Han pasado varias horas desde la discursión de esta mañana. Quizá debería ir a pedir perdón a mi hermana, pero... Al fin y al cabo, no ha sido mi culpa. Sólo le he insultado, pero ella sabe que no lo quería decir en serio. Igual me arrepienta de haberme comportado así antes, ahora pensando en frío se asume. Pero, ¿vosotros sabéis la sensación esa de que os entran ganas de explotar, de mandar a todo y a todos a la mierda? Pues así me he sentido antes.
Está bien. Subiré a la habitación y hablaré con mi hermana antes de irme, ya que he quedado dentro de poco y no quiero llegar tarde.
Subo por las escaleras, algo confusa, y llamo a la puerta. No consigo respuesta, pero se que Elísabet está ahí. Abro la puerta con cuidado, me asomo y veo a Eli tirada encima de la cama, a oscuras, con aún lágrimas en los ojos. Me acerco hasta ella y me siento en el borde de su cama.
-¿Estás bien? -Pregunto algo preocupada, aunque apenas se nota.
-Déjame.
-No, no te voy a dejar. Me he pasado, ya lo sé. Perdón.
-Me da igual todo lo que digas ahora, haber pensado lo que has dicho antes... Estúpida...
-Y si te da igual, ¿qué haces llorando? Tampoco es para ponerse así.
-Lloro por todo. Por lo de Dani, por el cambio de vida... Por tener una hermana que no me quiere...
-Exagerada. A mí también me pasa tu mismo problema y no lloro.
-¿Qué más te dará que llore o no? Si ya me has dejado demasiado claro que soy una pesada, que no me quieres como hermana, ni nada.
-Todas esas cosas se dicen en caliente. -Acerco mi mano a sus mejillas y le quito las lágrimas con delicadeza. -Tú también me has dicho muchas cosas y sabes que me da igual.
Elísabet mira mis manos. Se queda pensativa.
-¿Qué te ha pasado en las manos? Esta mañana no tenías eso.
-Nada, que me he dado un golpe... -Miento, pero Eli no se da cuenta.
-Ah. Vale.
-Bueno qué, ¿vas a estar toda la tarde encerrada en la habitación, o vas a comportarte como una chica de tu edad? Porque lo que estás haciendo son cosas de niñas de 3 años.
-Vale...
-Bien. Me voy, he quedado. Nos vemos a la hora de cenar.
-No me quiero quedar sola, esta casa es muy grande.
-Pues te aguantas. Tienes que acostumbrarte.
-Pues ven pronto...
-Lo intentaré.
Me pongo la sudadera y salgo de la habitación.
-Un rato después, con Andrea, Emma y Victoria-
Caminamos por una gran avenida llena de palmeras. Andrea va distraída con el móvil y las demás vamos hablando de qué tal ha ido nuestro día. Cada una contamos algo distinto.
Victoria se va un momento con Andrea, y Emma y yo nos quedamos solas.
-Y bueno, ¿qué tal con ese chico? -Salta de repente Emma, guiñándome un ojo.
-¿Qué chico?
-Marcos.
Al escuchar su nombre, me sale una sonrisa tonta.
-Ah, bien. -Digo con aún la sonrisa en mis labios.
-Te gusta, ¿verdad?
-¿Por qué dices eso? No, no... Si no le conozco casi nada...
-Porque has sonreído cuando he dicho su nombre. ¡Se te nota mucho!
-¡No se me nota!
-No mientas. ¿Por qué no hablas con él y te haces amiga suya? Igual así tienes más posibilidades. Quien sabe.
-Que no, pesada. Que no me gusta...
-¿Pero por qué mientes? No cuesta nada reconocerlo. Yo no digo nada, te lo prometo.
-No miento. No se lo que siento exactamente.
-Si que lo sabes. ¿Amor, por ejemplo?
-¡Hala, exagerada! Esa es una palabra demasiado grande para tan poco tiempo.
-No tiene nada que ver. Cuando te empieza a gustar una persona, va a más. Y en la mayoría de casos, te enamoras.
-No quiero enamorarme...
En ese momento, aparecen Andrea y Victoria justo por donde se habían ido. Traen cuatro vasos de granizado, y nos lo dan a cada una. Yo sonrío y doy las gracias.
Se pasa la tarde, y todas nos vamos a casa.

ESTÁS LEYENDO
Bajo el mismo cielo
JugendliteraturY es justo en ese momento, cuando te das cuenta que ha aparecido esa persona en tu vida que llevabas tanto tiempo buscando. Esa persona que te hace cometer las mayores locuras que se pueden hacer. Esa persona que vive en tu mente y que su nombre est...