8. ¿Estás bien?

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Después de eso Helen y yo bajamos al patio donde nos encontramos a policías que trataban la muerte de Tom. Helen no contó nada, y era algo que entendía, pues no era fácil describir la muerte de un amigo. Nunca había visto a Helen llorar y sinceramente no quería verlo así otra vez. No podía soportar que él sufriera de esa forma. Helen finalmente se retiró después de el cuestionario que le hizo la policía. Ninguno hablaba del tema en el colegio pues todos seguiamos conmocionados. Amelía, quien se quedó a mi lado todo el día, no habló en lo que restaba del día y la sonrisa que siempre estaba dibujada en su rostro se había borrado.

Después del colegio pensé en visitar a Helen. Tenía dos razones para ir: tenía que pasarle los temas que habíamos visto y quería saber si estaba bien. Tonta, por supuesto que no lo ésta, dije para mí misma. Tenía una vaga idea de saber donde vivía pues ya me lo había dicho una vez que me acompañaba hacía mi casa. Su casa estaba a medio camino del mío y tenía entendido que era blanca. Tardé quince minutos en llegar. Empecé a dudar, ¿toco el timbre o no? Me armé de valor y lo toqué. Después de unos largos segundos abrió una mujer morena de ojos azules. No parecía ser demasiado grande, tal vez tenía cuarenta.

- H-Hola- dije tratando de sonar normal-, soy _____. Soy compañera de Helen y-y vine a dejarle los apuntes.

- Oh- dijo la mujer con una sonrisa-, un gusto conocerte, querida. Soy Rose, la madre de Helen- abrió más la puerta y se hizo a un lado -. Pasa, querida.

- G-Gracias.

Al entrar pude apreciar una gran sala, tenían sillones alrededor de una mesa de cristal, en la pared contraria había una chimenea. En las paredes laterales habían dos puertas cerradas. Finalmente estaban las escaleras en un pasillo al fondo. Rose cerró la puerta y se paró junto a mí. Luego puso su mano en mi hombro.

- La habitación de Helen está subiendo las escaleras, es la primera puerta que encontrarás a la izquierda. Espero que tengas suerte, no ha querido salir de ahí desde que llegó. Ah, por cierto- la mujer pasó por una puerta y regresó con un plato en las manos-, si te abre ¿podrías darle esto?

- Claro- le dediqué una sonrisa y tomé el plato con sopa para después dirigirme a las escaleras.

Nunca creí que entraría a su habitación, pensé tratando de no tirar el liquido dentro del plato. Al subir completamente las escaleras me encontré con otro pasillo. Éste tenia cuatro puertas. En las paredes habían fotografías de la familia de Helen. Una me llamó la atención: se notaba que la foto era algo vieja ya que había un pequeño Helen jugando con una pelota roja en un jardín, Rose estaba sentada en el pasto con una sonrisa de oreja a oreja, también había un hombre pelinegro jugando con Helen. Ha de ser su padre, pensé. Seguí mi camino y me detuve frente a la puerta que llevaba a la habitación de Helen. Como pude toqué a la puerta.

- ¿Helen? Soy yo, _____. Abreme, por favor- dije.

Después de unos segundo Helen abrió la puerta. Tenía el cabello nuevamente despeinado y sus ojeras eran mas oscuras. Sus ojos estaban brillosos por las lágrimas y había rastros de ellas en sus mejillas. Me sentía muy mal por él. Se hizo a un lado sin hablar pero dando a entender que quería que entrara. Al entrar cerró la puerta.

- Eh... Tu mamá me pidió que te diera esto- dije entregándole el plato lleno de sopa.

- No tengo hambre- dejó el plato en el escritorio y se sentó en la cama.

- Tienes que comer algo- tomé nuevamente el plato y lo puse frente a él. Helen solo movió el rostro evadiendo el plato-. Enserio, al menos un poco- tomé la cuchara llena de sopay la puse frente a él. Él la miró y luego se la llevó a la boca.

- No tienes que tratarme como bebé- replicó.

- No, pero no quiero que te mueras de hambre.

- ¿Por qué estás aquí?- preguntó cambiando de tema.

- Te traje los temas que vimos hoy. Además de que quería saber como estabas. Si quieres podemos hablar de lo que pasó.

- Él hablar no lo regresará a la vida.

- No, pero supongo que hablarlo te tranquilizara.

Me sonrió y luego me abrazó. Era algo incomodo el que me abrazara teniendo el plato de sopa en las manos. Cuando me soltó dejé el plato nuevamente en el escritorio y me senté junto a él. Nos quedamos en silencio por un largo tiempo. El se acostó en su cama y con la mirada me pidió que lo imitara. Y así lo hice dejando mi bolso en el suelo.

- Tom me citó en el techo del colegio porque tenía algo importante que decirme. Él fue quien tomó el reloj de Judy- explicó- y metió el reloj en mi mochila inculpandome. La razón fue que no quería ser a quien molestaran asi que al hacer eso todos se fueron contra mí. Me enojé y lo empuje. Él tropezó y...- Helen comenzó a llorar-. Traté de salvarlo pero...

No espere más y lo abrase. En cuestión de minutos él quedó profundamente dormido. Traté de levantarme pero me tenía abrazada. Diez minutos no harán mal a nadie, ¿cierto?, pensé mientras mis ojos se cerraban.

Mi Pintor Sangriento (Bloody Painter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora