No entregues tu corazón a quien no lo merece, cógelo y huye.

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Otra vuelta, y otra y otra. Nada, era imposible conciliar el sueño en cualquiera de las posturas posibles. Cogió el móvil y volvió a mirar la hora, había pasado una hora desde la última vez que la miró. Probó ponerse en la parte de los pies quizá así había suerte. Imposible, su mente la torturaba con una palabra, un único vocablo que se repetía y repetía como si fuese el único existente en su vocabulario. Esa palabra era Mario y el motivo por el que no podía pegar ojo era obvio: ni un perdón, ni una explicación, nada, solo había recogido su indiferencia. ¿Estaría su relación envuelta en una sarta de mentiras y él ya se había cansado de fingir? ¡No! ¿cómo podría hacerle eso?  

—Mañana será otro día —se dijo para si misma con la finalidad de callar todas sus voces internas y descansar al menos unas horas antes de volver al instituto. 

Se acurrucó intentando que el contacto con su propia piel le respaldara -aunque no funcionó demasiado bien-. Cansada de que sus intentos por dormir algo no tuvieran éxito salió al balcón -casi pegado a la cama- envuelta en su bata de seda transparente que dejaba ver su pijama corto y de un tono rosa chicle. Se apolló en la barandilla metálica y fría y ahí se quedó callada y contemplando el cielo estrellado como los locos enamorados, un grupo al que ella pertenció y que ahora parecía aproximarse más al de los despechados. ¡Malditas lágrimas rebeldes que intentaban escaparse de sus ojos y correr libres! A pesar del aire fresco que la envolvía no se quejó. No sabía si era por el cansancio pero le pareció ver una estrella fugaz en medio de aquel puzle de puntos brillantes y resplandecientes, deseó que ese ˝bache tonto˝ terminara y se volvió a la cama igual de somñolienta que antes. Abrazó a su oso panda de peluche y al fin -tras tres horas más sin resultados- consiguió dormirse. 

Una voz suave y maternal la despertó. Parpadeó un par de veces hasta que recordó qué día era. Miró la hora en su blacberry y pegó un brinco asustada, ¡si no se daba prisa llegaría tarde! Mientras se vestía a camara rápida y se recogía el pelo en una trenza recordó una parte de el extraño -y breve- sueño que había tenido: estaba en una especie de castillo y una voz le decía que se acercara, que no iba a hacerle daño, pero cuando daba unos pasos cayó dentro de un pozo y no podía salir. Quizás eso tenía que ver con su padre, tampoco lo conoció mucho, pero lo poco que vió de él le impactó, ¿cómo una persona podía guardarle tanto rencor a una criatura de apenas dos años? 

Metió en su mochila el libro de matemáticas y el de biología y salió de casa escopeteada, tenía cinco minutos para llegar al instituto, y vivía a un cuarto de hora ¡era imposible que llegara! Corrió como si estuviese en una maratón, la gente la miraba extrañada pero a ella sinceramente ni le traía sin cuidado. Su camiseta blanca como la nieve brillaba en aquellas calles aún oscuras, mientras que sus vaqueros negros y un poco rasgados preferían esconderse entre las tinieblas, sin querer tropezó con un chico con la mala suerte -o no- de caer encima de él. Se sonrojó un poco al ver a alguien tan guapo y tan tentadoramente cerca pero finalmente se levantó y se sacudió un poco sin saber muy bien por qué hacía eso.

—Perdona no te he visto —se disculpó e immediatamente después le tendió su mano al desconocido para ayudarlo a levantarse. 

—Pues la próxima vez mira mejor por donde vas —le respondió el guapo quejica aceptando su mano y levantándose. 

—Oye ya te he dicho que lo siento, ¿qué más quieres? —manifestó ella molesta y mirando la hora. 

—Nada, déjalo. 

—Tengo prisa así que si no te importa aparta de mi camino, patoso. 

—Si me lo hubieras pedido bien te llevaría donde tuvieras que ir. 

—No gracias, no necesito nada de ti —rechazó ella su oferta más testaruda que nunca. 

—¿Segura? pareces muy impaciente —le recordó él con aire de superioridad. 

—Antes prefiero que me amputen las dos rodillas. 

—Tampoco hace falta ser tan grosera, encima de que me ofrezco en ayudarte —se quejó el dios de la belleza sin nombre. 

—¡Mira quién fue a hablar! ¡Don educado! 

—Jordi para los amigos —se presentó guiñando un ojo y sonriendo de forma traviesa, cosa que hizo que a Mayra le dieran unos escalofríos qie parecían más cuchillos clavándose directamente sobre su piel. 

—Mayra —contestó ella alzando la vista y desafiando a sus ojos del color de la miel. 

—Mira no tengo todo el día, yo también tengo prisa así que elige, ¿te llevo o no? 

—Está bien —se rindió al ver que tenía dos minutos para llegar a clase. 

—No era tan difícil ¿lo ves? 

Mayra soltó una carcajada irónica y fue tras Jordi hasta llegar a una motocicleta roja con algunos dibujos blancos, era grande, ¿cuánto podría pesar eso? Se imaginó a sí misma en una moto así e immediatamente negó con la cabeza ya que ella no tendría tanta fuerza para llevarla. 

—Toma —dijo Jordi ofreciéndole un casco negro con algunas pegatinas a modo de decoración. 

—Gracias —le respondió Mayra sonriendo. 

—¿Dónde tienes que ir? 

—Al instituto, el que esta a un cuarto de hora de aquí más o menos. 

—¡Yo también estudié allí! 

—¡Me alegro campeón!, y ahora arranca o no llegaré —protestó subiendo a la moto y esperando a que él la obedeciera.

Jordi acató la orden y arrancó la moto haciendo que la morena diera un leve salto del susto. Aceleró intentando sorprenderla -cosa que no le funcionó-  y en menos de cinco minutos frenó en la rotonda que quedaba justo enfrente del instituto.

—Gracias —confesó ella bajándose del vehículo y contoneando sus caderas a sabiendas de que él la estaba mirando.

—Denada —articuló el moreno sin apartar la vista de la esbelta, juvenil y deslumbrante morena que exageraba aún más sus movimientos.

Mayra entró en el edificio sin decirle nada más al hombre que sin querer había tenido a centímetros y sonrió satisfecha de que su indiferencia lo estuviese matando por dentro.

—¡Jódete Mario! —murmuró de tal forma que solo ella pudo escucharlo.

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¡Hola mis queridos lectores! ¿qué tal estáis? yo aún dando saltos de la emoción al ver que esta historia ha sido nominada a los premios Watty en español 2013. Anonadada me he quedado cuando lo he visto, así que muchas gracias por vuestros votos y visitas porque sin ellos no me habría atrevido a nominarla. Bueno, también quería deciros que como tiene que estar acabada antes del 30 de este mes he decidido dejar el final abierto y escribir una segunda parte, el título os lo diré más adelante ya que tengo algunos en mente. Espero que sigais leyendo. ¡Ah, casi lo olvido, en un par de días subiré un especial por las más de 5.000 visitas!

Muchísimas gracias a todos, por vuestro apoyo, sois los mejores. Os amo *-*

Indestructible© [Editando...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora