Ya es de día. Llevo media hora despierta, reflexionando sobre mi nueva vida. Está cambiando muchísimo desde que dejé Nueva York para venir aquí, y eso que fue hace unos días. Unos días en los que me ha dado tiempo para conocer a gente nueva, para encontrar al dueño de mi corazón, para descubrir nuevas sensaciones... Y sobre todo, para conocerme mejor a mí misma, cosa que antes daba por hecha. Lo cierto es que, nunca me había parado a pensar a cómo soy yo en realidad.
-Buenos días. -Marcos estira los brazos y luego se frota los ojos. Una sonrisilla algo picarona sale por sus labios, provocándome una pequeña carcajada.
-¿Qué tal has dormido?
-Mejor que nunca.
Ambos nos quedamos un buen rato mirándonos a los ojos. Eso me recuerda a la primera vez que le vi, en los pasillos del instituto.
Son más de las once de la mañana, algo que me extraña. ¿No deberían haberme dado el papel del alta ya? Mi madre me dijo que me lo darían a primera hora, pero por aquí no ha aparecido nadie. Tendré que esperar un poco más, supongo. Pero odio esperar, eso me hace ponerme de los nervios.
-¿Vamos a desayunar, nena?
-La comida del hospital está asquerosa. Prefiero aguantarme.
Marcos empieza a reír, como si le estuviese contando un chiste. Yo me quedo mirándole, embobada por el tono de su risa, y seguidamente me acerco un poco a él.
-¡No te rías! -Mi tono de niña pequeña aparece de la nada.
Él se acerca más y me mira.
-Es imposible no reírse.
-Claro que es posible, ¡no te rías de mí! -Le saco la lengua, haciéndole la burla en broma.
Él sonríe y pone su dedo pulgar en mis labios.
-Calla, tonta. No me río de tí, me río contigo.
-¡Ment... -No me deja terminar la palabra.
-Nunca pensé estar tan loco con una chica como lo estoy ahora contigo.
El corazón se me para por un milisegundo, que me hace ponerme roja. Mis mejillas arden, queman. Ahora mismo son fuego.
-¿A qué te refie... -Otra vez que no me deja terminar la frase. Esta vez, me cruzo de brazos.
-No soy una persona que crea mucho en el amor, pero cuando apareciste tú, todo cambió. -Quita su dedo de mis labios y centra su mirada en la mía -He conocido a muchas chicas en mi vida, pero ninguna era en realidad mi alma gemela. Sólo fueron chicas que querían lío de una noche.
Mi mente se queda en blanco. Miro sus labios y me muerdo los míos.
La puerta de la habitación se abre y ambos nos separamos rápidamente. Un médico trae un sobre blanco, en el que pone mi nombre y apellidos.
-Buenos días, Alba. ¿Qué tal estás, te notas mejor?
-Buenos días. Sí.
-Bien, en ese caso, te doy ya el alta médica, que te correspondía hoy. Puedes marcharte ya.
-Muchas gracias.
-Como ya sabrás, tienes que usar un inhalador durante un pequeño tiempo, para evitar enfermedades respiratorias.
-Sí, ya lo sabía.
-Bien. Espero que te vaya todo bien fuera. Para cualquier cosa, aquí me tienes. -El médico sale por la puerta.
Me levanto de la cama y miro a Marcos. Él se levanta justamente detrás y me agarra por la cintura.
-Ya nos podemos ir. -Dice él con una sonrisa. -Te llevo en mi motocicleta si quieres.
-Genial.
Se acerca más a mí y mira mis labios. Se muerde los suyos, y a continuación, sube su mirada hasta centrarse en mis ojos. Me apoyo en la pared, y él empieza a darme pequeños besos en el cuello que me causan placer. Muuuuucho placer.
A continuación, sube hasta mis labios. Se para, y poco a poco, se acerca tanto que noto un pequeño roce de sus labios. Me da un pico, y a continuación, me besa. Me besa durante un buen rato, un rato que me hace sentir feliz. Es mi primer beso, algo mejor de lo que esperaba.
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Bajo el mismo cielo
Teen FictionY es justo en ese momento, cuando te das cuenta que ha aparecido esa persona en tu vida que llevabas tanto tiempo buscando. Esa persona que te hace cometer las mayores locuras que se pueden hacer. Esa persona que vive en tu mente y que su nombre est...