sin salida

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Narra Dipper

Llegamos a casa por la noche, habíamos hecho una parada en la estación de servicio, compramos Hot dogs para la cena.
Yo subí a mi recamara ocultando el oso de felpa que Bill me había dado, claro que no lo iba a tirar, después de todo era un obsequio.

-Dipp, ¿no vas a cenar?-

-no tengo hambre Maby, en la feria me comí un helado- respondí

-bien, entonces buenas noches, descansa- me dijo Mabel.

-si, igual ustedes-

Entré a mi habitación, cerré con seguro la puerta y saqué el diario de la mochila.
Leí capítulo tras capítulo intentando perderme en los misterios que ocultaba Gravity falls.
La tormenta comenzó y yo a cerrar los ojos, dormí casi 20 minutos.

Un golpeteo en mi ventana me despertó, abrí los ojos y escuché "¡Dipper!" una voz familiar, no tardé en reconocerla.
Me asomé a la ventana y pude ver a Bill, arrojaba pequeñas piedras hacia mi ventana.

-¡alejate Bill!-

-No me iré hasta que me digas que mierda pasó hoy en la feria- dijo Bill

-no paso nada, ya olvidalo-

Bill hizo un gesto de mal humor y comenzó a elevarse, se acercó a mi ventana y yo di un paso hacia atrás.

-no Dipper...tu y yo sabemos que ese beso no fue "nada"- dijo esto último dibujando con los dedos unas comillas en el aire.

Bill entró a mi habitación y yo solo me quede ahí frente a el.

-Bill, cometimos un grave error, eso nunca debió pasar, se que fui yo quien te besó pero...- me quede en silencio un momento.

La verdad era que todo fue mi culpa, yo comencé el beso, Bill no tenía culpa alguna.

-Dipper...ya no puedes hacerme cambiar de opinión, siento algo por ti, realmente lo siento...y esta vez no es odio.- dio un paso hacia adelante.

-Pino, tu me gustas, demasiado y no puedo evitar pensar en ti todo el tiempo, tu cabello suave, tus ojos brillantes, tu débil cuerpo y tus dulces labios...no puedo arrancarmelos de la mente, te has vuelto en una droga para mi...me haces mal pero aún asi te necesito y no puedo dejar de desearte.-

-Bi...-

Bill me interrumpió tomandome de las muñecas y llevandome hacia la pared.
Pensé que me basaría, pero solo estaba ahí, con sus manos en mis muñecas, mirandome a los ojos.

-escucha pino, no puedes pedirme que te deje en paz, porque sería como pedir que los árboles den dinero, lucharé por ti, hasta que me aceptes-

-Mejor no lo hagas Bill, solo te lastimaras a ti mismo-.

-me importa un comino, entiendelo-

Bill me acarició el rostro y comenzó a besar mi cuello, solo sentí su humeda lengua tocar mi piel.
Después de unos segundos, separó sus labios de mi cuello, soltó mis muñecas y salió por la ventana.

El Misterio Mas DifícilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora