Derrota

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Mi llegada a Los Ángeles fue más pronta de lo que había pensado, un vino de cosecha de 1997 y unas velas de 300 dolares me convencían de que las cosas mejorarían pronto, nunca e sido creyente de que las cosas materiales compran a alguien, pero Sara siempre a sido más amable estando ebria.
Me tomó tres cigarrillos llegar a la casa en la playa que había compartido con ella no hace mucho, al pisar aquel pórtico de madera blanca sentí como mi cuerpo abandonaba toda calma, aquellas vivencias atravesaban mi memoria cual balas del rifle del más cruel tirador, mi estómago se revolvía a medida que mis entorpecidos pies avanzaban, mi cabeza dolía y el sabor ausente del tabaco en mi boca comenzaba a ser proclamado debido a la ansiedad que sentía esto hacía que mi estómago se revolviera, reuní fuerzas de algún lugar no existente en este plano y toqué la puerta, a los segundos Stacy abrió con una sonrisa de oreja a oreja, vestida con una de las camisas que yo le había prestado a Sara hace ya un tiempo.

-Tegan, que sorpresa, pensé que estabas en casa de Sonia...-

-Si... ¿está Sara?-

Dije con una sonrisa totalmente fingida y honestamente derrotada, sin embargo no recordaba haber mencionado que estaba con mi madre, y si bien sé, mi madre le mintió a Sara sobre mi paradero, ¿cómo supo ella donde había estado?.

-Sí, esta duchándose, pero pasa, le encantará verte a estado muy preocupada por ti, ha hablado de ti hasta quedarse dormida todos estos días...-

Me encontraba ausente al escucharla, respondiendo "si" y "no" a todas sus insignificantes preguntas, pasé y me senté en aquel sillón, en cual Sara y yo habíamos compartido, el que ella se sentara en el sin saberlo me hacia reír por dentro, como ese cosquilleo que se siente al preparar una broma, a los minutos mi hermana salió de su habitación luciendo angelical como siempre, su castaño cabello cepillado hacía atrás de una manera casi artesanal, sus labios y su amielado mirar me devolvían la vida que tanto había pedido poco a poco con cada paso que la aproximaba a mi.
Su trayecto hasta mi finalizó, nuestras miradas conectadas creaban una atmósfera armoniosa, incluso creo haber visto la habitación más iluminada. Lo siguiente fue sentir el suave tacto de su mano golpeando con fuerza mi mejilla izquierda, mi piel ardió y mi alma terminó desmoronandose, le miré sin una pizca de confusión, mas lo que sus ojos me regresaba no reflejaba culpa... o algún sentimiento.
Después de unos segundos de sentir como el hormigueo en mi rostro se desvanecía al igual que mi piedad por sus actos, me puse de pie y decidí irme.

-No hemos terminado de hablar Tegan...-

Escuché de su rígida posición tras mio al dar un par de pasos. La boca de mi estómago ardió, ¿estaba hablando enserio o simplemente se hacía la idiota?.
Giré y me situé justo enfrente de ella, regalé un agrio beso a su frente, tal vez en mi cara se veía proyectada la decepción tan marcada como las ojeras bajo mis ojos.

