7. Tom

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Nuevamente Amelia se quedó a dormir en mi casa y me obligó a ponerme el vestido que el día anterior compramos. También quiso maquillarme porque decía que me veía palida, y después de tanto insistir tuve que ser yo la que me maquillara. No era que no confiaba en ella, sólo que era para prevenir cualquier accidente con las pinturas. Creo que Amelia se había alocado más con la sorpresa de Helen que yo. Hablando dé, ya había guardado los dibujos en el bolso y tenía la esperanza de que no se maltrataran. Deje el dibujo de mi rostro hasta el final de todos y con un poco de suerte no se daría cuenta de que ahí estaba, no quería que todo se volviera raro y extraño gracias a ese dibujo.

Llegamos al colegio más temprano de lo normal. Amelia me jalaba del brazo para que llegaramos antes. ¿Por qué? No tenía idea. Pero era difícil el correr con vestido y zapatillas, aunque parecía que ella ya estaba acostumbrada a correr con falda. Finalmente llegamos al colegio. La mirada de todos se posaron en mí, y eso de alguna forma me incomodaba. Amelia paso su brazo por mis hombros tratando de calmarme mientras fulminaba a todos con la mirada. Subimos hasta el tercer piso pero antes de llegar al salón Amelia tuvo que irse. No le di mucha importancia ya que sabía que cuando regresara me contaría a donde fue. Al entrar al salón lo primero que vi fue a Helen. Pero no estaba dibujando o sentado, sólo estaba mirando por la ventana. Silenciosamente me acerque para que no se diera cuenta de que había llegado pero antes de estar a su lado volteó y me vio. Algo estaba diferente en él.

— Hola— dije con una sonrisa. Él me miraba de pies a cabeza y luego me sonrió.

— Hola— saludó—. Te ves muy bonita— sentí mis mejillas arder.

— G-Gracias. Tú también te ves genial— lo vi detenidamente—. Te acomodaste el cabello— él se sonrojó y desvío la mirada.

— Sí, quería probar algo diferente. Por cierto, te daré tu sorpresa después del colegio.

— De acuerdo. Yo tengo algo que darte— de mi bolso saqué los cinco dibujos y se los entregué—. El día que me quedé a limpiar encontré los pedazos y los traté de juntar. No estan perfectos pero pude salvar la mayoria de...— no pude acabar de hablar cuando Helen me abrazó. Yo me impresioné al principio pero después me rendí y le correspondí el abrazo.

— Gracias...

— No hay de que. Sabía que te habías esforzado demasiado dibujandolos y creí que no era justo que se desperdiciaran.

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Las clases pasaron normales, excepto por la mirada de Helen en mí. ¿Por qué me veía demasiado? Al principio creí que era cosa mía pero Amelia también hizo su comentario sobre ello. No paraba de molestar con que le gustaba y empezaba a incomodarme ese tipo de comentarios. Y aunque tenía teorías lógicas me reusaba a aceptar. Amelia también obtuvo teorías sobre lo que sería mi sorpresa, estas variaban desde un beso en los labios hasta una declaración. Nuevamente no pensaba aceptar ninguna de ellas para no ilusionarme. Y en todo caso que así fuera pues... realmente no sabría que hacer. Al paso que vamos tendré que comprarle su banana split.

— _____— llamó Amelia sacudiendo mi hombro.

— ¿Eh? ¿Que sucede?— dije mientras regresaba de mis pensamientos.

— Ya acabó el primer periodo, quiero ir a comer algo— chilló. Yo pensaba en quedarme ha hablar con Helen pero éste salió del salón. Que raro... ¿a donde ira?, pensé mientras era arrastrada por Amelia a los comedores.

Apenas salir del salón vi que Helen subía las escaleras. No podía deducir a donde iba exactamente puesto que habían tres pisos más arriba de donde estábamos, y también estaba el techo. Me entró la curiosidad pero sabía que escapar de Amelia no era para nada fácil. Además, son cosas de él y no deberían importarme pero la curiosidad mata. Junto con mi amiga fuimos a comer postres. Las dos reíamos y hablabamos de cosas triviales hasta que, de repente, una sombra se veía caer fuera de el colegio. Unos alumnos se acercaron a la ventana para darse cuenta de lo que había caído había sido un cuerpo. Me quedé helada pero apenas salí de mi trance subí las escaleras a paso acelerado revisando en cada salón donde se encontraba Helen.

Al llegar al techo pude ver a Helen de rodillas cerca de la orilla. Su cuerpo temblaba y tenía las manos en el rostro. Me acerqué y puse mi mano en su hombro haciendo que él levantara la vista. Tenía lágrimas en los ojos haciendo que éstos tuvieran un color rojizo. Me arrodillé junto a él y lo abracé. El correspondió mi abrazo en cuestión de segundos. Podía sentir su cuerpo temblar y escuchaba sus sollozos en mi hombro. No dije nada, sólo le acariciaba la espalda y cabeza trantando de calmarlo, algo que sabía no funcionaría.

Mi Pintor Sangriento (Bloody Painter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora