Una simple atracción

Convivio parte III

El desespero de la bestia intrínseca del moreno Alfa, se pronunció ante el estruendo de los tiros, a las afueras del recinto estudiantil. Él como un futuro dirigente sabe defenderse, cuenta con la experiencia necesaria para librar confrontaciones con enemigos poderosos. Sasuke es un hombre joven, con una resistencia magnífica, sin mencionar el destacado atributo del que es dueño, su técnica ocular, envidiada por la gran mayoría de los individuos que forman parte del régimen, el Sharingan. Su clan, reconocido por tener miembros temerarios, son acreedores de un loable sentido de la justicia que enaltece a cada uno. Por tal razón, el Uchiha debe proteger a su pareja, aquel Omega de rubios cabellos que, se resguarda entre sus brazos, horrorizado por los recientes eventos.

Escondidos en un angosto pasillo de los innumerables que posee la preparatoria, la pareja espera con suma paciencia. El Uchiha intuye del peligro que es salir al exterior con un asustadizo Omega. Por ende, actuar de forma impulsiva a órdenes de su animal interior, no es una alternativa que piensa considerar. Sasuke tiene en mente sacar al rubio de las instalaciones, buscando en la marcha a los custodios de Naruto, y que éstos, colaboren en conjunto para asegurar el bienestar del Uzumaki. Sin embargo, el constante fragor de las detonaciones, retumba en el sector principal, donde el par de jóvenes permanecen, imposibilitados a accionar un plan de escape.

Lamentándose por no actuar a la brevedad, el pelinegro reaccionó tomando en brazos al Omega, aprovechando que la temerosa multitud corría dispersa hacia los anexos del instituto. Sasuke apresuró el paso para dirigirse al pabellón opuesto, con la esperanza de hallar un lugar seguro, pero en medio del camino, el Alfa se detiene ante los movimientos bruscos de Naruto, quien alega por el bienestar de sus amigos y familiares, respectivamente. El Uchiha siente el mismo desasosiego que el menor, al verse impedido a socorrer a los demás miembros de su clan, por el repentino ataque. No obstante, el moreno gruñe con desdén, aferrando su mano en la muñeca contraria, sin inmutarse en los reclamos que éste vocifera entre sollozos.

—Estamos en medio de un atentado que nadie fue capaz de predecir. Desgraciadamente no podemos auxiliar a nuestros allegados, Naruto —el moreno alzó el tono de voz, intentando convencer al Omega de pensar en su propia seguridad—. Al igual que tú, comparto la misma impotencia de ver a mis compañeros y miembros del clan Uchiha, angustiados por una situación imprevisible, pero el panorama que nos rodea no es el más gratificante para convertirnos en héroes.

—¿Cómo puedes hablar de esa forma? —Naruto cuestionó incrédulo—. Todos en este momento nos sentimos aterrorizados por lo que ocurre, y tú solo justificas un criterio egoísta, sin mostrar clemencia por los demás.

El rubio se soltó con brusquedad del Alfa, mirándolo con decepción. A Naruto le parecía inhumano la postura que el Uchiha tomó para salvaguardar su existencia, costándole creer en demasía, que el moreno no se sensibilizara con el pesar de sus compañeros, quienes experimentan la soberbia colectiva de un grupo de criminales, que buscan exhibir su indiferencia contra un sector vulnerable del escalafón.

—Si has observado a nuestro alrededor, te habrás dado cuenta que no nos encontramos en el mejor lugar para iniciar con una discusión, Naruto —siseó irritado el Uchiha, masajeando el puente de su nariz—. No quiero ponerte en riesgo. Mi prioridad eres tú, y haré lo posible para mantenerte a salvo, incluso de ti mismo.

El desconcertado rubio se mantuvo quieto sobre su eje, sintiendo una vez más el fuerte agarre del Uchiha, para encaminarse hacia el lejano sector. Naruto guardó silencio, tratando de ignorar los desgarradores gritos y el aroma agrío que los Omegas despedían presos del pánico, al ser intimidados por una horda de desalmados que, aún permanecían en el anonimato, sin revelar sus siniestras intenciones.

—Solo te pido comprensión, Sasuke —imploró el Uzumaki, siendo arrastrado por el pelinegro hacia los interminables pasillos de la preparatoria—. Entiendo lo que tratas de hacer, pero queda en nosotros asegurar la vida de algunos. No quiero convertirme en una persona insensible, sabiendo que un Omega, Beta o incluso Alfa necesita de una mano.