-Tu ... y yo no tenemos nada que hablar Sara.-

Su rostro se llenó de confusión, su frente arrugada me lo dijo, sin embargo esta vez esos gestos extravagantes no iban a sobornarme.
Decidí irme, como era de esperarse, ella no fue tras mío y no, tampoco grito mi nombre desesperada por mi regreso, ella simplemente se quedo ahí en el mismo sitio sin siquiera voltear la mirada.
Subí a mi auto, encendí un cigarrillo y el auto casi a la par, sobra decir que se pudo escuchar el rechinido de las llantas cuando aceleré.
¿Enserio me había golpeado después de toda la mierda que había tenido que lidear hasta ahora?, ¿cómo mierda se puede ser tan cínica?, las respuestas no importaban realmente, después de todo fue ridículo el imaginar que ella iba a quedarse conmigo. Somos almas gemelas, si, pero no significa que a ella realmente le haya interesado alguna vez la manera en la que me sentía.
Me sentía sola, sabía bien que todos la apoyarían ya que sus mentiras siempre han sido perfectas, sabía que estaba jodida pero nunca intuí hasta que punto, el pensar en esto hacia que mi pecho doliera de tal manera que podría ser comparado con un ataque al corazón.
Decidí embriagarme, ¿qué más daba ya el pensar en todo esto?, no iba a lograr que ella se quedara, torturarme pensando en ello no iba a cambiar las cosas ya hechas.
Seguí conduciendo hasta llegar a la zona de bares de la ciudad, aparqué mi auto en un estacionamiento conocido, y entré en el primero que me pareció atractivo, la fachada de este era negra con luces de neón remarcando su nombre, el cual siendo honesta no recuerdo. El cobro fue barato, y lo primero que bebí fue un tequila con gingerel y limón, el bar man vestía de negro además de tener un peinado de lo más ridículo, lo segundo que hice fue hacerle plática a un tipo que se veía fastidiado del mundo, vestía de negro, sus ojos eran grises y su cabello azul decolorado.

-La música aquí no es muy buena, ¿no crees?.-

Este me miró un tanto desconsertado mas amablemente me respondió con un gesto afirmativo con la cabeza y una sonrisa apretada.

-Adivino, tus amigos te trajeron con la promesa de divertirte y ahora estas arrepentido y los odias temporalmente, ¿no es así?-

Este tomó un gran respiro y respondió que si, después me contó lo malos que sus amigos eran, ma agradó lo honesto que este era y después de unos 6 tragos decidimos ir a otro lado. Entramos a un bar de strippers, mi "amigo" se mostró demasiado emocionado apenas entramos, una de las meseras nos dirigió cerca de las pistas donde dos mujeres por demás exuberantes bailaban al son de guitarras eléctricas haciendo acordes simples y lentos. Una de ellas, la cual no se encontraba bailando, se acercó a nosotros, su diminuta lencería rosa y sus largas botas negras parecían llamar mucho la atención de mi acompañante a el cual amablemente le pagué un privado, mientras esto pasaba yo vaciaba una botella de tequila y una margarita que había regalado una de las chicas que trabajaban ahí. Mi cabeza giró y viajó a un estado de paz en el cual hace mucho no estaba, no me sentía ebria, sin embargo en el fondo sabía que iba a tener una resaca horrible cuando esto acabara.
El resto de la noche fue borrosa siendo honesta no recuerdo ninguna escena de esta, sin embargo recordaba un cierto sentimiento, este se asemejaba a llegar a casa después de un frío día ajetreado y meterte en la cama con el termostato alto, acompañada de una humeante taza grande de chocolate y mi serie noventera favorita, o, darte un baño en tina con esencias dulces y burbujas cubriendo casi toda el agua, escuchando esa canción recién grabada.
Me sentía tan cómoda, tranquila y en casa.

La luz del día lacerada mis ojos, bueno no llegaba a ese punto, pero en verdad que me jodía, mis sienes palpitaban y mi estómago amenazaba con traicionarme, estaba en mi casa el cómo había llegado sana y salva a esta era un misterio, esto me hacia sentir como los viejos gatos de mi mamá. Faltó mencionar que me encontraba desnuda, lo cual no me importaba mucho ya que me encontraba más alerta de otra cosa, sé bien que mis sentidos no eran de lo más fino es este momento, sin embargo escuché el como alguien cerraba el grifo de la bañera y salía del baño abriéndose camino por el pasillo que dirigía a mi habitación, esta persona se situó en el portal de mi habitación y me miró con cierta inquietud en su rostro.

-Por fin despertaste.-

×Ghost× -Quincest-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora