Sigo pensando que los autobuses deberían ser azules.

A ver, Sofi, de lo poco que la conozco, no me cae bien. Sé que es demasiado arrogante y superficial con todo el mundo. También sé que lleva un par de semanas sola y me da algo de pena. Bueno, no mucha.

Ella ha provocado miles de veces eso con muchas personas. Una de ellas mi mejor amiga. Y, por lo menos yo, por ahora no seré agradable o cercana con ella. Cuanto menos contacto con ella, mejor.

Ahora buscaba al causante de que Sofi hubiese llorado. Es mi mejor amigo, pero es demasiado impulsivo y a veces se pasa de la raya. No sé que paso al día siguiente de que él se llevara a la rubia para que no durmiera en la calle. No me lo quiere contar. Seguro que montaron la de Dios con el mal genio que tienen ambos.

Iba por las pistas de baloncesto y al otro lado de la valla, a las afueras del instituto... Vi un autobus negro. Sí, no me equivoqué que los autobuses negros daban aspecto siniestro. Me quedé mirando la empresa y su logotipo que era de una especie de aguila plateada. Parecía que el autobus fuera sacado de alguna mafia o algo.

Salí de mi trance y giré la cabeza hacia la derecha. Allí estaba. Sentado en el banco con su chaqueta negra abrochada hasta arriba y recostado. Estaba viendo un partido de baloncesto.

Sin pensarlo dos veces, con pasos decididos, me dirigí al banco y me senté a su lado.

Todavía conservaba su cara de enfado, pero ya no estaba tan rojo. Su flequillo negro ya sobrepasaba la nariz y el resto de pelo ya había crecido bastante. Debería cortarse el pelo. Creo que no soy la única que lo piensa y tarde o temprano alguien le tendrá que decir que su pinta gótico cada vez le favorecía menos.

-Pues se ha quedado buen día.-solté para relajar un poco la situación.

Estúpida yo. Hacía un frío de la leche y cada vez el viento era más fuerte. En fin, a veces pienso que Peter tiene una enfermedad de estupidez y me está contagiando a mí.

Giró su rostro y su cara de enfado se fue para enarcar una ceja. Yo sonreí como si fuese una niña pequeña. Se cambió su postura para sentarse correctamente y nos miramos a los ojos. Sinceramente, sus ojos azules grisáceos eran preciosos. Daban ganas de perderse en ellos, pero yo ya me perdía sola en unos verdosos. Giró su rostro al frente y se quedó pensativo durante unos segundos.

-¿Qué quieres que te diga?- dijo- Lo siento por haber hecho llorar a la zorra esa.

-No, no quiero que pidas perdón por nada.-respondí seria

Se volteó y junto sus cejas sin comprender. Ahora fui yo la que miró al frente.

-No voy a obligarte a que perdones. Sinceramente, esa guarra se merecía un poco de su propia medicina.

Pareció relajarse y él también se puso a mirar el partido de "basket".

-Pero el que no se lo merece es Leo.

Pude notar que volvía a fruncir el ceño.

-¿A qué te refieres?

Ahora sí que nos miramos.

Mi Romeo con acnéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora