Capítulo 3

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Salen de la estación. Andra tuvo que estacionar el auto a unas cuantas cuadras más allá debido a que toda la calle de la estación estaba copada de autos. Al llegar, le enseña el carro; el policía lo revisa por dentro y por fuera, incluyendo el maletero y el motor. Cuando termina la inspección, se queda inmóvil mirando el auto como si estuviera analizando algo muy complejo en su cabeza. Taciturno, mira hacia los lados y luego fija la vista en Andra. Saca de su bolsillo el móvil y marca un número telefónico.

— Déjeme hacer una llamada y ya veremos cómo solucionarlo — Sin esperar respuesta se aleja un par de metros y empieza a hablar por el celular.

Angustiada, toma asiento sobre la acera en espera de que el policía logre auxiliarla. Ahora que la la adrenalina ha parado, empieza a sentir ardor en las heridas de los brazos y piernas que le causó Vice.

Todo es una pesadilla, todo es una pesadilla... Repite la frase en su mente.

No tiene a quien llamar, su única familia es su madre y Cristie. Su padre murió en un accidente automovilístico el día en el que Cristie nació. Él iba camino al hospital, estaba trabajando cuando le llegó la noticia de que su pequeña hija iba a nacer.

Andra lo esperaba en la sala del hospital. En ese entonces tenía dieciséis años y ya se ocupaba de algunas cosas de la casa debido a que su madre no podía a causa del embarazo. Ambos eran muy parecidos, tanto en lo físico como en el carácter. El color de su cabello y ojos los heredó de su padre; lo valiente y entregada a su familia también, aunque los últimos días él solo se dedicaba a trabajar y no les dedicaba suficiente tiempo.

Tres paramédicos entraron corriendo con un hombre gravemente herido sobre una camilla. Dos enfermeros y un doctor le recibieron.

— Paciente con traumatismo craneal abierto, paro respiratorio, esguince cervical y costillas rotas — Les informa uno de los paramédicos.

— Ha perdido mucha sangre, llévenlo directamente al quirófano — Ordena el doctor.

Recuerda verlo tendido sobre la camilla. Estaba muy herido, no pudo identificarlo en el momento por la máscara de oxígeno que ocultaba parte del rostro y por los enfermeros que lo rodeaban.

Lo supo después. Cuando Cristie se encontraba en brazos de su madre recibieron la noticia. Murió en el quirófano, "él luchó por su vida pero la muerte le ganó" les dijo el doctor. No podía asimilarlo, así como Dios les otorgaba una vida, les arrebataba otra. Su madre renunció al trabajo, duró meses sin salir de la habitación y solo atendía a Cristie para amamantarla. Andra tuvo que dejar la escuela y empezar a trabajar. Se hizo cargo de la casa y de las necesidades de su familia.

Por parte de su madre, quien era hija única solo tenía a sus abuelos pero estos habían muerto años antes del nacimiento de su nieta primogénita. Y su padre, había perdido comunicación con su familia debido a una serie de problemas que tuvieron en cuanto a las diferencias de pensamiento.

Transcurridos los meses, la mujer viuda logró salir del luto; consiguió trabajo y ayudó en casa permitiéndole retomar los estudios a Andra. Desde entonces solo viven para las tres.

— Esperemos unos minutos, luego iremos a buscarlas.

Dice el policía interrumpiendo los pensamientos de Andra.

— ¿Qué esperamos? ¿Acaso la llamada no fue para pedir refuerzos? ¡Súbase a una patrulla con un compañero y vayamos por ellas! — Exclama impaciente.

— Cálmese, aquí yo soy la autoridad - Determina el hombre con el semblante apretado, tomando una posición dominante.

Pero Andra no puede esperar más. Su visita a la estación ha sido una pérdida de tiempo, tiempo valioso en el que si los oficiales hubiesen aprovechado y fuesen competentes ya tendrían a salvo a su madre y a Cristie. Decidida se levanta con el cuerpo y con el alma adolorida a ir por ellas sin importar si es auxiliada o no.

Confrontando el peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora