En una nube.

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El beso sigue. Nuestros labios parecen ser dos imanes. Marcos se separa poco a poco de mí y sonríe. Me da unos cuantos besos en el cuello que me causan más calor.

-Eres perfecto.

-La perfección no existe.

-No existía. -Le corrijo. -Pero entonces apareciste tú.

-Ah, ¿si? Pues entonces tú la superas con esa sonrisa tan bonita que tienes.

-Y esa sonrisa es el reflejo de la tuya, porque me encanta verte sonreír.

Él sonríe. Me abraza y mira mis labios, seguidamente, se muerde los suyos. Tras este gesto, decido tomar yo la iniciativa, y le beso. Sus labios hacen perderme una vez más en una nube.

-¿Nos vamos ya?

-Vale.

-Te llevo en mi moto. 

-Bien. -Sonrío y me separo de él. 

Salimos del hospital. Me causa un poco de impresión ver el mundo exterior. Parece exagerado, pero no estoy acostumbrada a pasar dos días enteros en un sitio cerrado.

La motocicleta de Marcos está en la puerta del hospital. Me recuerda muchísimo a la de mi hermano, pero él nunca me ha dejado montarme. Ni si quiera me deja tocarla.

Marcos saca dos cascos, uno se lo pone él y el otro me lo pone a mi. Yo sonrío y me subo a la moto. Él hace lo mismo.

-¿Dónde vives, enana?

-Al lado de la Plaza, dos calles más.

-¿Sí? Yo vivo casi al lado. Podríamos quedar para ir al instituto, si quieres.

-¡Genial! 

-Abrázate a mi.

Yo obedezco y le abrazo. La moto arranca y salimos a toda prisa del hospital.

Bajo el mismo cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora