Un cambio de vida.

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Toca la sirena del recreo. La clase de sociales y matemáticas se me ha hecho eterna, y ya es hora de descansar.

-Ey, Alba, ¿te vienes con nosotras en el recreo? -Dicen Andrea, Emma y Victoria, mis compañeras de clase. Emma es morena, guapa y alta, en cambio, Victoria es castaña y bajita. 

-Vale, ahora iré. -Recojo las cosas y las meto en mi mochila delicadamente, subo la cremallera y me pongo la mochila al hombro. Lista.

Andrea, Emma y Victoria se van hacia delante mientras yo camino por los pasillos del instituto. De repente, mi móvil me indica que tengo una nueva notificación. Desbloqueo y miro. Un mensaje de Movistar diciendo que el saldo de mi tarjeta está agotado. Resoplo y guardo el móvil en el bolsillo de mi short vaquero. Un chico alto y muy guapo, de pelo corto y marrón al igual que el color de sus ojos, de unos 17 años, camina despistado al mismo paso que yo. No le doy mucha importancia, pero... De repente, el chico y yo nos chocamos y yo caigo al suelo.

-¿Estás bien? -Dice él, que me ofrece su mano para levantarme. Yo la tomo con algo de vergüenza y me levanto del suelo.

Le miro a los ojos. Es muchísimo más alto que yo. Tiene una sonrisa preciosa, me hace perderme. Su voz es dulce y su piel es muy suave. Su mirada hace quedarme embobada un buen rato, hasta que reacciono.

-Perdón... -Digo con un pequeño hilito de voz casi inaudible.

Ambos nos quedamos callados un buen rato, mirándonos a los ojos como si fuésemos las dos únicas personas en el mundo. Noto como mis mejillas empiezan a sonrojarse y como mi corazón late a mil por hora. Empiezo a sentir calor, mucho calor.

Él me sonríe, y poniendo su mochila sobre sus hombros, se va sin dejar de mirarme. Me siento rara. Es una sensación que nunca había experimentado. 

Suspiro y camino hacia la puerta de salida que da al patio. Ahí están Andrea, Emma y Victoria, que parece que me estaban esperando.

-¿Dónde estabas? -Dice Emma.

-En los pasillos...

-¿Y a qué paso vas para tardar tanto? -Dice Andrea, con tono chistoso.

Yo me vuelvo a sonrojar. Todavía siento mucho calor.

-Es que... Me he chocado con un chico y...

-¿Con quien?

-No se su nombre. Tendría unos 17 años.

-Yo conozco a casi todos de esa edad. -Dice Vicky. -Dime como es e igual te puedo decir su nombre.

-Pues... Llevaba una mochila naranja y negra... Y era castaño, alto y guapillo.

-Ah, ese es Marcos. Es muy majo. ¿Y qué, ha fluido el amor? -Vicky me da una palmadita en la espalda y sonríe. Parece que va en serio.

-¡No digas tontadas, si no le conozco de nada!

-Anda, tonta, si estás más roja que un tomate. Toma, te doy su tuenti y su twitter y habláis, ¿vale? -Y seguidamente, abre su mochila y saca un trozo de papel en el que escribe el nombre del chico. Me lo da sonriente.

-No tienes remedio... ¡Si no me gusta! ¡Es muy mayor!

-La edad es solo un número.

Bajo el mismo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora