CAPITULO 7

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-Sabes que a veces me cuesta y mucho expresar lo que siento, pero... -Levanté su mentón. -No dudes por un minuto, que te amo. -Besé la punta de su nariz. -Eres la primera persona que logra que lo sienta. -Su cara se iluminó brotando en forma caudalosa las lágrimas de sus ojos. -No, Kellin, rayos ¿Ves? Siempre logro hacerte llorar, soy un completo imbécil.

-Es de felicidad. -Me respondió. -Necesitaba escuchártelo decir. -Levantó su cabeza y esta vez fue él quien me beso, con una pasión que desconocía por completo.-

Hoy Mike cumpliría  19 años, por lo cual se desarrollaría una gran fiesta donde, empleados, amigos, la prensa y un sin número de personas desconocidas se harían presentes.

Pase a buscarlos, Emily, Kellin y los cuatro chiquillos. Todavía no he dicho sus nombres, espero que al leer esto sepan disculpar mi falta de memoria. Otra vez adelantando la historia y es que el mantener el suspenso, me cuesta demasiado. Santiago el mayor de 10 años, Max de 7 y los gemelos de 4 años, David y Milton, hasta el día de hoy solo su madre es capaz de distinguir cual es cual. La casa parecía arrasada por un huracán, la ropa de los pequeños regada por el suelo. Kellin, trataba de sostener a Santi quien corría de un lado a otro gritando No quiero ir, no voy a ir, Emily, tenía puesto un vestido que la hacía ver esplendida.

-¡Santiago! -Gritó. -¡Te cambias ya!

-Pero mamá.

-No me obligues a quitarte tu videojuego. -El pequeño enseguida corrió a ponerse ropa limpia.-

-Buenas noches. -Les dije entrando con algunas cosas para la casa.-

-Hola Vic. -Dijeron los dos hermanos al mismo tiempo. -Les traje algunas cosas de comer, y no Emily, no es ninguna molestia no te preocupes.

-Gracias Vic, ahora voy con los gemelos. -Dijo Emily subiendo por las escaleras.-

Tengo que decir que mi relación con ella mejoró bastante, Kellin era feliz conmigo, razón por la cual terminó por aceptarme, y enserio agradecia que Emily me aceptara, pues no era nada grato saber que la unica hermana de mi pequeño novio me odiara. 

Al llegar a casa, mis padres y amigos nos recibieron con mucha emoción.

-¿Como estas Kellin? Hacía mucho que no te veía. -Dijo mi madre abrazándolo con cariño.-

- Wow mamá soy yo quien cumple años. -Dijo mi hermano.-

-Hay mi chiquito, discúlpame feliz cumpleaños bebé.

-¿Y ella es?- Preguntó Mike.-

-Emily, mi hermana. -Sonrio pequeño el pelinegro. -Ah, y feliz cumpleaños Mike. -Se abrazaron.-

Se saludaron con Emily y en un segundo, desaparecieron de mis ojos. Ella hasta el día de hoy, sigue siendo una mujer sumamente bella, creo que mi hermano cayó rendido desde el primer momento. 

Todos bailaban, reían, comían, mucho ruido, mucha gente. Kellin no tardo en encontrar su pequeño refugio, un salón donde varios niños, incluidos sus sobrinos jugaban. Lo vieron, se abalanzaron sobre él. Lo dejé allí. Perdiéndome de sus ojos, perdiéndome de mi, de absolutamente todo. 

El alcohol, junto con mis propios temores, me llevó a cometer un error del cual hasta el día de hoy no termino de arrepentirme. Pensé que no lo notaría, Pensé que podía engañarlo. Me equivoque.

La reunión terminó ya de madrugada. Kellin estaba extrañamente callado, no emitió palabra desde que salimos. Íbamos en el asiento trasero del auto que manejaba nuestro chofer. Tome su mano, su tristeza comenzó a incomodarme interiormente, temía que me hubiese visto, pero eso era imposible, no pudo haberme visto. 

Suspiro mirando por la ventana quitando su mano en seco.

-Me pregunto si serías tan tonto de destruir, lo que tenemos solo por una simple ¿Calentura?

- No te entiendo ¿De que hablas? -Fingí no saber nada.-

- ¿No sabes? -Me miro y levanto una ceja a modo de burla. -Te vi Vic. -Me miró. -Cuando desapareciste con esa tipa.

-Oh, era eso, Kellin por favor solo charlábamos, no imagines cosas que no son.

-Se que mientes.

-No lo hago. -Movió su cabeza en un gesto negativo.-

-Podrías comportarte como un hombre una sola vez en tu vida, si es que no pido mucho, es algo simple.

Perdí los estribos ¿Como se atrevía a decirme que no era un hombre? Supongo que sus últimas palabras hirieron mi orgullo, el cual, aun sigue siendo grande, tanto como el amor, que ese ser demostró siempre hacía mi persona. Él me hacia infinitamente feliz, seria estúpido de mi parte, arruinar todo, destruir en un segundo lo que tanto me costó, pero así era yo, no podía cambiar tanto de la noche a la mañana, volverme, bueno, como se dice, lo amaba no tenía ninguna duda de aquello, pero por algún extraño motivo, terminaba siempre por lastimarlo cuando él, mi dulce Kellin, no hacía más que regalarme sus tiernos besos, sus sonrisas que eran una especie de droga a la cual me hice adicto, y más que nada su tiempo que era sumamente valioso, podría tan solo desterrarme para siempre de su lado y disfrutar de cada segundo que le era regalado, pero, no. Ahí estaba él desperdiciando sus días derramando una y otra vez lagrimas por mi causa. 

Hoy paso noches hablando de él, preguntándome si donde esta me verá ¿Estará orgulloso de mí? ¿Cuánto tiempo más tendré que esperar, para estrecharlo de nuevo? 

Los recuerdos calientan mi interior, me animan a seguir pero a veces me siento tan abatido, que solo Dios sabe como llego al día siguiente, él supongo es lo que me da fuerzas siempre lo hizo, el tiempo que tuve la dicha de tenerlo para mí, porque no habría de hacerlo ahora también, cuando más lo necesito.

-¿¡Cuál es el maldito problema!? -Le grité. -¿Quieres saberlo?-No respondio. -Bien, si me acosté con Daniell, ese es su nombre ¿¡Feliz!? -Grité más fuerte.-

-No. -Me respondió con la voz quebrada. -No estoy feliz con eso, ni con nada de lo que hagas. 

-Somos adultos Kellin, ya deja de llorar como una magdalena por todo, fue por diversión, solo eso.

-Me bajo acá. -Murmuro con un hilo de voz, el chófer detuvo su marcha. Se bajó caminando con rapidez. -Ruego, que no tengas que arrepentirte algún día por esto.

-¡Tú te vas arrepentir! -Le grité nuevamente, sin importarme el estado en el que se encontraba, destruido, con la vista clavada en el suelo derramando un sin número de lagrimas con mi nombre gravado en ellas.-

 No me miró, no me respondió, solo siguió caminando hasta perderse por completo en medio de la noche. 

-Ruego que no tengas que arrepentirte algún día por esto. -Sus proféticas palabras retumban en mi cabeza.-

Mi Único Amor [Kellic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora