El nuevo nombre

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- ¿Cómo harás que esa loba coma? - le preguntó Pedro a Juan que estaba en la ventana de la cabaña mirando a Azura - no ha comido hace una semana, morirá si no come algo.

- Tal vez si le muestro que no soy su enemigo comerá algo - dijo Juan mirando a Azura, era un bulto blanco con pelo tirado en el suelo, no tenia fuerzas para moverse - voy a intentar algo.

Juan fue hacia la puerta de la cabaña, si le hacia entender que no le iba a hacer daño tal vez comería. Se acercó a Azura que estaba acostada con la cabeza apoyada en las patas delanteras mirando hacia el infinito, cuando lo vio enseguida le gruñó y mostró los dientes pero no levantó la cabeza.

- Tranquila, no te haré daño - le dijo Juan, se agachó - se que empezamos con el pie izquierdo, deberás lamento haberte traído - Azura lo miró sin levantar la cabeza - tienes que comer algo - le dijo estirando el brazo, en su mano tenia un trozo de carne bastante grande - mira, no tiene nada - le aseguró, mordió un poco de la carne.

Azura lo olfateó pero no comió, miró a Kael quien asintió, entonces mordió un poco, hace una semana que no comía y ese trozo de carne estaba sabroso, más que ninguno que hubiese probado. Juan no mentía, esa carne no tenía nada, mordió otro poco.

- Ves, no tenía nada - dijo Juan y le sonrió, intentó tocarle la cabeza con la mano pero Azura bajo las orejas y gruñó - tranquila.

- Ten cuidado Juan, ya veo que ese lobo se te tira encima - le advirtió Pedro mirándolo desde el umbral de la cabaña.

- Creo que si quisiera hacerlo ya lo habría hecho - replicó Juan sin darle importancia; intentó de nuevo tocar a Azura, esta mostró los dientes.

- Si te muerde un día no me culpes - dijo Pedro y entró en la cabaña.

Azura miró a Kael, este señalo a Juan con el hocico y movió la cabeza afirmativamente. Azura pasó la mirada de Kael a Juan ¿Acaso podía confiar en Juan? ¿En realidad no le haría daño? ¿No volvería a darle algo que la hiciese dormir y la separaría de Kael, quien parecía ser su único amigo? Agacho las orejas y tocó a Juan con el hocico y él la acarició.

- Ves que no había de que temer - de algún modo el que le pasara la mano por la cabeza palpándola le agradaba.

Ella lo miró, su ojos se cruzaron con los de Juan, sus ojos marrones reflejaban verdadera bondad, "tal vez si puedo confiar en él" pensó Azura, le mordió suavemente la mano a Juan, no sabia de que otro modo demostrarle que le agradaba.

Pedro no sabia si confiar en ese lobo, había oído casos en que personas, que engañadas por los lobos que se hacían los amistosos, terminaban por encontrar la muerte al confiar en los lobos. Miró por la ventana, cuando vio que Azura mordía a Juan, sin pensarlo dos veces, tomó su escopeta que tenia apoyada en la pared y salió.

- Maldito lobo - dijo entre dientes mientras apuntaba a Azura y ponía el dedo en el gatillo.

- ¡Espera! - lo detuvo Juan cuando vio que estaba apuntando a Azura - No me esta haciendo daño - separo su mano del hocico de Azura - ves.

Pedro bajo el arma, habría jurado que ese lobo estaba mordiendo a Juan, se había equivocado, no lo estaba lastimando, pero ya lo agarraría y le dispararía. Vio que Juan volvía a acariciar a la loba, lo hacia con mucho afecto.

- Ya veo que le pones nombre y la haces tu mascota - dijo sarcásticamente mirando a Juan.

- Podría ser... - Juan bajo la voz y cerro los ojos, estaba pensando, pasó un minuto en silencio con los ojos cerrados y luego los abrió, miro a Azura detenidamente - Te llamare... Reinbel, ¿Qué te parece?

Azura lo miró, ¿Por qué le preguntaba eso? Su nombre era Azura no Reinbel, pero de algún modo le parecía bien ese nombre, "Reinbel... Reinbel..." Azura pensó en lo que se convertiría en su nuevo nombre, movió la cola de un lado a otro y lamió la mano de Juan intentando decirle que si le gustaba el nombre.

- ¿Reinbel? - preguntó Pedro acercándose a Juan - ¿Ese no era el nombre de la chica de quien estabas enamorado y que luego...? - se calló, Juan había conocido a Reinbel en uno sus viajes de investigación, en Bolivia, era de tez morena, pelo castaño, de ojos color miel, era de estatura mediana y un poco delgada. Juan se había enamorado en cuanto la vio, era todo lo que él quería, era amable, cariñosa, estudiosa y sobre todo adoraba a los animales. Cuando Juan tuvo que volver a norte ella le prometió ir a visitarlo, pero murió en un trágico accidente el día que lo fue a visitar, había muerto en una avalancha, por mas que se busco su cuerpo Reinbel nunca fue encontrada.

- Si, creo que ese nombre le queda - dijo Juan mirando a Azura tristemente, pensar en la chica que conoció en Bolivia le oprimía el corazón. Azura, al ver como la tristeza empañaba los ojos de Juan, le lamió la mano, él le acaricio el cuello - no te preocupes, estoy bien.

- ¿Cuándo partimos entonces? - le preguntó Pedro.

- Esta noche - respondió levantándose - hay que arreglar las maletas - se dio vuelta y entro en la cabaña.

Una vez que Juan y Pedro entraron en la cabaña Kael le habló a Azura.

- Bien Reinbel, ves que es un buen hombre.

- Si, supongo que si - dice mirando la puerta de la cabaña - ¿Cuándo nos desatarán?

- Juan y Pedro nos llevaran con ellos, así que creo que esta noche.

- No puedo esperar, esta cosa me molesta - dice Azura señalando con el hocico la soga. Bajo la cabeza y cerro los ojos, intentaría dormir hasta que la desataran.

Kael miro como Reinbel bajaba la cabeza, se veía tan bella con su pelo blanco ondulando con la brisa, pensó y se imaginó a él con Reinbel corriendo uno al lado del otro tirando de un trineo, tal vez un día eso sucedería y serian uno. Apoyo la cabeza en las patas delantera y miro la puerta de la cabaña.

Azura la loba blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora