CAPÍTULO 2: UNA NUEVA VIDA
Cuatro semanas pasaron hasta que Blaine encontró trabajo en un bar-restaurante como camarero y una pequeña casa en la que vivir con sus hijos, algo vieja pero que tenía un alquiler muy bajo. El dueño no tenía dinero para reformarla y, aunque se podía vivir en ella, había ciertas mejoras que necesitaba. El contrato establecía que se reducía aun más el alquiler a cambio de que se hicieran ciertas mejoras. Eso ayudaba a Blaine a mantener la mente ocupada mientras pintaba paredes, reformaba muebles para darles una mejor apariencia, lijaba y barnizaba los suelos de madera o cambiaba los de la cocina.
También había encontrado a un terapeuta que no costaba mucho y estaba dispuesto a trabajar tanto con Charlie y Anne como con él mismo. Sabía que era una suerte que pudieran acudir al mismo porque podría ayudarlos mejor que si fueran a diferentes psicólogos. Además, había encontrado una buena guardería cerca de donde trabajaba y que tenía un horario amplio, por lo que no tenía que preocuparse si no salía a tiempo de su trabajo.
Poco a poco iba estableciéndose una rutina para todos, algo que ayudaba a los dos adolescentes a tener algo que jamás pensaron que tendrían, una vida normal. Con todo lo que pasaba en casa, les costaba ser felices.
Felicidad... Eso tal vez era lo que más le preocupaba a Charlie. El motivo principal para alejarse de su padre era para que su papá pudiera encontrar paz y felicidad en su vida. Lo primero ya lo tenía, lo veía más relajado que nunca antes, pero lo segundo parecía que le costaba más. Él en cierta parte lo entendía porque sabía que lo que había pasado no se olvidaba de la noche a la mañana, pero tampoco veía que hiciera amigos o saliera. Tanto Anne como él eran mayores y podrían encargarse de Lily si quería un tiempo para él. Sin embargo, cada vez que intentaba sacar el tema con el mayor, éste le decía que no debía preocuparse.
Blaine estaba caminando hacia el supermercado, algo muy habitual para él puesto que, como no tenía coche, sólo podía comprar lo que podía cargar. Con una niña de un año que necesitaba pañales y leche a diario y dos adolescentes, era complicado poder comprar todo lo que necesitaba. Para entrar tenía que pasar el parking y se sorprendió al escuchar que alguien gritaba su nombre. Al volverse, vio al profesor del coro del McKinley que salía de su coche. No era la primera vez que lo veía fuera del instituto, había ido alguna vez al restaurante en el que trabajaba. Por eso ya tenían algo de confianza y se tuteaban.
– Hola. – Blaine saludó con una sonrisa.
– Te he visto caminar hasta aquí... ¿Vives cerca? – Sam preguntó cuando llegó a su lado.
– No... Tengo unos diez minutos de camino, pero es el más cercano. – El moreno se encogió de hombros.
– ¿Por qué no vienes en coche? Tiene que ser pesado llevar todas las cosas todo ese camino. – El ojiverde estaba interesado en saber lo que pensaba el otro.
– No tengo coche... Mi divorcio todavía no es oficial puesto que mi marido está luchando todo lo que puede y ahora se le ha ocurrido la brillante idea de que quiere la custodia de nuestros hijos y que le pague una pensión. Entre el abogado, el terapeuta, el alquiler de la casa... Es demasiado. – Anderson comentó mientras entraban en la tienda. Los dos cogieron un carro y comenzaron su camino por los pasillos del supermercado.
– Si quieres, yo puedo llevarte hoy. Si necesitas hacer una compra más grande, aprovecha. – El rubio sonrió.
– Tal vez te tome la palabra, si no te importa. Necesito unas cosas para seguir con las reformas de la casa, pero no podía comprarlas hoy porque la comida va primero... ¿De verdad que no te importa? – El ojimiel preguntó al otro, que se había detenido para coger un bote de detergente para la ropa.
– De verdad, llena ese carro que mi coche llevará todo a tu casa. – Evans le guiñó el ojo, haciendo que el otro se sonrojara un poco y que sonriera de manera tímida.
