— Sí. Dile a George que el apartamento ya fue evaluado, dejé los papeles en su oficina.
Habla por teléfono una mujer vestida con un traje ejecutivo, a la vez toma una taza de café. — Ya... Debo colgar, voy tarde a una cita. Siempre tú tan encantador, adiós — Tan pronto termina la llamada, organiza los papeles en su portafolio sobre la mesa, da un último sorbo a su café y se dirige hacia las escaleras.
— ¡Ya me voy! Recuerda llevar a Cristie a su cita.
— Sí, mamá — Le responde su hija bajando las escaleras de la segunda planta para despedirse.
Es una chica alta, de ojos color avellana, cabello largo de color cobrizo y liso. Aún está vestida con el pijama.
— En la tarde debo asistir a una junta así que llegaré un poco tarde — Le informa cuando la tiene de frente. Detrás de ella, llega un perro robusto de patas largas, pelaje negro con marcas color canela en la cara y las patas, manchas blancas en el hocico, pecho, pies y punta de la cola..
— Está bien — Dice entre tanto pasa las manos por el lomo del perro. Como respuesta recibe un lengüetazo en la cara.
— Por el amor de Dios, Andra. ¿Hasta cuándo vas a permitir que el perro te lama el rostro? Es anti higiénico — Le reprende la madre haciendo un gesto de repulsión y caminando hacia la puerta de la entrada de la casa.
— No es anti higiénico. Así es como él me demuestra su amor. Además es la mejor forma de ganar defensas — Contesta sin dejar de acariciarlo.
— Como tú digas... Y lava tu rostro, quedaste llena de saliva de perro — Al oír esto, la muchacha se acerca e intenta rozar la cara con la de su madre.
— ¡Aléjate! — Exclama la mujer mientras da pasos hacia atrás y trata de apartarse de su hija. Cuando logra zafarse del agarre, corre y desaparece por la puerta. La chica sonríe triunfadora y observa a su compañero peludo.
— ¿Tienes hambre? — Pregunta caminando junto a él hacia la cocina.
Saca una cantidad adecuada de un bulto de purina para perros en una taza, la deja en el suelo y deja al animal comiendo animosamente.
Regresaba caminando a casa después de un largo día de estudio cuando lo vio por primera vez. El perro estaba tan delgado que las costillas sobresalían de su pelaje. Al verlo en ese estado, Andra decidió comprarle un pastel de carne, dárselo y luego continuar con su camino. Pero, cuando se encontraba llegando a su hogar, el perro apareció de nuevo a su lado. Le sorprendió que el animal estaba intacto a pesar de haber cruzado varias calles transitadas. Al ver aquella mirada tierna con una mezcla de tristeza como si le suplicara permitirle acompañarla, decidió adoptarlo.
Su madre se opuso a la idea de tenerlo ya que odiaba tener animales en casa, pero Andra y su hermana se empeñaron tanto en convencerla de quedárselo que al final la mujer resultó cediendo. Desde entonces es un integrante más en la familia.
Sube al segundo piso, dirigiéndose a la habitación de Cristie con el fin de despertarla. La casa es amplia, cuenta con tres habitaciones en el piso superior; sala, cocina-comedor y patio de ropa en el piso inferior. Al entrar, lo primero que capta la vista de Andra es a su pequeña hermana bajo las sábanas de estampado de princesas, abrazando un peluche de unicornio.
Se adentra despacio, abre las cortinas y camina hasta la cama.
— Ya es hora de levantarse — Le susurra al oído. La niña se revuelve entre las cobijas y continúa con su siesta. Andra sonríe y toma asiento sobre la cama. — Vaya, hoy mis manos desean hacerle muchas cosquillas a una linda dormilona — Dice moviendo los dedos de las manos.
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Confrontando el peligro
RandomTeniendo que pasar por arduas situaciones que ponen su vida en riesgo, debido a que su familia corre peligro. Andra, se ve implicada en un oscuro mundo lleno de maldad y corrupción... La trata de personas, una red perversa en la que en pleno siglo...