Me encontraba hablando con Helen. Él, al igual que siempre, estaba dibujando algo en su cuaderno y no quería mostrarme lo que dibujaba. Era gracioso verlo en la esquina hecho bolita y con el cuaderno lo suficientemente cerca de su rostro evitando que viera. Hice un puchero y me senté en mi respectivo lugar. Después de unos minutos se rindió y se sentó en su asiento cerrando el cuaderno. Puso sus codos encima del cuaderno, para evitar que lo tomara. ¿Por qué no me lo quería enseñar? ¿Acaso era sorpresa? Después de rogar tanto me rendí, era inútil pelear con él.
— ¿Por qué no me lo muestras?— pregunté aún con mis manos en el cuaderno.
— Porque no te incumbe — contestó apartandome y se adentró en otro dibujo.
Hace ya un tiempo que Helen se comportaba algo... extraño. Probablemente tenía problemas en casa o algo, pero me preocupaba por él. Opté por dejarle tranquilo pues no quería perder a mi amigo. Yo también tomé mi cuaderno y comencé a dibujar un ángel. Pero no pude concentrarme, Helen seguía en mi mente. ¿Como puedo pensar tanto en él? Chu, vete, fuera, pensé sacudiendo mi cabeza. Tomé mi lapiz y comencé a morder la goma. Vete, vete, vete. No paraba de repetirlo, sólo quería que desapareciera de mi mente, al menos para hacer un dibujo.
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La campana sonó y todos tomaron sus cosas para irse. Yo hice lo mismo. Pero antes de salir miré de reojo a Helen. Realmente quería saber que le sucedía. Caminé hacía el comedor y tomé dos postres. Ya era costumbre el que le llevara algo de comer. Cuando iba de regresó me di cuenta de que Judy buscaba su reloj y Ban la ayudaba. Quería ayudar, pues me sentía mal por ella. Pero antes lo más importante, mi postre. Luego venía el caso de Helen. Judy y Ban entraron al salón, supuse para echar una ultima mirada al lugar. Apenas puse un pie adentro del salón pude ver como Judy y Ban interrogaban a Helen. Este no les prestaba atención. Judy tenía el reloj en mano y, por lo que pude comprender de la situación, el reloj estaba en la mochila de Helen, y por eso lo acusaban de ladrón. Por la tranquilidad de Helen me pude dar cuenta de que él no había sido y alguien lo inculpó. Los dos chicos salieron dejando nuevamente a Helen solo.
— Hey— dije mientras le entregaba su postre de chocolate—, ¿Todo esta bien?
— Si.
— Yo estoy de tu lado. Sé que no serías capaz de hacer algo así— sonreí. Era imposible que él fuera porque a él no le importaba ese tipo de cosas.
— Hmp— siguió dejandome a un lado. ¿Que debía hacer? Era obvio que no quería hablar conmigo y no podía forzarlo pero, ¿era necesario ser así conmigo? Con un simple gracias hubiera bastado.
Suspiré. Ésta platica era un caso perdido. Sólo esperaba que no pasara a mayores, algo que sucedió.
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Al día siguiente todos hablaban mal de Helen. Incluso llegaron a decirme que no me acercara a él. Lo llamaban por ladrón. Yo quería defender a Helen pero este me detuvo todas las veces. Me dijo que era inútil hacer algo así. Decidí quedarme callada a petición de Helen, pero me sabía muy mal que lo llamaran así y que se convirtiera en un blanco de bullying. Él no se lo merecía y yo lo sabía. Sorprendentemente Helen me dejo a un lado porque eso dañaría mi imagen, también me explicó que lo hacía por protegerme, pero desde un principio supe que era porque no me quería cerca. Sin embargo, él no siguió sólo pues se hizo amigo de Tom. Él tambien había sido bulleado pero todos empezaron ha atacar a Helen haciendo que las burlas hacía Tom disminuyeran.
Hablaba con Helen por Facebook, pero este mostraba indiferencia sobre el tema. Yo insistí millones de veces en ayudarlo pero seguía deteniéndome. Habían momentos en los que decía que no le gustaba su situación, y cuando le pregunté si sus padres sabían lo que sucedía él contestó: "no quiero preocuparles". Después dejé de insistir pero era verdad que la mayoría de veces que era molestado yo interfería. Quiero decir, siempre trataban de irritarlo y yo sólo decía que no valía la pena pelear. Y llegaban esos momentos en los que me confundia: ¿De que lado estaba?
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Mi Pintor Sangriento (Bloody Painter)
FanficHelen Otis, un compañero que conocí en noveno grado. Al principio parecía un chico raro, pero con el paso del tiempo se volvió más abierto, al menos hacía mí. Había tantas cosas que amabamos en común: la pintura. Helen Otis, el chico que prefería pi...