Después de llenar los dos carros con productos de limpieza, de higiene y alimentos, llegaron a la zona de ferretería. Ahí Blaine eligió varios botes de pintura y de barniz, tornillos y pintura para maderas para reformar varios muebles. Con suerte, terminaría las habitaciones de sus hijos y podrían establecerse en ellas sin problemas. En ese momento la única que tenía su habitación terminada era Lily y habían decidido que los tres durmieran en ella mientras conseguía terminar las demás.
– Parece que vas a cambiar la casa completamente. – Sam comentó cuando se dio cuenta de que el otro había elegido una gran cantidad de materiales para la reforma.
– La casa necesita un gran lavado de cara. Mientras que la estructura está perfecta y tanto la instalación eléctrica como las tuberías han sido renovadas relativamente hace poco, lo demás necesita ser arreglado. No es que haya humedades o se esté cayendo el techo, pero necesita gran trabajo. El dueño es una persona mayor y no puede hacerlo él y no tiene dinero para contratar a nadie, por lo que en el contrato me redujo el alquiler a cambio de que la reforme. Además, cuando él muera, si sigo siendo el inquilino, tengo opción a comprarla y todo lo que haya pagado de alquiler será descontado al precio de venta que sus herederos establezcan. Y aunque no decida quedármela, todos los muebles serían míos porque yo los he reformado. Es un gran acuerdo... El abogado que lleva mi divorcio me pidió el contrato antes de firmarlo para asegurarse que todas las posibilidades eran contempladas para que a mí no me dejaran en la calle si algo pasa. – El moreno sonrió.
– Eso suena mejor que el contrato de alquiler que yo tengo. Mi casero tarda demasiado en arreglar las cosas que se estropean... Lo mejor es que el edificio tiene un amplio patio interior que podemos usar los vecinos. Hago muchas barbacoas con mis amigos ahí... Mientras no estemos hasta muy tarde para no molestar a los demás, a nadie le importa. – El rubio comentó.
– Yo también tengo un patio trasero, pero ahora mismo es imposible usarlo. De momento es más urgente que reforme el interior de la casa, lo demás puede esperar. – El ojimiel explicó.
Después de terminar y pagar la compra, metieron todo al coche y comenzaron el camino hacia la casa de Blaine. Cuando llegaron, Sam lo ayudó a entrar todo en la casa. El moreno notó que el otro miraba a su alrededor.
– No está tan mal como pensaba cuando la describías. – El rubio comentó.
– No, pero sin esos arreglos es casi imposible que la pueda alquilar a buen precio. Por eso me la alquiló a mí. – Anderson informó.
– Papi. – Una niña de apenas un año, con unos ojos azules enormes y unos adorables rizos oscuros entró en la cocina.
– Lily, cariño. – Blaine se acercó a su hija y la cogió en brazos. – Quiero que conozcas al señor Evans, es profesor de tus hermanos. – La menor lo miró pero no dijo nada, todavía no era muy habladora. – Es muy tímida.
– No te preocupes, lo entiendo. Será mejor que me vaya pero... ¿Estaba sola en casa? – El ojiverde frunció el ceño.
– No, estaba conmigo. – Anne entró en ese momento en la cocina. – Escuchamos a papá y ella quería llegar cuanto antes con él. ¿Qué hace usted aquí?
– He visto a tu padre ir a comprar y le he ofrecido traerlo. Le estaba ayudando con las bolsas. Nos vemos mañana. – El rubio se despidió y salió.
– La verdad, papá, es muy guapo y simpático. No me importaría tenerlo de padrastro. – La adolescente comentó divertida.
– Deja de decir tonterías y ayúdame a poner las cosas en su sitio. – El mayor negó con la cabeza y dejó a Lily en el suelo para poder recoger la compra.
ESTÁS LEYENDO
Una Nueva Vida (Blam - boyxboy)
Hayran KurguBlaine decide acabar un matrimonio que no ha sido nada bueno. Sin quererlo, poco a poco se irá abriendo al profesor de sus hijos...