El finde pasa muy rápido, y el lunes comienza con el pitido de mi despertador. Es un día algo soleado, pero no parece que haga calor. Y eso me gusta.
-¿Os venís conmigo, chicas? -Dice Dani, que aparece por la puerta de la cocina. Tiene unos cuantos puntos en el labio, pero sigue estando igual de guapo. Mi hermano se las lleva a todas de calle. Pero desde ayer, que le dieron el alta... No está tan favorecido.
-¿Pero tú no vas con la moto? -Dice Elísabet.
-No. Hasta dentro de unas semanas, no puedo cogerla. Mamá no me deja.
-Ah, vale. Pues entonces ven con nosotras.
Yo escucho la conversación de mis hermanos desde el otro lado de la cocina. No parece que me interese mucho la conversación, así que asiento con la cabeza algo distraída.
Salimos de casa y vamos hacia el instituto.
Un rato después.
La clase de matemáticas es tan aburrida, que se me está haciendo eterna. El profesor no hace más que decir números, números y más números.
-Señorita Alba, parece que está usted algo distraída. -Dice el profesor, que se dirige hacia mi.
¿Me está tratando de usted? ¡No me lo puedo creer! ¡Odio que me traten como a un adulto! Y para colmo, toda la clase está mirándome, y entre pequeños murmullos, comentan mi poco interés hacia las ecuaciones.
-¿Se puede saber qué hace? Podría atender más a mi explicación.
-No estaba distraída... Estaba buscando el lápiz y... -Mi voz es casi inaudible, por lo que el profesor me interrumpe.
-No invente. Aquí se viene a aprender y no a mirar por la ventana como usted estaba haciendo. Va a tener un castigo.
-¿Un castigo? ¿Qué castigo?
-Va a estar castigada haciendo ecuaciones todo el recreo. Así aprenderá una buena lección.
-¡No es justo!
El profesor se incorpora y sigue con su explicación. ¡Será fantasma! ¡Si no he hecho nada malo! Hay muchas personas en la clase que están hablando o incluso más distraídas que yo. Pero parece que este estúpido profesor me tiene manía. Bueno, todos los de matemáticas la toman conmigo.
Suena la sirena y los alumnos se quedan en silencio, extrañados. Todavía no debería haber tocado, acaba de empezar la clase. ¿Cómo es posible?
La puerta del aula se abre y aparece un grupo de adolescentes que van gritando "¡FUEGO, FUEGO!" Todos nos levantamos de nuestras sillas y salimos corriendo del aula. El profesor de matemáticas nos pide orden y tranquilidad, pero es imposible. No es un simulacro de incendios. Puedo notar el olor a humo que hay en la planta de arriba.
Empiezo a ponerme nerviosa. Victoria se acerca a mi y me da la mano.
-Está todo muy oscuro. No veo nada. -Dice ella, que empieza a ir cada vez más rápido. Por fin, vemos la salida de emergencia. Nos aproximamos hacia ella corriendo y salimos algo mareadas. ¡Qué horror! ¡Es un incendio de verdad!
La gente va saliendo y el instituto se queda vacío. O eso dicen. Pero faltan algunas personas. Un chico de cuarto ESO, dos chicas de primero y dos chicos de segundo de bachillerato.
Espera... ¿Segundo de bachillerato? ¡Ese es el curso de Marcos! ¡Y no le he visto salir!
Mis nervios van a más. Marcos no ha salido. Y los bomberos todavía no han llegado.
¿Y si entro? Sería peligroso. Y entrar solo por una persona que no conoces de casi nada... Bueno... Me gusta, pero... Pero igual me arrepiento el resto de mi vida. Aún así, me sentiría bien de haber salvado la vida de una persona. En fin, no hay tiempo para darle vueltas. Entraré. No puedo dejar ahí dentro al chico que vive en mis pensamientos las veinticuatro horas del día.
Voy disimuladamente hasta la puerta de emergencia. Nadie me ve, pero tendré que darme prisa.
Ya estoy dentro. No veo casi nada, y el humo hace que me cueste respirar. Unas cuantas personas entran por detras de mi, pero no se dan cuenta de que estoy.
¿Dónde está segundo de bachiller? Ah si, al lado del aula de informática. Solo tengo que ir un poco más rápido y llegar hasta ahí.
Listo. Seis puertas, abiertas de par en par, indican que ese es el curso de Marcos. Entro a la primera clase, pero no hay nadie... A la segunda, pero tampoco... Y a la tercera, que definitivamente, es donde está él, sentado en el suelo y apoyado en la pared. Está incosciente.
Me aproximo hacia él, algo preocupada. Incluso puedo notar que cae una lágrima por mi mejilla. No hay tiempo. Ahora o nunca.
Le cojo de la mano. Me encanta el tacto de su piel, incluso hace calmarme. Veo que tiene pulso, pero no responde. Mierda. Me estoy empezando a marear.
Me siento a su lado y pongo mis manos sobre su pecho, dando pequeños impulsos que no dan respuesta alguna. "¡Joder, Alba!" mis pensamientos no me dejan concentrarme. ¿Qué opción tengo? No puedo arrastrarle, yo soy muy delgadita y no soy capaz ni de coger a mi hermana. ¿El boca-boca? Sí, es una buena opción. Pero... Bah, ya tendré tiempo de pensar luego. Ahora tengo que dedicarme a él.
Me acerco a su cara y bajo poco a poco a sus labios. Qué guapo es... Pero no hay tiempo. Me tengo que concentrar. Junto mis labios con los suyos y empiezo a hacerle el boca-boca.
Mis lágrimas caen cada vez más y empiezo a quedarme sin oxígeno alguno. Pero... De pronto, Marcos abre los ojos. Yo me separo de él muy rápido.
Él me mira algo extrañado, pero enseguida saca una pequeña sonrisa. Esa sonrisa que me encanta. Que me vuelve loca...
-Gracias... -Dice él, que me da la mano. -Me has salvado...
-No, no exageres... -Empiezo a tener calor. -Tampoco ha sido para tanto...
-Claro que lo ha sido, me has salvado... ¿Por qué lo has hecho?
-Me...me...me gusta...me gusta ayudar, supongo...
-Tenemos que salir de aquí. Vamos.
Marcos se levanta, pero a mi, en cambio, me cuesta más. Él sonríe y me coge por la cintura. Cada vez tengo más y más calor.
Empezamos a correr hasta la puerta de salida de emergencia. La gente nos mira a los dos y seguidamente, un grupo de médicos vienen hacia nosotros.
-Ya no queda nadie en el edificio, habéis sido los últimos en salir. -Dice uno de ellos. -¿Estáis bien?
Yo veo algo borroso. Me falta el aire y no puedo hablar. De repente, veo todo de color negro y un pequeño mareo hace que me caiga al suelo incosciente.

ESTÁS LEYENDO
Bajo el mismo cielo
Fiksi RemajaY es justo en ese momento, cuando te das cuenta que ha aparecido esa persona en tu vida que llevabas tanto tiempo buscando. Esa persona que te hace cometer las mayores locuras que se pueden hacer. Esa persona que vive en tu mente y que su nombre est...