Habían pasado dos semanas desde que habíamos quedado con mis amigos en la playa y Dylan ya se había ido. Tenía que preparar la gira que lo llevaría por toda Europa. Él me había dicho de acompañarlo, pero decidí que era mejor que no, así se centraría en el trabajo y yo aprovecharía para terminar unos asuntos que tenía pendientes con lo de mi padre.
Desde que había encontrado las cartas que mi madre había enviado no había podido dejar de pensar en ellas, sin dejar de lado la carta de mi padre. Quería saber por qué mi madre nos había abandonado. Eso no daba pie a que la perdonase o que mis hermanos lo hicieran, simplemente quería una explicación.
Entré al despacho de mi padre y saqué las cajas que tenían mi nombre. Poco a poco saqué todas las cartas mientras las leía cronológicamente.
La mayoría de las cartas me hacían preguntas típicas que una madre podría hacer, no contaba nada de ella, y si lo hacía era sobre algún concierto importante que había tenido. Nada que me dijera el por qué. Después de horas leyendo llegué a la conclusión de que no diría nada. Me quedaba aún una caja llena de cartas por leer, pero no tenía ni fuerzas ni ánimos. Me sentía decepcionada porque yo quería saber por qué una madre dejaría a sus hijos y se iría sin más. Sus motivos tendría, y no la culpo por ello, pero al menos haber hablado conmigo cuando la vi. Eso era lo que más me dolía de toda esta situación.
Me levanté del suelo de la habitación y recogí el montón de cartas que había dejado para llevármelas a mi habitación. Luego me metí en la ducha y sobre las cuatro de la tarde Dina me llamó para ir a tomar algo. Ella sabía que estaba sola y era más fácil salir.
Me pasó a buscar y nos fuimos al centro donde nos sentamos en un bar justo en la plaza España y nos tomamos una cerveza cada una.
¿Cómo ha quedado lo de tu madre?- me preguntó Dina, que estaba al corriente de las cartas.
Nada relevante. Sé que estuvo por Europa tocando en diferentes sitios, pero no menciona nada de su vida privada, y eso no para de darme vueltas a la cabeza. Tengo tantas preguntas y a más cartas más preguntas.
No sé qué decirte, Annita. Me sabe mal por ti.
No te preocupes, supongo que no quería dar explicaciones por carta por si mi padre lo leía o algo así. Pero bueno, eso ya ha pasado, tampoco quiero estancarme en el tema de mi madre. Si ella no quiso estar conmigo cuando crecía es su problema. No voy a perseguirla por todos lados. Ella sabía lo que hacía cuando nos dejó al cargo de mi padre.
Después de terminar de hablar de mi madre nos fuimos a dar una vuelta por los establecimientos mientras hablábamos de su boda y de los preparativos.
Estuvimos dando vueltas hasta que cerraron y luego me volvió a dejar en casa a eso de las nueve.
Entré en casa y me acerqué a la nevera para ver qué había, pero estaba vacía. Miré en mi cartera pero no tenía dinero y no había por aquí ningún cajero para sacar dinero.
Pero realmente no me importaba, tampoco tenía hambre.
Subí a mi habitación y me tumbé en la cama. No sabía qué hacer. No tenía ganas de quedarme en casa, pero tampoco quería llamar a nadie y quedar. Cogí el ordenador y bajé a la terraza y ahí me senté en el sofá. Decidí mirar Facebook para ver qué se cocía por ahí, pero nada llamó mi atención. Estaba como desanimada y cuando me ponía así no quería hacer nada.
En ese momento mi teléfono sonó y el nombre de Dylan apareció en la pantalla.
Hola, cariño.- dijo Dylan apenas descolgué
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Cuentos de sinfonía (CDS 1)
Teen FictionAnna es una estudiante de canto que vive en Madrid. Lleva una vida normal junto a su compañero de piso. Dicen que la vida da muchas vueltas, y la de Anna no será menos. Portada creada por @shadowofthemoon6