CAPÍTULO 4: LA BARBACOA
Blaine estaba en el supermercado con Sam y no pudo evitar notar la cantidad de carne que estaba comprando el rubio, no entendía el motivo porque vivía solo. Él por su parte estaba haciendo la compra habitual puesto que ya había acabado casi con las renovaciones. Dos meses había tardado pero lo que quedaba eran pequeños detalles que iría arreglando con el tiempo, plantar el huerto y que creciera el césped. También faltaba el columpio pero no tenía prisa para eso y ya había gastado mucho dinero en materiales. Estaba contento porque el dueño de la casa había pasado a verla y le había encantado lo que había conseguido. No era que fuera importante su aprobación, pero era grato tenerla.
Cuando el moreno vio que cogía varias bandejas con hamburguesas no pudo resistirse más y decidió preguntar.
– ¿Por qué compras tanto?
Evans se volvió para mirar al otro, sorprendido por la pregunta. Intentó pensar en sus conversaciones de los últimos días y en ese momento se dio cuenta de algo.
– Hago una barbacoa en el patio de mi apartamento... ¿No te lo había dicho?
– No, es la primera vez que lo mencionas. – Anderson estaba totalmente seguro.
– Mierda... Se supone que tenía que invitarte... Mis amigos quieren conocerte, les he hablado de ti... Por supuesto que Charlie, Anne y Lily están invitados aunque entenderé que los mayores tengan planes o no quieran pasar el sábado por la noche con su profesor... No hay nadie de su edad pero hay dos niños que son un poco mayores que Lily por lo que se lo pasará bien... ¿Te animas? – Sam preguntó, quería que el otro conociera a sus amigos porque así podría empezar a tener una vida social más interesante, un gran paso para recuperar su vida.
– No sé... Lily es muy tímida... El otro día hablando con mi terapeuta me dijo que probablemente se debía al miedo que le producía ver como su padre me golpeaba... Pero siempre está incómoda con los desconocidos... En la guardería ha tenido varios problemas y no quiero presionarla... – Blaine reconoció uno de los grandes problemas de su pequeña, la que parecía que apenas había sufrido por la situación familiar, también se había visto afectada. Al principio, el moreno se preocupó porque no preguntaba por su otro padre pero tal vez ella no había desarrollado un lazo con él, algo que no era de extrañar porque su exmarido no era muy cariñoso.
– Tal vez necesite conocer gente... Bueno, intentaré hablar con Puck para que sea menos él cuando la niña esté delante para que no la asuste... Por favor, venid... – El rubio juntó las palmas de sus manos y las puso frente a él de manera suplicante, acompañando el gesto con una mirada triste y haciendo un puchero.
– ¡Está bien! – El ojimiel negó con la cabeza mientras decía eso, no podía creer que fuera tan fácil convencerlo. – ¿Hay algo que pueda llevar? ¿Algo con lo que necesites ayuda?
– Déjame pensar... – El profesor fingió que se concentraba. – Tienes que llevar a tu hija y tu sonrisa encantadora y me ayudarás a tener una buena cena riendo y disfrutando toda la noche.
– Eres incorregible. – Anderson rió.
– Lo sé, pero he conseguido que aceptes a venir y pasártelo bien y todo eso sacándote una sonrisa. Creo que he conseguido mi objetivo. – Evans sonrió triunfal.
Blaine odiaba llegar tarde y tenía la sensación de que ese día no iba a ser puntual. Lily parecía que intuía que iba a tener mala noche y había vomitado la merienda sobre su vestido a pocos minutos de salir. Eso había cambiado todos los planes y para cuando había salido de casa ya sabía que no tendría tiempo de llegar. Y ahora la niña se había dormido en la silla por lo que estar pendiente para que cuando se despertara lo viera y no se asustara. En cuanto Sam lo vio, se acercó para ayudarle con la silla de la pequeña ya que tenía que bajar tres escalones.
– Siento llegar tarde. – El moreno se disculpó en cuanto dejaron la silla de nuevo en el suelo.
– No te preocupes, Brittany y Leo no han llegado todavía. Cuando hay niños es más complicado. Todos lo entendemos. – El rubio lo tranquilizó. – Ven, quiero presentarte a mis amigos.
