Capítulo 12

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Diversas mujeres, vestidas con prendas muy pequeñas y mostrando gran parte de su piel, caminan tranquilamente exhibiéndose. Los hombres que van entrando al recinto, buscan una mujer que se adapte físicamente a sus gustos para después pedir y pagar por los servicios.

Andra comienza a sentirse mareada, todo le parece lejano y le da vueltas. La rubia la lleva por un pasadizo de luz roja. Gemidos retumban en sus oídos en el momento que caminan por el frente de algunas habitaciones.

— Quédate aquí.

Le quita el abrigo bruscamente y se va. No tiene fuerzas para defenderse. Obedece y estando de pie, se recuesta sobre la pared. Quiere llorar, pero ni siquiera tiene el dominio de poder hacerlo.

Transcurrido un lapso, un hombre sale de una habitación abrochándose el cinturón. Observa a Andra de pies a cabeza con morbo y luego sigue su camino. La chica cierra los ojos tratando de aliviar el malestar.

— ¡Ay, no, nena! — Escucha una voz chillona. — Así no vas a llamar la atención de nadie...

Abre los ojos y halla frente a ella, una mujer con grandes medidas, labios teñidos de rojo carmesí, cabello negro y alta.

— Déjame ayudarte con eso — Saca de su voluptuoso escote, un lápiz labial del color que tienen sus labios, retoca los labios de la chica y consecutivamente, saca maquillaje para ojos y le da un retoque con un poco de delineador y rímel.

— Listo, has quedado como una diva — Dice sintiéndose orgullosa del trabajo que ha hecho. Guarda el maquillaje en el escote, se peina el cabello y con las manos levanta sus pechos estando lista también. — Me voy, buena suerte — Se despide alegre y desaparece de la vista de Andra.

Confundida y distante de su entorno, se mantiene de pie sin saber qué hace allí. Un hombre grande y panzón, aparece por un extremo buscando a su presa. Cuando su mirada se posa en Andra, sonríe malicioso y camina hasta ella.

— Vaya, hace mucho que no veía a una chica tan guapa — Comenta. Apoya el brazo derecho sobre la pared, al lado de la cabeza de Andra y se acerca excesivamente pegando la panza al torso de la chica.

Indispuesta y asqueada, gira el rostro hacia un lado, tratando de esquivar el mal aliento del hombre. —Vamos a divertirnos un rato, ¿quieres? — Propone tomándola del brazo y llevándola adentro de la habitación.

— Pero no quiero — Anuncia Andra atemorizada con voz aniñada.

— No te vas a arrepentir. Acuéstate en la cama — Determina el hombre, entre tanto, cierra la puerta y le pone seguro.

Andra se recuesta sobre las almohadas y cierra los ojos adormilada. El sujeto, se quita los zapatos, se desabrocha el cinturón, se quita el pantalón y el calzoncillo.

Quedando con las medias y la camisa puesta, se dirige a la cama y se sitúa sobre su víctima. Comienza pasando la lengua por el rostro y refregando su miembro sobre la ropa en la parte intima de la chica.

— No, por favor. No quiero... — Se queja Andra revolcándose débilmente bajo el peso del hombre.

— Shhh — La calla besándole los labios resecos. Pasa sus regordetas manos por los pechos y seguidamente la despoja de toda prenda.

Tiempo después, habiendo acabado el acto cruel. El sujeto se viste y sale de la habitación. La mujer rubia, lo recibe en la salida y le exige el dinero. Este le paga complacido y se retira. 

— Vamos, todo terminó por hoy — Dice envolviendo a Andra en una manta y sacándola de la habitación.

La chica llora bajito y se abraza a sí misma. Pocos segundos después es tomada en brazos por un hombre y llevada de vuelta a la habitación en la que la han mantenido encerrada.

Confrontando el peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora