¿Quién dijo que éramos pareja?

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Apenas unos días después de haberse establecido en ese lugar, comenzaron los problemas.

Era de tarde, Gerard se encontraba en la sala viendo atentamente un programa de asesinatos en el canal de Discovery. Había estado muy callado en lo que llevaba del día, él era en sí callado, pero no tanto. Le preocupaba, últimamente su comportamiento era muy extraño y elocuente. Frank, por su parte, había ocupado su tiempo desempacando las cosas; no era mucho, solo ropa y uno que otro objeto personal. Soltó un bufido al descubrir que no tenían agua caliente, por el momento debían conformarse con la fría. Pero al fin de cuentas era verano, no podía quejarse y se dio un baño que lo refresco por completo. Hacía tiempo que no recibía tan buen baño como aquel, por lo que permaneció largos minutos dentro de la ducha. Luego de un cambio de ropa rápido procedió a sentarse en el sofá junto a Gerard.

— No tenemos agua caliente —murmuró Frank después de unos minutos en silencio, en un vago intento de iniciar una conversación.

— Me maravilla lo que has descubierto —contestó con desgano evidente en su voz. Su vista estaba pegada a la pantalla del viejo televisor.

Frank decidió ignorar su sarcasmo y en cambio se acercó para besarlo, pero Gerard fue arisco a su muestra de cariño y se alejó de su toque.

— No, no tengo ganas.

Frank le miró ceñudo. Usualmente era Gerard quien comenzaba con el toqueteo y a incentivarlo para tener sexo, así que le extrañó que no quisiera hacerlo esa mañana. Pero no se quejó y regresó a su lugar en silencio.

— Nos quedamos dormidos. Es algo tarde para el desayuno, pero me preguntaba si quieres que prepare algo...

— ¿Qué no ves que estoy viendo la televisión, Frank? Haz lo que quieras, no me importa. Solo guarda silencio.

— ¿Porque eres tan malo conmigo? ¿Qué te he hecho? —ya le estaba hartando esa actitud. Estaba harto de ser tratado como mierda, como si no valiera nada.

Gerard no dijo nada, su vista seguía enfocada en aquel tonto programa de homicidios. Frank tomó el control y apagó la condenada televisión, para gran molestia de Gerard. Ahora sí había logrado llamar su atención.

— ¡¿Qué demonios crees que haces?! ¡Estaba viendo eso!

Intentó quitarle el control de la mano, pero Frank no se lo permitió. Después de un breve momento tratando de recuperarlo en vano, Gerard le miró con una mueca molesta que hubiera espantado a los peores demonios.

— No me ignores cuando te habló. Ya no eres un niño, Gerard. Eres casi un adulto, actúa como tal —su punto era sencillo, el problema estaba en que el otro lo acatase. Aunque esperar algo de Gerard era igual que esperar que todos sus problemas se solucionarán por arte de magia.

— Eres increíble.

El chico pálido abandonó el sofá de manera dramática y comenzó a caminar hacía la puerta.

— ¿Adónde coño vas ahora? —exigió saber Frank, con tono demandante.

— A dar un paseo, caminar, no lo sé. Cualquier sitio que me lleve lejos de ti.

— Gerard, no... ¡Gerard! ¡Vuelve aquí!

Pero no importaba cuántas veces lo llamaba, el otro simplemente no lo escuchaba. Cerró la puerta tras sus espaldas con un fuerte portazo, dejando a Frank con la palabra en la boca.

— ¡Mierda!

Efectivamente, mierda. Se dejó caer en el sofá. Las peleas entre ambos no hacían más que aumentar desde que se establecieron en aquel complejo de apartamentos, todo lo contrario a lo que había deseado. Al comienzo, había pensado que Gerard solo necesitaba su propio espacio para evitar sentirse sofocado con la situación. El mismo Frank también lo había necesitado en su momento, pero aquello ya era el colmo. Era ridículo.

i brought you my love, you brought me your blood ↠ frerard Donde viven las historias. Descúbrelo ahora