— ¿Alguna vez has besado a alguien?
Frank miró al chico junto a él, ceñudo.
— No —admitió, con algo de pena. Tener quince años y no haber dado tu primer beso era algo vergonzoso— ¿Tú lo has hecho?
Gerard se encontró con su mirada y sonrió. Fue una sonrisa pequeña, con un significado oculto en ella— No.
La iluminación dentro de la tienda era casi inexistente, claro, si aquel viejo trozo de tela podía llamarse tienda. Habían amarrado una sábana a los soportes de la cama de Gerard y la habían hecho pasar por una tienda de campamento improvisada. Una sola linterna iluminaba el pequeño lugar, cuya su luz era blanca y muy leve; casi inexistente. Sin embargo, la piel de Gerard parecía brillar bajo aquel ambiente, en contraste con su cabello azabache.
— ¿Porque lo preguntas? —quiso saber luego el moreno, recostado junto a Gerard. Su compañero de campaña mantuvo el silencio por un tiempo, mirando hacia el oscuro techo de la tienda. Frank observaba su pecho subir y bajar con lentitud.
— Todo son acertijos y la clave de un acertijo es otro acertijo.
— ¿Qué dices?
Gerard giró el rostro hacia él. Podía sentir su cálido aliento golpear su rostro.
— Emerson. Un viejo proverbio de Ralph Emerson. Era un poeta, vimos algo de él en la clase de filosofía del miércoles —explicó Gerard al ver que el otro no tenía idea de que hablaba.
Frank se limitó a asentir con la cabeza. Gerard siempre solía recordar ese tipo de cosas de las clases y luego acostumbraba a decirlas al azar. El silencio volvió a caer entre ellos. Frank desconocía la hora que podría ser, quizás era algún momento de la madrugada o incluso más tarde, no sabría decirlo. Pues al meterse dentro de la tienda no volvieron a salir al mundo exterior, de hecho, intuía que habían permanecido despiertos toda la noche. Pero no le molestaba. Le gustaba estar con Gerard, se sentía cómodo con su presencia y también sentía que podía contarle lo que fuera, aquel chico quien lo había salvado de unos bravucones hacia algunas semanas atrás había sufrido casi tanto como él y entendía perfectamente como se sentía. Entendía el dolor, la pena, y el sufrimiento como nadie que haya conocido antes.
— ¿Te gustaría ser mi primer beso?
Su suave voz lo sacó de sus pensamientos. Le miró una vez más; la vista de Gerard seguía clavada en el techo. Por una fracción de segundo se le trabó la lengua y no supo que responder. Sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí. Agradecía la poca iluminación de la tienda.
— S-solo si tu quieres que yo lo sea. También... Serías mi primer beso.
— Quiero que tú lo seas. ¿No quieres que yo sea el tuyo?
Gerard se incorporó y por inercia Frank también lo hizo. Ahora ambos estaban frente a frente.
— Jamás dije eso. Claro que me gustaría ser tu primer beso —aclaró, en cualquier caso.
Gerard sonrió— ¿Qué esperas? ¿Una invasión extraterrestre? Bésame.
Frank nunca había besado a nadie en su vida. No sabía como hacerlo además de juntar sus labios, eso había visto que hacían en las películas y hasta ese punto llegaban sus conocimientos básicos. Gerard le gustaba y hacer el ridículo mientras lo besaba no era su ideal predilecto para como pensó que sería aquella ocasión. Pero por el otro lado, Gerard tampoco había besado a nadie. Aquello los ponía en la misma categoría de ignorantes con respecto a los besos.
Y eso hizo. Frank se acercó y recorrió el poco camino que los separaban para juntar sus labios en uno. Un estremecimiento recorrió su columna, las mariposas batían sin cesar en su estómago, una conocida presión surgió en su entrepierna, y el tan necesitado aire dejó de llegarle a la cabeza. Todo su mundo se detuvo y ahora lo único que importaba en aquel entonces era Gerard.
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i brought you my love, you brought me your blood ↠ frerard
Fanfic[secuela de suicide club] "Si podía amar a sus demonios, entonces también podía hacerlo con el dueño de estos."