Tres semanas después de mi pequeño ataque, se oyó el canto angelical que escuchábamos todos los días, más fuerte y con más voces, como si el coro que lo cantaba antes hubieran ido por mas ángeles para que les ayudaran, era hermoso, el canto era a capela y la letra estaba en un idioma que no conocía, pero por la forma de las palabras parecía que el idioma no fuera moderno, más bien un idioma antiguo, uno clásico, cuando no existían tantas palabras, solo las necesarias para que las personas entendieran el mensaje.
Estaba con John cuando esto paso, era el momento de desayunar, yo comía fruta como de costumbre, mientras él se atragantaba con un pan de queso, cuando inicio el coro hizo una cara de disgusto, y se retiró de la mesa, sabrá Dios a que. Siempre desaparecía, nunca le pregunte a donde y porque, solo me limitaba a dejarlo a hacer lo que quisiera.
Él era un misterio andante, todo lo que yo quería hacer a él le parecía algo estúpido o suicida, si era lindo para el espantoso, si era divertido para el algo aburrido, si yo decía si el no. era rutinario y hasta ya estaba acostumbrada a que si quería hacer algo tenía que valérmelas por mí misma para hacerlo.
Cuando termine la deliciosa papaya, me dirigí a el cuarto de armas, en realidad allí no habían armas letales como pistolas o granadas, solo sogas, ganchos, capas, unos cuanto cuchillos. Era como un equipo de supervivencia para lo que podía pasar afuera de la base.
Hoy decidí ir ligera, tome un par de cuchillos, una soga y una trampa para conejos y salí de la habitación, ya habían cesado los cantos, no me di cuenta en que momento pararon y vi a John caminando impaciente por la entrada a la base.
- ¿ocurre algo?
- No quiero que salgas hoy.
-¿por qué?
- solo no lo hagas, tengo un mal presentimiento.
-que pienses que no deba salir no lo va a impedir, ahora déjame pasar. - Se interpuso en mi camino bloqueando la puerta, su aspecto decía autoridad pero su cara revelaba que enserio estaba preocupado.
-Hablo enserio, algo me dice que te va a pasar algo terrible hoy, por favor no lo hagas, es solo un día y ya, mañana puedes ir.
-No John, no te metas en mis decisiones, voy a salir y a hacer todo lo que hago normalmente, quítate de una vez.- sin esperar a que me respondiera, lo empuje y salí de la base de mala gana.
Que rayos le sucedía hoy, por la mañana no me saludo, supuse que se había dado cuenta que había roto el par de estatuillas que él me había regalado, pero después en el desayuno cuando inicio el canto se notó el disgusto por eso, él nunca había tenido problema con el canto angelical, o por lo menos eso creo, ahora que lo pienso, nunca lo había visto mientras se desarrollaba el canto. Porque el canto siempre era de noche y al medio día -¿por qué hoy fue a una hora diferente?-
Pero lo que fue aún más raro y que rebosó el vaso, fue que quería que no saliera de la base, porque rayos no quería que eso pasara ósea lo hago todos los días y nunca me había pasado nada, porque hoy sería un día diferente.
Puse la jaula cerca de la base, quería deshacerme de ella lo antes posible, saque el mapa que yo misma había hecho de la zona trace una equis donde puse la jaula y comencé a buscar las demás para ver si tenían algún melanis, comencé por las trampas pequeñas ya que era donde había mayor probabilidad de atraparlos, pero nada ni rastro de uno.
Otra vez sonó el canto igual de fuerte que por la mañana, me pregunte si en realidad si eran ángeles lo que lo cantaban o solo un simple disco al que decidieron subirle el volumen, otra de los miles de enigmas que se presentaban en aquel lugar.
-Ahhhhh, auxilio, ayúdenme.- no muy lejos de donde yo estaba, interrumpiendo la hermosa melodía de fondo se oyó el grito de una criatura que de seguro estaba sufriendo fuertemente.
Sin pensarlo dos veces, y sin tener precaución salí corriendo en busca del origen del ruido, era excesivamente agudo y muy ensordecedor, pero fuera quien fuere el que hacia el ruido, se notaba que requería ayuda y yo estaba dispuesta a brindársela, corrí como nunca, evitando cualquier raíz o tronco que se me atravesara hasta que lo vi, en una de mis trampas para "osos" estaba atrapado una forma blanca, irradiaba su propia luz.
Cuando me acerque a ayudarle me pude dar cuenta que era una persona, se vestía como los griegos con su fina túnica y esbelto cuerpo. Tratar de abrir la trampa fue muy complicado, estaba muy oxidada y era muy fuerte, al fin se abrió lo suficiente como para que aquel "ser" pudiera sacar su pie, y cuando este lo hizo me pude dar cuenta que no brotaba sangre de la herida, más bien salía un polvo y en poco segundos ya había sanado y no habían marcas, como si nunca hubiera pasado.
El "ángel" me miro como si yo lo hubiera rescatado de una muerte segura y tras unos segundos de mirarnos me toco la frente y me sumí en un oscuro abismo.
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Arturo
FantastikSolo una cosa les puedo decir de esta historia, nada es lo que parece.