Pasan las horas y Marcos y yo seguimos abrazados en la cama. Llevo despierta desde hace un buen rato, mis nervios me impiden dormir. Tengo la misma sensación que cuando estás enamorada. Y eso que es demasiado pronto para llamar amor a lo que tengo con Marcos.
El calor del cuerpo de Marcos llega hasta mí, que me hace sentir más protegida. Nuestras manos están unidas... Cuando me he despertado, lo he visto. Es raro porque cuando me he tumbado, nuestras manos estaban separadas. Pero me gusta sentir su piel. Es una bonita sensación...
La puerta de la habitación se abre, pero ni yo misma me entero. Estoy pendiente de como duerme ese chico que tanto me encanta, y ambos estamos pegados. A unos centímetros de sus preciosos y perfectos labios.
-Ejem... Alba, yo que tú me despegaría de ese chico... Mamá sube ahora.
Doy un pequeño brinco en mi cama. ¡Será posible! ¡Con lo bien que estaba yo con él! Y para colmo, es mi hermana Elísabet la que ha entrado sin llamar. Como siempre.
-Podrías llamar antes de entrar.
-Lo siento, pero era para avistarte.
-No le digas nada de esto a mamá.
-¿Es tu novio?
Miro a Elísabet con cara de burla, y seguidamente, me acerco un poco más a Marcos, que le empiezo a dar pequeñas palmaditas en la mejilla. Se despierta poco a poco.
-¿No te apetece dormir un poquito más? -Dice él mientras empieza a abrir los ojos.
-Claro que me apetece, estaría así toda la tarde. Mierda, quiero decir que... Bueno, da igual, si que quiero pero está subiendo mi madre y será mejor que no nos vea así. -Me pongo tan nerviosa que no controlo lo que digo. Es la segunda vez que me pierdo por culpa de su estúpida y perfecta sonrisa.
Marcos se levanta muy rápido de la cama y me acaricia la espalda. A continuación, se sienta en la misma silla que antes. Yo me quedo con la piel de gallina.
Mi hermana, flipando, nos mira a ambos con los ojos abiertos como platos.
-Yo que tú saldría de la habitación. Nuestra madre enseguida se monta sus películas. -Elísabet mira a Marcos, con tono serio. Él, sin decir ni una sola palabra, me mira a mi, me hace un gesto de "luego vuelvo" y sale de la habitación.
-¿Es tu novio, a que si? Es muy guapo. -Eli se acerca a mi y me mira muy seria. Desafiante, tal vez.
-No.
-¿Y qué hacías abrazada con él en la cama?
-¿Y a ti que te importa, Elísabet?
-Que rápido ligas.
Mi madre entra por la puerta de la habitación, con cara seria y apagada. En sus manos, lleva un sobre en el que pone mi nombre y mis apellidos.
-¿Cómo se te ocurrió hacer eso, Alba?
El tono de mi madre no me gusta nada, es más, me preocupa. Pensaba que me iba a recibir con más cariño.
-¿Es algo malo o qué? Tendrías que estar orgullosa de mi por lo menos...
-Lo siento, cariño. Pero, ¿y si te hubiera pasado algo peor? Te he dicho un millón de veces que pienses antes de hacer las cosas.
-Y pensé, mamá.
-Me encanta que seas valiente y que hayas salvado a una persona. Pero no lo tendrías que haber hecho.
¿Una persona? No es sólo eso. Es una persona especial. Una que me encanta. Pero no se lo puedo decir a mi madre. No lo entendería.
Mamá abre el sobre con cuidado y me mira.
-Mañana por la mañana te darán el alta.
-Genial, ¿pero por qué no me puedo ir ya, si estoy bien?
-No, no estás bien. -Me dice muy seria. -Te han hecho varias pruebas y...
-¿Y qué?
-Tienes problemas respiratorios.
-¿Qué?
-Necesitarás un inhalador durante unos meses. No será eterno, dicen que se te irá pronto.
Me quedo callada, cortante. Mi madre me mira y vuelve a guardar el papel en el sobre.
-En fin, Alba. Haz lo que quieras. Nosotras nos vamos ya, se hace tarde.
-Con Dani te quedaste en el hospital...
-Lo de Dani era grave. Tú estás bien, por lo que veo. No te falta visita, así que te dejamos tranquila y nos vemos mañana. -Se levanta y se pone la chaqueta a la vez que mi hermana.
-Adiós.
Salen por la puerta sin apenas mirarme a la cara.
Mi autoestima baja rápidamente y no puedo evitar llorar. Siento rabia. Mucha rabia. Rabia de que siento que no todo me ha salido bien, aunque no me arrepienta de lo ocurrido. Mi madre es siempre así, pero hoy me ha hundido de tal manera que quiero desaparecer.
Me acurruco en la cama y apoyo mi cabeza en las rodillas.
-Toc, toc. ¿Se puede? -La puerta se vuelve a abrir y aparece Marcos con una sonrisa que enseguida desaparece cuando me ve en la cama llorando. Se acerca a mí a un paso muy rápido y me acaricia la mejilla de tal modo que mis lágrimas desaparecen. -Eh, eh, ¿qué te pasa enana?
Me acaba de llamar enana. Y me encanta, me encanta que esa palabra salga de su boca y vaya dedicada a mí. Me siento mucho mejor cuando él está cerca...
-Nada, es una tontada...
-Si fuera una tontada no estarías llorando. Venga tonta, cuéntamelo que yo no digo nada.
Le miro, ahora más tranquila, y le empiezo a contar con todo detalle lo que me ha dicho mi madre. Él, atento, escucha sin decir ni una sola palabra.
-No llores por eso. Mañana saldrás de aquí y seguirá tu vida normal.
-Mi vida normal es muy aburrida.
-Seguro que cambiará algo. -Sonriente, se acerca a mi y se vuelve a tumbar en la cama ofreciéndome un huequito para que me tumbe junto a él como antes.
Nos quedamos un buen rato mirándonos, cara con cara, a unos pocos centímetros. Él se acerca cada vez más y me abraza por la cintura. Y así pasamos toda la noche, juntos, sin despegarnos ni movernos. Una noche de película. Pero esto no es una película. Es la vida real. Mi aburrida vida real, que empieza a tener sentido ahora que ha aparecido él.
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Bajo el mismo cielo
Novela JuvenilY es justo en ese momento, cuando te das cuenta que ha aparecido esa persona en tu vida que llevabas tanto tiempo buscando. Esa persona que te hace cometer las mayores locuras que se pueden hacer. Esa persona que vive en tu mente y que su nombre est...