18-Guerra Fría.

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Los ojos de la morena se abrieron lentamente tratando de enfocar su visión en la mesilla que se encontraba a un extremo de su cama, abriendo de pronto los ojos girándose sobre si misma para visualizar el hueco vacío que se encontraba a su lado, pero el cual mantenía aún sus sabanas frías cómo témpanos, dejando constancia de la presencia del mayor durante la tarde, consiguiendo que las mejillas de Sayumi se tornasen rápidamente de un candente color escarlata.

Se levantó con lentitud, mientras sentía temblar ligeramente sus piernas según los recuerdos invadían su mente, acercándose con la cara desencajada hacía el tocador, para vislumbrar un par de cicatrices extendidas a lo largo de su cuello y principio de sus senos, provocando que un inseguro jadeo se escapase de su garganta.

"Esto....no está bien..." pensó la morena apretando los labios con la cara más similar a una hoja de papel que a su característico rosado floral.

Esa noche, la morena no salio de su habitación, no quería crear un conflicto con los hermanos, ni tampoco encontrarse alguna escena que hiciera que su corazón se estremeciese, escena en la cual se mostraba a alguno de sus hermanos junto a la rubia. Se aseguró de colocarse el uniforme de tal forma que ninguno se percatase de las pequeñas y recientes heridas de su cuello, y ocultando las marcas de su pecho. Bajó con cuidado las escaleras, rezumando un dulce y discreto perfume, que había repartido por su cuerpo para ocultar el olor del pelirrojo, el cual le clavó la mirada en cuanto apareció en las escaleras de la entrada, ignorando a la candente rubia que le hablaba con una tierna y agradable sonrisa, presumiendo un elegante y ajustado uniforme que destacaba su esbelta figura femenina, a diferencia de el de la morena, que la hacía ver como una pequeña adolescente sin gracia.

-Buenas noches, Sayumi -dijo Reiji alzando también la mirada hacía ella, colocándose sus gafas manteniendo su serena expresión.

-Konbawa, Reiji, y a todos -dijo con una pequeña sonrisa, sintiendo como dos cuchillos se clavaban en su sien, haciendo que observase de reojo a la rubia, que tenía sus brazos alrededor de uno del pelirrojo, el cual no apartaba de ella su mueca de molestia.

Se dirigieron a la limusina cada cual por su lado, mientras la morena permanecía detrás del grupo, intentando no captar la atención sobre el innecesario perfume, o porqué había abrochado totalmente su camisa hasta agotar los botones. No podía evitar observar reír a la rubia entre sus hermanos, tratando de conseguir la atención de cada uno de ellos de una forma u otra.

Sin poder evitarlo la morena salto del coche en cuanto esté paro delante del instituto, a diferencia de las veces anteriores en las que esperaba pacientemente a que Subaru, se dirigió con paso acelerado hacia la entrada. No entendía la presión que estaba creándose en su pecho, era amargo, pesaba y dolía, notar como Aika trataba descaradamente de robarle la atención de sus hermanos le provocaba sentimientos encontrados, y no eran agradables, pero ante la insana necesidad de no decir nada hiriente, o que crease problemas se guardaba todo, todos sus comentarios, todos sus pensamientos...Es lo mejor...¿verdad? pensó apretando su maletín contra su pecho tras subir las escaleras, ocultando sus labios temblorosos con el cuero, mientras notaba la mirada emborronada por las lagrimas que trataba de retener.

-¿Sayumi? - pregunto una voz a su derecha, haciendo que la morena alzase la mirada con una pequeña y entristecida mueca, que se incrementó con los ojos llorosos al ver a la castaña.

-Ichi-chan... - sollozo con las mejillas sonrojadas antes de extender sus brazos con los ojos cerrados dejándose caer sobre ella.

-Hai, hai, cuéntame que ha sucedido - dijo está palmeando tal madre la cabeza de Sayumi.

-Entonces...no se como sentirme al respecto... - murmuró la morena con sus brazos rodeando sus piernas, ambas sentadas en un rincón de la azotea del instituto.

The Little SakamakiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora