Revelaciones

14.5K 1.4K 322
                                    

Tsunade y su esposo Namikaze Jiraiya escuchaban con atención el punto de vista de la joven Beta de cabellos azabaches, quien exponía con total seguridad sus conocimientos médicos en referencia al posible diagnóstico del rubio Omega.

La pelinegra de nombre Shizune, reconocida Beta dentro del ámbito de la medicina en el País del Fuego, había llegado a la conclusión acerca del posible padecimiento de Naruto, nieto de su ahora mentora, Tsunade. Los exámenes realizados al joven Omega no mostraban mayor alarma sobre su actual estado, sino las consecuencias que enfrentaría a futuro, si el alto mando llegase a conocer el atraso de estro y con ello, las suposiciones que abarca tal teoría...

—Por la inquietud de tu estado, puedo suponer que las conclusiones a las que has llegado en referencia al padecimiento de mi nieto son preocupantes. ¿No es así, Shizune? —el Alfa de cabellos blancos miraba con sus afilados ojos oscuros el rostro serio de la joven Beta, mientras Tsunade cruzaba los brazos a la altura de su pecho, escuchando con atención las voces de los presentes en la amplia sala.

—No puedo asegurar con certeza si mis sospechas sean del todo acertadas con respecto a un posible diagnóstico, pero mi deber como médico es comentarles sobre las investigaciones que he realizado de forma exhaustiva, Jiraiya-sama —la Beta tomó asiento en una de las cómodas sillas, observando de forma intercalada los rostros del matrimonio Namikaze, para más tarde retomar el punto de la conversación—. Desde la creación de las Cinco Grandes Naciones, se corrió el rumor de una nueva clase jerárquica denominada "Omegas perfectos" éstos seres se les atribuía la insólita condición de ser fértiles por excelencia, no dependían de un ciclo de apareamiento trimestral como se muestra actualmente, sino lo contrario...

—No comprendo lo que tratas de decir con un relato de antaño. ¿Qué tiene que ver una historia mitológica con mi nieto, Shizune? —Tsunade por su parte tomó la mano de su esposo intentando calmarlo, mientras la pelinegra exhaló con pesar.

—Es necesario que escuches con atención, Jiraiya. La teoría que Shizune y yo compartimos se remonta desde las antiguas generaciones de Omegas, asemejándose a la condición actual de Naruto —el Alfa de largos cabellos blancos entrecerró los ojos, aferrando el asir de su masculina mano junto la de su mujer, tranquilizándose por la sutil caricia que ésta le brindaba.

—Como la historia menciona, los Omegas perfectos se les consideraba seres divinos bendecidos por el propio Sabio de los Seis Caminos. Eran acreedores de una belleza atrayente para las nombradas clases jerárquicas de aquel entonces. Contaban con la particularidad de no poseer olor, no manifestaban ciclos de estro trimestralmente sino de forma gradual, logrando concebir sin depender de la etapa de celo en el período de apareamiento. Sus golpes de calor como vulgarmente se le conoce, tenían una duración de semanas a diferencia del estro actual de los Omegas de hoy en día. Sin embargo, las características distintivas de estos Omegas, era su inigualable fertilidad de dar crías en camadas de dos o más niños y el poder que heredaban éstas criaturas al ser descendientes de un Dios. —Shizune guardó silencio de forma estrepitosa, al percatarse de la clara señal de la rubia Omega en querer continuar con el relato.

Los Omegas perfectos nacían uno de cada mil habitantes por región según estimaciones registradas. Por ende, cada ciudad dentro de las catalogadas Cinco Grandes Naciones deseaba hacerse con estos seres, para asegurar a futuros miembros con envidiable herencia genética. Sin embargo, luego de su hallazgo, el círculo autoritario del régimen en aquella época, libró continuas batallas para tomar como pareja a esta escasa especie del eslabón social sin potestad alguna —Tsunade asió entre sus manos una serie de desgastados libros, colocándolos con extremo cuidado en el enorme escritorio a la vista de su esposo y asistente, retomando el hilo del relato—. Los abusos que sufrieron éstos Omegas, fue brutal. No tuvieron piedad en ultrajarlos, humillarlos y asesinarlos uno a uno, acabando con su existencia por el ansia de poder, trayendo consigo la ira descomunal del Sabio de los Seis Caminos, Jiraiya.

Una simple atracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora