Mejor no despiertes a la bestia -Especial 5.000 visitas-.

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¡Qué aburrimiento de clases! ¿se habían puesto de acuerdo todos los profesores en hablar y hablar durante todo el día? No podía centrarse, y menos después de haber conocido a un nuevo guaperas. Lydia había faltado, eso le pareció muy extraño ya que la pelirroja nunca faltaba y raras veces se ponía enferma. ¿Qué le habría pasado a su amiga? Mayra seguía con la cabeza apoyada en su mano, mirando las hojas de los árboles pensativa y somñolienta.
—¡Mayra Lorente Ribera! —la llamó el profesor de latín con el ceño exageradamente fruncido y una mueca de asco perceptible a la vista de cualquiera.
—¿Qué? —contestó ella con total naturalidad sin cambiar de postura y aún sumida en sus pensamientos.
—¿Sería tan amable de explicarle al resto de sus compañeros lo que acabo de decir? ¿o acaso no me estaba escuchando? —lo interrogó el profesor subiéndose las gafas antiguas con su dedo índice y sonriendo maliciosamente -sí, la tenía cogida por los huevos-.
—Pues... el pronombre relativo... —dijo la morena mirando por primera vez en todo lo que llevaba de clase a la pizarra y leyendo el título del mar de letras que se había formado.
—¿Si? —lo animó él a continuar sin dejar de lado su sonrisa arrogante y su aire de superioridad.
—No estaba escuchando, lo siento.

La mejor opción para el simpatiquísimo profesor de latín fue enviarla a la sala de reflexión. Con desgana Mayra recogió todas sus cosas y salió de clase con la barbilla bien alta, ˝sigo siendo una princesa˝ pensó para animarse de alguna forma ya que el día no pintaba muy bien. Entró en su nueva aula y no vió a ningún profesor. Alguien la llamó y al girarse vió a Dustin, un antiguo compañero y uno de sus mejores amigos.
—¿Qué haces tú por aquí? —le preguntó Dustin antes de darle dos besos en la mejilla.
—Fernando, sigue tomándola conmigo y me ha echado de clase por estar distraída.
—Ese viejo no cambiará nunca.
—En realidad lo agradezco, no aguantaría otro sermón de los suyos.
—Oye, perdona por meterme donde no me llaman, pero ¿has dormido bien? —cuestionó Dustin preocupado al fijarse en las ojeras de su amiga.
—Claro —le contestó Mayra casi del todo convencida por su propia mentira.
—Sí, y yo soy hetero. Mayra parece mentira que intentes mentirme a mí que te conozco desde los cinco años.
—Vale, apenas he dormido.
—¿Y eso por qué? —prosiguió Dustin con su interrogatorio.
—No sé qué coño le pasa a Mario conmigo.
—¿Tenéis problemas?
—No lo sé Dustin, ni siquiera sé si seguimos juntos o me ha dejado.
—¡Cariño como te entiendo! —dijo él abrazándola e intentando que así su amiga pudiera sentirse mejor.
—Gracias —musitó la morena, y por fin dejó escapar una lágrima, una única lágrima que pudiera expresar su rabia, su dolor y sobretodo su frustración por no comprender nada. —me siento tan sola— le confesó Mayra sincerándose por completo.
—Tranquila, no sé qué habrá pasado entre vosotros, pero si ni tan solo se ha atrevido a hablar sobre vuestra situación, entonces no te merece.
—Ya, lo último que sé de él es que el domingo me mandó un mensaje diciendo que teníamos que hablar y desde entonces no hemos vuelto a hablar.
—Pues si te ha ignorado deberías pagarle con la misma moneda.
—El problema es que me  acostumbrado a él —confesó Mayra con la rabia encendida en sus ojos.
—¿Nunca te han dicho que hay más peces en el mar?
—Sí, pero yo me he encariñado de mi pececito y ahora ya no quiero otro.
—Si no pones de tu parte esto va a ser muy difícil.

*Flashback*
Se oyen unos crujidos bastante sonoros en la habitación del final del pasillo. Mayra juega con su plastilina, quiere hacer una tarta de fresa y ganar el premio a la mejor tarta de chuches del mundo. Un toque de plastilina azul que según la pequeña es chocolate y estará listo. No la encuentra, rebusca por todo el cuarto de juegos pero no la ve por ningún lado. Sale de la habitación y empieza a correr por el pasillo emocionada al imaginar cómo quedara su tarta cuando esté acabada. Llega a la habitación de sus padres, la puerta está entreabierta, como no llega a la manivela decide empujarla la madera con sus pequeñas manitas. Entra aun sonriendo, pero al ver lo que está pasando dentro de la habitación sale corriendo. Le da miedo entrar pero no quiere irse, espera a que aquel hombre salga de allí y decide esconderse tras la puerta de la habitación que está justo enfrente. 
˝¡Mami!˝ chilla la pequeña esperando a que ella le conteste, pero no obtiene respuesta alguna, lo que hace que la niña respire con mayor dificultad. Se sienta en la cama al lado de su madre, la sangre le mancha un poco su polo blanco pero le da igual. Se acurruca a su lado y le da un beso en el pecho,  justo donde la sangre intenta salir para sentir la libertad. Mami no contesta y Mayra nerviosa empieza a sollozar, no quiere que el monstruo la oiga. Si el monstruo la escucha le castigará y no quiere que le vuelva a pegar. 
*Fin del Flashback*

—Mayra ¿estás ahí?
—Sí, ¿sabes qué? el amor es una mierda, así que en vez de estar rallándome por un tío que ni siquiera da señales de vida voy a pensar en mí. Y si no le gusta que lo hubiera pensado antes.
—¡Esa es mi Mayra! —exclamó Dustin aplaudiendo ante tal comentario.

 

Indestructible© [Editando...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora