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Cuando abrió los ojos de nuevo habían pasado casi dos horas y se encontraba entre los brazos de Aaron siendo cargada por un largo pasillo, desconocido para ella.

— ¿Qué hora es? — Susurró, aún cansada, no se sentía con fuerzas de hacer nada. Los músculos de los brazos del chico se tensaron.

— Es tarde, duerme. Cogí tu teléfono y hablé con tu familia. — Notaba la voz del chico mas enfadada de lo normal, pero sus ojos como siempre pasaba se suavizaban al llegar a ella.

— Aún borracho sigues siendo un maldito bipolar Aaron. — Se colocó cómodamente entre sus brazos de nuevo, y volvió a cerrar los ojos escuchando solo la suave carcajada del muchacho, — en el fondo me siento a salvo contigo. — sus pensamientos se convirtieron en palabras sin saberlo, prácticamente era como si no supiera diferenciar entre sus pensamientos y lo que decía.
Él chico sonrió, la respiración de la bonita chica que se encontraba entre sus brazos había vuelto a normalizarse, estaba dormida otra vez. Abrió la puerta de su habitación con mucho cuidado para que Anna no se golpeará en la cabeza y la dejo suavemente, - cosa que no acostumbraba a hacer - sobre la cama.
Estuvo pensando unos instantes en su idea, ella estaba bastante borracha, pero tampoco era para aprovecharse de ella, después de todo dormiría más cómoda.
Finalmente se decidió por coger una de sus camisetas blancas con cuello de pico que tenía en el armario, eran holgadas y le quedaría aún más larga a ella debido a su estatura.

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