Hoy no era tan diferente a los días anteriores. Me encontraba en la cafetería con Judy. Las dos hablabamos hasta que se me ocurrió una idea: si le decía que Helen no había sido el culpable ella entendería, ¿cierto? Pero después recordé que no tenía las pruebas suficientes. Quería hablar con mi amigo, como en los viejos tiempos, antes de que todo esto sucediera. Suspiré. ¿Por qué tenía que pasar esto? De repente Ban llegó corriendo hacía nosotras y llevaba algo en la mano. Era un cuaderno. Para ser más exactos, era el cuaderno de dibujo de Helen.
— Adivinen lo que encontré— dijo mientras nos mostraba el cuaderno. Yo lo intenté tomar pero él lo apartó —. No, no puedes tomarlo. Pienso molestarlo con esto.
— No lo hagas— dije trantando de recuperar el cuaderno—, no vale la pena...
— Por favor, _____— dijo Judy con una sonrisa que daba miedo—, no seas aguafiestas.
— Sí —apoyó Ban—, no intentes apoyar a tu novio. Él se puede defender sólo.
— N-No es mi novio— sentí mis mejillas arder. ¿Por qué todos creían que era mi novio?
— Como sea, si no quieres venir no vengas. De la que te vas a perder.
Los dos se fueron corriendo. Suspiré. Me quedé ahí sentada hasta que la campana sonó. Subí los tres pisos y me detuve en el baño pues Amelia me había pedido que la acompañara. Ella era mi mejor amiga y era una de las pocas -la única- que sabía que Helen era inocente. Amelia también trató de ayudar pero tuve que detenerla puesto que Helen no quería que nadie se enterase. Amelia era una chica muy guapa, incluso tenía el mejor cuerpo de todo noveno grado. Era rubia con ojos azules, al igual que yo. Eramos como hermanas perdidas, excepto que ella era la hermana atractiva. Amelia decía que yo también era guapa y me faltaba crecer. De las dos yo era la más alta sólo por cinco centimentros, pero yo parecía más un fideo.
De regresó al salón pude apreciar algo que hubiera deseado no ver. Vi como Ban rompía unos dibujos de el cuaderno de Helen. Helen, en cambio, tenía los puños cerrados. Sabía lo que iba a suceder, pero antes de detenerlo Helen ya había golpeado a Ban. El mayor le regresó el golpe pero con más fuerza. Hay que aclarar, Ban era dos veces el tamaño de Helen. Amelia trató de detenerme pero fue tarde. Sólo escuche mi nombre y caí de rodillas. Con mis manos toqué mi nariz la cual estaba sangrando. Me levanté y antes de que alguien pudiera decir algo corrí hacía el baño. Me encerré en una cubículo y me senté arriba de la taza. Las lágrimas salían de mis ojos empapando mis mejillas. Con la manga del suéter traté de limpiar la sangre aunque sabía que sería difícil el limpiar la mancha de la tela, en especial si ésta era blanca. Al menos Helen no recibió el golpe, ¿cierto? Había algo del cuál sentirse feliz.
— ¿_____?—preguntó Amelia mientras entraba al baño. Me quedé en silencio y recogí mis pies para que no los viera—. Yo sé que estás aqui— suspiró—. Sabes que no me importa romper seis puertas para encontrarte, ¿cierto?
Salí de mi escondite para evitar que hiciera una tontería. Ahí se encontraba mi amiga junto a la puerta, con nuestros bolsos en sus manos. Los dejó en el suelo y me abrazó. Volví a romper en llanto. Sólo espero no tener la nariz rota, pensé para soltar a Amelia.
— Oh Dios, _____— dijo mientras tomaba un poco de papel y limpiaba mi nariz—. No debiste cruzarte.
— Lo siento...— sonreí, ella siempre se preocupaba por mí.
— Que malo que saliste corriendo. Hubieras visto que paliza le di a Ban. Para que aprenda a no meterse contigo.
— Pero ese golpe no estaba dirigido para mí.
— Lo sé, pero aún así no tiene que meterse con tu novio.
— No es mi novio...
— Aún. ¿Cuando vas ha aceptar que te gusta?— me quede callada, ¿por qué tenía que conocerme tan bien?
— ¿Y para que traes los bolsos?— dije cambiando de tema.
— Ya que estas lastimada pensaba en que nos saltaramos las clases que quedan.
— Éstas loca. No podemos hacerlo, ésta en contra de las reglas.
— Ya lo he hecho un centenar de veces, creeme, nadie nos verá.
Después de que me rogara demasiado acepté, lo cuál fue mala idea. Una profesora nos vio y nos regresó a nuestra clase. ¿Por qué tenía que pasarme eso? No quería ver a nadie realmente. Como sea, nuestro castigo era el limpiar el salón después de el colegio. En cada clase Amelia se sentaba junto a mí y evitaba que alguien se me acercara. Cuando vi a Ban me sentí mal por él. Si yo me sentía mal con mi nariz él ha de sentirse peor con los dos ojos morados y el labio roto. En cuanto a Helen, él no se acercó y no sabía si eso era bueno o malo. Sentía su mirada posada en mí pero siempre que volteaba él desviaba la mirada. Podía ver en su rostro culpabilidad.
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Mi Pintor Sangriento (Bloody Painter)
FanficHelen Otis, un compañero que conocí en noveno grado. Al principio parecía un chico raro, pero con el paso del tiempo se volvió más abierto, al menos hacía mí. Había tantas cosas que amabamos en común: la pintura. Helen Otis, el chico que prefería pi...