Estamos solos. Cerca el uno del otro. Nuestras sonrisas parecen ser dos imanes que llevaban mucho tiempo esperando para encontrarse. Puedo empezar a notar mi respiración agitada, los latidos de mi corazón y mis pensamientos que no hacen más que hablarme de sus labios.
-¿Por qué justamente a mí? -Su voz retumba por las paredes de la habitación. Una voz dulce, perfecta. A mi gusto, podría decirse.
-Hay muchas preguntas sin respuesta, ¿no crees? -Mis latidos se escuchan más que mi propia voz.
-Pero esa sí que la tiene. -Su sonrisa aumenta, su mirada se centra en mí. Únicamente en mí.
-No, no la tiene...
-Claro que la tiene, Alba.
-¿Sabes mi nombre?
-Claro, ¿cómo no lo iba a saber? Te llamas Alba, tienes 14 años, hace poco te mudaste a Zaragoza y eres mi heroína.
-¿Tu heroína? -Mis mejillas se sonrojan. Mucho, demasiado. Me arden.
-Ese es otro tema. Primero responde a mi pregunta.
-No pretendía ser la héroe de nadie. Solo que mi corazón me decía que tenía que sacarte de ahí...
-¿Tu corazón?
Mierda, se me ha escapado. Odio a su sonrisa, hace quedarme embobada y las palabras me salen sin pensar.
-Déjalo, no es nada... Me gusta ayudar. Nada más...
-Eso está muy bien.
-Supongo. ¿Y por qué lo de heroína?
-Eres mi héroe, aunque no prentendas serlo.
-No hace falta que exageres. -Cada vez mis latidos van más rápido. No pueden detenerse.
-No exagero, créeme.
-Gracias... -Me quedo en blanco. -Tampoco hace falta que te quedes, puedes irte ahora que estoy bien.
-No pienso dejarte sola. Me vas a tener que soportar todos los días. -Añade con una risilla bastante perfecta. Y eso que la perfección no existe... Pero él la roza.
-No se que hago en este hospital si sólo fue un desmayo.
-Fue más. Te faltaba oxígeno. Podría haber sido algo más que un desmayo. ¡Estás completamente loca! -Sonriente, se acerca a mi y me coge por la cintura, sentándome sobre sus piernas. Sus brazos me envuelven y el olor de su colonia hace sentirme mejor que nunca. Aunque no lo parezca, ya estoy mucho más calmada.
Permanecemos un buen rato en silencio. Un rato que quiero que sea interminable. Y es que, me gusta estar así con él. Ambos creemos que en el fondo no nos conocemos tanto, pero sabemos que no es así. Que nos conocemos más que a nosotros mismos.
-¿Y cada cuanto salvas la vida de la gente? -Dice con tono chistoso.
-No he salvado la vida de nadie. -Sonrío, acomodándome sobre su pecho.
-La mía.
-Que va.
-Que cabezona eres. Está bien, te daré la razón aunque no la tengas. No quiero que te enfades.
Nos volvemos a quedar callados, otra vez. Marcos me despega de él y se tumba en la cama. Después, me hace un pequeño gesto para ir hacia él. Yo hago caso y me tumbo a su lado, abrazándole el pecho.
-¿Nos echamos una siesta?
-¡Vale! -Mi emoción se demuestra con la gran sonrisa que llevo en mis labios.
Nunca había estado así con un chico, abrazados en una cama, sintiéndonos las dos únicas personas en el mundo... Es algo que no sabría explicar con palabras. Sólo se que quiero estar así con él siempre. Quiero despertar y tenerle a mi lado todos los días. Quiero besarle. Muero por probar sus labios. Pero tendré que esperar, supongo. Sería mi primer beso y quiero que sea especial. Tampoco se si a él le gusto, aunque, por la forma de mirarme, lo delata...
Y tras haber dado tantas vueltas a mi cabeza con este tema, me acurruco más en su pecho y apoyo mi cabeza sobre su hombro. Él ya se ha quedado dormido. Y ahora me toca a mi, que, efectivamente, no tardo en hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Bajo el mismo cielo
Teen FictionY es justo en ese momento, cuando te das cuenta que ha aparecido esa persona en tu vida que llevabas tanto tiempo buscando. Esa persona que te hace cometer las mayores locuras que se pueden hacer. Esa persona que vive en tu mente y que su nombre est...