Decir que el corazón de Anderson se detuvo al sentir la mano del profesor agarrando con suavidad la suya sería casi un eufemismo. Sin embargo, el llanto de Lily lo devolvió a la realidad.
– Un momento. – Blaine cogió en brazos a su hija y ella se abrazó con fuerza a su cuello. Había visto que había muchos desconocidos.
– ¿Crees que algún día dejará de tenerme miedo? – El profesor cuestionó en voz baja esperando que la menor no se diera cuenta de que hablaba de ella.
– Espero que sí. – El moreno respondió algo triste.
Los dos caminaron hasta llegar junto a cuatro personas que había allí. En ese momento el ojimiel se sintió algo incómodo porque hacía mucho tiempo que no se encontraba en una situación similar.
– Ellos son Puck, Josh, Mike y Tina... Y el pequeño que está jugando con el balón es Harry, el hijo de Mike y Tina, tiene tres años. La mujer y el hijo de Josh son Brittany y Leo, que llegarán en cualquier momento... Chicos, él es Blaine y la niña que está en sus brazos es Lily. – Sam presentó a todos.
– Lily... – La única mujer del grupo se acercó con cuidado para no asustarla ya que su amigo les había avisado del miedo de la pequeña. – ¿Quieres ir a jugar con Harry? Ha traído también otras cosas si no te gusta jugar a la pelota.
La niña negó con la cabeza mientras apretaba el abrazo que mantenía alrededor del cuello de su padre y, en ese momento, llegaron los dos que faltaban.
– Tío Sam. – El menor corrió hacia el mejor amigo de su padre y éste lo cogió en brazos y comenzó a moverlo como si volase para que estuviera más alto que nadie, lo que hacía que riera porque le encantaba. En ese momento, al escuchar la risa del niño, Lily se volvió y miró la escena, algo que no pasó desapercibido para Blaine o Evans. Por eso, cuando el rubio dejó a Leo en el suelo miró a la niña. – ¿Quieres tú también que te haga volar?
La pequeña miró a su padre como si pidiera permiso y el moreno asintió para que ella se sintiera cómoda. Ella soltó al adulto y esperó a que sus pies tocaran el suelo para acercarse a Sam. El rubio no tardó en hacer con la menor lo mismo que con el niño pero no la levantaba tan alto ni la movía tan rápido porque tenía dos años menos que el otro y no quería que se asustara.
Blaine observaba la escena realmente encantado, era tan bueno ver a los dos tan bien juntos. La mirada que les dirigía no pasó desapercibido para nadie, aunque no lo comentarían para no asustar a ninguno de los protagonistas.
Durante la cena, Sam tuvo a Lily en su regazo y consiguió que se comiera todo su puré mientras su padre disfrutaba de una conversación de adultos y un rato muy agradable. De vez en cuando, Anderson miraba a su hija y su amigo, sintiendo gran felicidad al ver lo bien que se llevaban, algo que no sabía que era tan importante para él hasta ese momento.
Lo más sorprendente llegó en el momento de la despedida ya que la pequeña no quería alejarse de Evans y empezó a llorar en cuanto su padre la cogió en brazos. Era una sorpresa para todos pero parecía lógico porque el rubio se la había ganado con paciencia y sabiendo leer cada una de las expresiones de la menor.
– Te prometo que mañana voy a haceros una visita a ti, a tus hermanos y a tu papá. ¿Te parece bien? – El profesor intentó tranquilizarla y ella asintió.
– ¿Le das un beso a Sam? – Blaine propuso aunque no estaba muy convencido de que lo haría pero la niña se adelantó para intentar llegar a la mejilla del rubio y éste se agachó un poco para que llegara mejor. Cuando ella le dio el beso, él hizo lo mismo con la niña y luego con Anderson.
– Mañana nos vemos. – Evans susurró.
– Hasta mañana...
Blaine se marchó y estaba sorprendido de que a pesar de la brevedad del beso todavía sentía los labios del otro sobre su mejilla. Realmente empezaba a sentir cosas que tenía más que olvidadas y, aunque le daba esperanza, también le aterraba porque no sabía si terminaría con el corazón roto otra vez.
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Una Nueva Vida (Blam - boyxboy)
FanfictionBlaine decide acabar un matrimonio que no ha sido nada bueno. Sin quererlo, poco a poco se irá abriendo al profesor de sus hijos...