Capítulo 10

16 3 0
                                    

N/A: ¡Lo sé! Sé que he tardado mucho en actualizar, pero con la vuelta al instituto, el conservatorio y los exámenes, sin hablar de los deberes no he tenido mucho tiempo libre. 

Intentaré subir más seguido, pero como hay que editar todo lo que esta escrito lleva su tiempo.... 

¡Espero que este capítulo os guste!

PD: Sé que la canción está en catalán, pero a penas la escuché me acordé de Dylan y Anna. 

______________________________________


Una vez terminamos de comer todo lo que había encima de la mesa nos levantamos y recogimos la mesa antes de que la pereza nos ganara. Lavamos las copas y las dejé puestas en la encimera de la cocina boca abajo y sobre un trozo de papel de cocina que había encontrado en uno de los cajones de la encimera.

-Quiero enseñarte algo.- le dije a Dylan una vez que todo estuvo bien recogido.

Lo cogí de la mano y lo guié hasta mi habitación. Abrí la ventana y me subí al tejado. Hacía dos años que no subía pero me dio la sensación de que no había dejado de hacerlo. Sabía perfectamente cómo me tenía que poner para no caerme.Animé a Dylan a imitarme, no sin antes haber cogido una manta para poder taparnos.Con cuidado subió y le pude enseñar una pequeña estructura de madera que se encontraba debajo de un árbol frondoso que había hecho yo hacía varios años y que había aguantado bastante bien al paso del tiempo.

Nos tumbamos y posé mi cabeza en su pecho, para así poder oír su corazón. Me relajaba oír los latidos del corazón, eso me hacía saber que no estaba sola.

-Eres la primera persona que traigo aquí.- susurré casi con miedo de hablar demasiado fuerte y que eso hiciese que ese momento fuera a desvanecerse.

-Qué honor.- dijo con un tono de burla.

-No te rías.- replique dándole un pequeño golpe en la barriga.- Es la verdad.

-No he dicho que no sea verdad.- me respondió mientras me abrazaba más fuerte y me daba un beso en la coronilla.


Nos quedamos abrazados durante toda la noche, mirando las estrellas mientras hablábamos de su infancia, de su hermano, de lo que hacían cuando tenían diez años y de lo que hacían cuando tenían quince.

Me entretenía escuchar a Dylan hablar sobre su infancia. Se le iluminaban los ojos al recordar esos bonitos momentos que vivió. Me contó muchas cosas sobre su familia, sus amigos, lo que hacía antes de ser quien era. Me lo quedé mirando mientras él no paraba de hablar, se notaba que estaba tranquilo, nunca lo había visto así, tranquilo, sin preocupaciones. 

-No quiero que esto termine.- dijo como para sí mismo.

-¿Cómo?

-No quiero volver a ser Dylan Andrews, el cantante. Cuando estoy contigo soy simplemente Dylan, un chico al que le gusta la música. No siento esa presión que tengo encima. No me preocupo por la discográfica, ni por los conciertos, ni tan siquiera de tener que esconderme de los fotógrafos que me persiguen todos los días.

-Es lo que te ha tocado vivir.- dije con un tono serio.- No todos tenemos esa suerte de poder vivir de lo que nos gusta. 

Y no me quejo por ello. Me encanta vivir de lo que me apasiona, pero no significa que no eche de menos mi vida normal.

Ya.-dije pensativa.

Me quedé mirando las estrellas mientras lentamente iba cayendo en los brazos de Morfeo.

Cuentos de sinfonía (CDS 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora