Capitulo 8

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Give me love.

Cables, dolores... ya había pasado por esto. 

¿El dolor se iría algún día? No.

No había nadie en la habitación. _____ suspiró cansada y se miró a si misma. Que asco... que asco le daba. Ella vivía una lucha constante consigo misma, y hasta en los peores momentos no se acababa.

Se puso de pie y se miró en el espejo. Frío, y duro espejo que mostraba la realidad tal cuál era. Eso le dolía. Le dolía verse así, en esas condiciones. Más que dolor, asco y repulsión... odio, a sí misma. Ella jamás podría ser cómo las chicas... las chicas de las revistas, las modelos, las chicas que ella consideraba perfectas... cómo Beth.

Escuchó ruidos en la puerta y se abrió.

—Hola... eh... lo siento, creo que me he equivocado de habitación—exclamó una chica de cabellos negros, ruborizandose.

—Tranquila. Puedes quedarte si quieres, me siento sola.

_____ se sorprendió de la verdad de sus palabras. Y entonces cayó en cuenta de que estaba hablando de más.

—¿Cómo te llamas? Mi nombre es ____.—preguntó.

—Mi nombre es Grace, pero me puedes llamar Gracie. Bueno, todos mis amigos me llamas así...—contestó la chica, bajando la mirada.

—¿Qué haces acá en el hospital?—preguntó nuevamente la castaña tratando de no sonar fría, pero de todos modos lo consiguió.

Gracie subió su mirada y ____ pudo notar cómo su labio inferior le temblaba, cómo si tratara de no llorar.

—Seré sincera... me encuentro vagando por aquí. Mi mamá se ha ido y no quiero ir a casa, porque ni allí me siento en mi hogar.

_____ también sintió ganas de llorar. 

—Puedes irte conmigo. Mi madre de seguro ni se da cuenta. 

—No quiero ser una molestia. Durante años lo he sido y no planeo serlo de nuevo.

_____ sintió pena por la chica, porque era exactamente igual a ella. También se sentía sola en un mundo con millones de personas. Bueno... era un pueblo pequeño, pero un infierno grande.

Gracie sonrió para calmar el incómodo silencio y luego salió.

(...)

Justin frunció el ceño y fingía escuchar todo lo que decía la secretaria.

—... Entonces, tienes que firmar acá—exclamó la secretaria mientras le señalaba un espacio en blanco con su bolígrafo—Y cuándo firmes, estarás solicitando la orden de arresto para la señorita Elizabeth.

“Te pudrirás en la cárcel Beth” pensó Justin y se dispuso a firmar.

De todas sus decisiones, contaba con que no saldría arrepentido de esta. Tiene el valor suficiente cómo para enfrentar la realidad.

Y, con las manos en los bolsillos, salió de allí con una enorme sonrisa.

(...)

¿Alguna vez soñaste tanto hasta confundirlo con la realidad? Pues _____ sí.

____ se sobresaltó en cuánto Justin entró a la habitación, sonriente.

¿Sonriente... aún con ella en esas condiciones?

—Hola amor—exclamó Justin.

Se acercó para besarla, pero ella le corrió la cara.

—Ah... entiendo, estás enojada... Lo siento por no irte a buscar.

Aún seguía enojada.

—Te amo.

—Si no es verdad, no lo digas. Lo único bonito que he escuchado en mi vida han sido mentiras.

A Justin se le borró la sonrisa.

—No pienso seguir llorando por heridas que no se cierran... heridas que no se curan. ¿Quieres hacerme llorar? Supongo que no, vete.

—Eso haré. Pero te amo, te gustaría saberlo.

Justin se marchó, enojado y frustrado. Una sensación de dolor le invadía, que no podía calmar hasta probar esos labios.

Pero la quería hacer feliz. Y eso haría. Haría cómo si no la conociera, cómo si jamás supiera de su existencia. Cómo si jamás hubiera probado esos labios.

Eso la complacería. La haría feliz. Ella no lo quería cerca y la complacería, porque la amaba.

AWKWARD. | j.b |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora