Una manada en peligro

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Ya había la llegado la noche, los vientos fríos azotaban las ramas de los arboles. No había ninguna criatura viviente que estuviera fuera, en el frío, salvo tres animales, tres sombras que corrían a toda velocidad en medio de la fría noche. Los animales, encabezados por una loba blanca, parecía que nunca se detendrían.

- Eh, Azura, no crees que podríamos detenernos un momento - preguntó un perro husky blanco y negro, agotado ya de correr tanto.

- Nos falta poco, solo unas cuantas millas más, luego nos detendremos Kael - respondió Azura, que parecía no agotarse nunca aunque a hubiesen corrido diez millas sin parar.

Kael siguió corriendo aunque sintiera que sus patas no podían más, debía descansar pero le había prometido a Azura seguirla y acompañarla en su viaje y lo cumpliría. Miró a Nakgro y le sorprendió que no se viera cansado, seguía corriendo como si acabasen de descansar.

Pasaron tres horas, ya habían corrido otras dos millas, Kael ya no podía más, se estaba quedando atrás, en un intento alcanzar a Azura tropezó y cayó al suelo rodando, entonces Azura se detuvo en seco, se acercó a Kael para ver como estaba.

- Kael, ¿Estas bien? - preguntó Azura preocupada.

- Si, perfectamente - respondió Kael mirando a Azura e intentado parecer convincente.

- No te hagas el fuerte Kael, te has dado un buen golpe, es claro que no estas bien - dijo Nakgro que se había detenido y acercado a Kael.

El perro husky desvió la mirada y miró a Nakgro, intentó levantarse pero sus patas le temblaron y se desplomó en el suelo. Azura buscó con la mirada algún lugar en donde descansar, vio un grueso y largo tronco hueco en el suelo, eso los protegería del viento.

- Vamos ahí - dijo la loba apuntando el tronco.

Los dos lobos ayudaron a Kael a levantarse y a caminar hasta el tronco. Cuando llegaron Kael entró, luego le siguió Nakgro y por ultimo Azura, el tronco era bastante espacioso, incluso más de lo que Azura había imaginado. El tronco parecía haber caído hacia tiempo, estaba enterrado unos centímetros en el suelo, en la tierra crecía un poco de pasto verde, en los bordes, donde el tronco se enterraba en la tierra, crecía musgo de un verde esmeralda. El sonido del viento golpeando el tronco, de algún modo, hacía sentir a Azura sueño, poco a poco el sueño la fue venciendo, se quedó dormida.

- Azura - alguien la llamaba, pero ¿Quién? - Azura.

Azura miró a su al rededor buscando a quién la llamaba, estaba en un bosque, pero no en cualquier bosque, estaba en el bosque de su campamento, olfateó el aire para orientarse y encontrar el campamento, encontró un aroma distinto, un olor a desesperación impregnado del acre olor a miedo. Se empezó a preocupar, se guió de su nariz en busca del lugar del que provenían aquellos dos olores, a medida que avanzaba sentía en el aire el olor a sangre, se apresuró. Corrió en busca de lugar del que provenía el olor, se dio cuenta de que los olores de desesperación, miedo y sangre provenían de su campamento, al llegar presenció la escena que temía, la sangre manchaba el campo de batalla, los lobos de su manada estaban arrinconados en la cueva en la que todos los lobos, que no fuesen cachorros recién nacidos, dormían. En el lugar, estaba Chira riendo, frente a ella estaba Kanish en el suelo con un profundo corte en el cuello y agonizando. Azura sin pensarlo dos veces corrió hacia Chira y saltó sobre ella, para su sorpresa la atravesó y cayó de bruces en el suelo, ¿Qué estaba ocurriendo?

Azura se levantó, intentó llamar la atención de Chira pero parecía que esta no la veía ni oía , corrió hacia los demás lobos, pero sucedió lo mismo. Siguió intentado llamar la atención de los lobos de renegados, pero fue en vano, empezó a desesperarse y a preocuparse, no sabia qué hacer.

Sintió de nuevo que alguien la llamaba, miro a su al rededor, justo en ese momento se dio cuenta de que había un lobo parado junto a ella, era su padre. Lo miró, muchas preguntas se le venían a la mente pero no sabía cuál preguntar primero.

- Azura, he podido venir, pero solo podré quedarme unos minutos - dijo Jost mirando a su hija - el campamento esta en peligro, tu manada necesita ayuda - al momento de terminar de hablar su imagen empezó a verse borrosa.

- Padre...

- No hay... mucho... tiempo - dijo Jost intentado hablar, pues su voz se iba apagando - tienes que llegar... al... campamento - su voz cada vez se oía menos y su imagen se volvía más borrosa - ayuda... a... tu... - no pudo terminar, en ese momento desapareció.

Azura quedó desconcertada, después de pensarlo un momento supuso lo que iba a decir, "¿ayudar a mi manada?" pensó la loba mirando a todos lados lentamente, pasando la mirada por cada lobo, "pero ¿Cómo?". De repente todo se torno negro, no se veía nada más que sombras al rededor, ella estaba en un pequeño circulo de luz, pasados unos minutos Azura oyó una voz ronca que le dijo algo que ella no pudo comprender el significado. Poco a poco el circulo de luz se fue haciendo más pequeño, justo cuando las sombras la iban a tocar, despertó.

La luz del día se filtraba por los extremos del tronco, en los ases de luz se veían pequeñas pelusas blancas que flotaban en el aire, como caminando sobre los ases de luz. Azura miró a sus compañeros, estos seguían dormidos, se levantó y salió del tronco hueco, se sentó fuera y miró al rededor mientras pensaba en lo que había visto en su sueño. Con el tiempo ya había empezado a acostumbrarse a tener sueños de ese tipo, le preocupaba que lo que había visto, todo lo que soñaba se volvía realidad, eso significaría que su manada necesitaba ayuda, como había dicho su padre. Debían llegar rápido al campamento, "será mejor que los despierte" pensó y se dio vuelta, al hacerlo le dio un vuelco el corazón, detrás de ella estaba Nakgro mirando un pequeño colibrí que estaba revoloteando entre los arboles buscando alguna flor.

- Me has asustado Nakgro, no te oí levantarte - dijo Azura mirando a su hermano.

- Lo siento, no pretendía asustarte - dijo Nakgro sin dejar de mirar el colibrí que en ese momento se había detenido en una rama, miró a Azura - ya deberíamos marchar ¿No crees?

- Si, los iba a despertar para irnos, voy a despertar a Kael - dijo y se acercó al tronco, Nakgro se movió dejando libre el camino hacia Kael.

Solo pasaron unos minutos antes de que Kael despertara del todo, Azura le preguntó cómo se sentía, este le respondió que estaba mejor. Ya todos despiertos reanudaron el viaje, acordaron cazar algo de comida en el camino.

Aunque Azura quería acelerar sabía que no podía, Kael podría no estar del todo bien, mantuvo la velocidad a cien lobos por hora.

Azura la loba blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora