Me despierto algo extrañada en una habitación que no me da buenas sensaciones. Tumbada sobre una cama de sábanas blancas, veo que sobre mi boca tengo una mascarilla de oxígeno. Mis manos tienen vendas y me duele muchísimo la cabeza. A mi lado, hay unas cuantas personas, pero no logro distinguirlas bien.
-¿Dónde estoy? -Pregunto con la voz algo debilitada, pero suficiente para que me escuchen todos.
-¡Genial, ha despertado! -Dice mi tía Mandi, que me da un beso en la frente. Ya empiezo a ver con más claridad.
Está mi hermano, mi tía, Victoria, Emma, Andrea... Espera, ¿y ese chico de ahí que está sentado en una silla durmiendo? No veo bien, la cabeza no me deja girar por culpa de la maldita mascarilla. Me la intento quitar, pero mi tía me detiene.
-Estás en el hospital.
-¿Qué? ¿Por qué?
-¿No lo recuerdas? Ayer hubo un incendio en el instituto y tú te quedaste dentro para salvar a una persona. -Dice mi tía, algo molesta.
Claro que lo recuerdo. Pero igual me arriesgué mucho por él. Aún así, no me arrepiento.
-¿Podemos hablar un momento con Alba a solas? -Dice Andrea, señalando a las demás chicas que sonríen mientras escuchan a la otra.
-Claro, además yo me voy a trabajar ya. Luego vendrá la madre de Alba y su hermana. -Dice Mandi, mi tía, que coge la chaqueta mientras tanto. -Venga Dani, vámonos.
Mi hermano y mi tía me dan un beso en la frente y salen por la puerta de la habitación. Andrea se acerca hasta mi cama y me mira sonriente.
-Fuiste muy valiente. ¿Por qué lo hiciste? -Su tono de voz es muy bajo, casi no puedo escucharlo.
-No iba a dejar ahí a una persona... ¿No? Bueno, no se lo que hice exactamente.
-Escuchaste más a tu corazón que a tu cabeza.
-¿A qué te refieres? -Me cuesta hablar. ¡Maldita mascarilla!
-A que te gusta. Pero no gustar de que sea guapo, si no de gustar de estar adicta a él. De hacer cualquier locura por conseguir tenerle cerca. Y la has hecho, Alba. Posiblemente esta sea la locura más grande que has hecho en tu vida.
Suspiro. La mascarilla me molesta, así que me la quito. Todas las chicas me miran con emoción y sonríen.
-Vale, tú ganas. Es mi adicción. -Y, seguidamente, miro al techo.
-Shhh, habla más bajito. Está ahí. -Dice Emma, sonriente, señalando al chico que estaba durmiendo en la silla.
Mi corazón se para por menos de un segundo. Al verle, noto como mil mariposas van entrando en mi estómago y una gran sonrisa se dibuja en mis labios. Siento alegría, emoción, felicidad, nervios... Miles y miles de sensaciones que me hacen sentir la persona más feliz del mundo.
-¿Qué hace aquí?
-Lleva aquí desde que entrastes en el hospital. No ha salido de la habitación ni un minuto. ¡Qué mono!
-¿De verdad?
-¡Claro! Mírale, que mono está durmiendo... -Emma se muerde los labios. Yo la miro extrañada y algo molesta. No parece que su actitud me esté gustando.
-Sí...
-Yo quiero tener un novio así, como él de guapo, de tierno y cariñoso. Qué suerte tienes.
-No es mi novio... -Ese comentario ya termina por ponerme de mal humor.
-Pero estás deseando que lo sea.
La miro, con algo de odio por su comportamiento. ¿Le gusta Marcos o son paranoias mías? ¡No puede ser, qué mala suerte tengo! Seguro que si Marcos se entera, querrá salir con ella. Emma es mona, más que yo. O eso es lo que creo. Aunque yo siempre he tenido a muchos chicos locos por mí, pero yo no he salido con ninguno. Siempre he querido esperar a encontrar a alguien que quiera de verdad para pasar gran parte de mi vida a su lado. ¿Será Marcos esa persona? Difícil, por la edad. Nos pasamos tres años, que ahora se notan mucho ya que un chico así con una chica como yo, no pega. Pero siempre me ha gustado romper las reglas.
-Hola... -Marcos se levanta de el pequeño sillón y se dirige hacia mi con una gran sonrisa.
-Bueno, nosotras nos vamos a tomar algo abajo. -Dice Victoria, haciendo gestos a las demás para que salgan de la habitación y nos dejen solos.
Yo las miro con algo de odio ya que me da corte estar delante de ese chico. Pero en el fondo me encanta estar con él a solas, cara con cara.
-Luego venimos. -Todas gritan a coro y salen de la habitación a pequeñas carcajadas.
Marcos se sienta en el borde de la cama y yo voy hacia él timidamente. Definitivamente, estamos solos.
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Bajo el mismo cielo
Ficção AdolescenteY es justo en ese momento, cuando te das cuenta que ha aparecido esa persona en tu vida que llevabas tanto tiempo buscando. Esa persona que te hace cometer las mayores locuras que se pueden hacer. Esa persona que vive en tu mente y que su nombre est...