CAPITULO 14

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Él no está, es verdad, pero este lugar esta tan lleno de vida, cada rincón tiene algo de él, algo que me dejo. Sus últimos meses, días, horas me los dedico a mi y eso es algo que no pudo dejar de agradecerle. Me llenaba, me complementaba, esa es la palabra justa. Lo extraño, con el paso de los años, este sentimiento se niega a desaparecer, a perderse en el olvido, veo con felicidad como todos han encontrado su camino, mientras mis noches continúan vacías.

De día uno lo pude sobrellevar, la luz del sol, mis actividades, de noche la soledad me encuentra divagando, perdido entre mis recuerdos, confundiendo la realidad con mis sueños; a veces todo se transforma y vuelvo a tener tan solo 20 años, miró a mi alrededor y mi estrellita me dibuja un te amo. Que me devuelve un poco la tranquilidad, quiero abrazarlo, besarlo, mas su figura se desvanece en el aire. Quedo pensativo y triste entonces, dudando cual es la realidad; esta donde él no esta o aquella donde sus ojitos me miran llenos de brillo.

-Espera. -Alcanzó a decir con sus mejillas ardiendo.-

-Me gusta. -Dijo mirando todo con ojos infantiles.-

-Eso es lo que quería. -Le di un fugaz beso en la nariz.-

-¿Sabías que te amo? -Dijo tomando mi cara, para que viera directamente a sus ojitos inundados de lagrimas.-

-No, pero tenía algunas sospechas. -Envolví su cintura con mis brazos.-

No era difícil para él emocionarse ante cada detalle, cada sorpresa que la vida le regalaba; disfrutaba de todo al máximo, no se guardaba ningún sentimiento, quizás conocía perfectamente todo lo que se nos avecinaba.

Pasó sus manos sobre mi cuello, colocándose en puntitas de pie, suspiró dejándome sentir su cálido aliento en la cara y cerró sus ojos. Lo miré unos segundos mientras esperaba que colisione sus labios, hasta el día de hoy no he visto imagen más tierna; se estaba empezando a exasperar por que no le daba lo que quería. Choque su nariz con la mía para finalmente besarlo.

-Hermoso. -Lo solté. -Tus remedios. -Miré la hora y salí en busca de la pastilla que le correspondía.-

-Vic. -Hizo un puchero. -Me tienen harto todas esas pastillas, al fin y al cabo que no me sirven para nada, no la voy a tomar. -Se cruzo de brazos.-

-Kell, por favor. 

-Tiene mal sabor, me canso.

-Por favor. -Traté de poner mi mayor carita de pena.-

-Esto es chantaje. -Dijo tomando el vaso y su pastilla.-

-Pero funciona. -Espere que terminara y le di su recompensa.-

Nos acomodamos en uno de los varios sillones que hay en la sala, debíamos esperar a Emily que vendría con los pequeños en cualquier momento. Me Senté colocando mis piernas al otro extremo del sillón, en medio de ellas se recostó Kellin, apoyando su espalda sobre mi pecho, de modo que nuestras caras quedaron prácticamente pegadas, puse mi mano sobre su pecho y él sobre las mías, me gustaba tener mis manos allí, sentir sus suaves latidos, me daba seguridad, quería sentirlo a cada momento, verificar que seguía funcionando. 

El silencio nos invadió, él acariciaba mis manos, mientras yo esparcía pequeños besos por sus mejillas. Le gustaba tanto que hiciera eso, a veces se quedaba quietito, yo pensando que se había dormido me disponía dejarlo para que lo hiciera con tranquilidad. Él solo tomaba mi cara y la apretaba de nuevo sobre la suya. Dejó caer las manos a los costados, especulé que se había dormido, metí las mías bajo su camisa, pensando que no lo notaría.

Ardía en deseos por él, su anatomía o muchas partes de él me eran absolutamente desconocidas, en casi 8 meses de relación, peleas de por medio, jamás llegamos mas allá de unas inocentes caricias, no porque él no quisiera, era yo el que tenía algo de temor, como no hacerlo si cualquier mínima alteración que sufría mi angelito y el aire comenzaba a faltare; si corría, se asustaba, incluso reír durante un rato le provocaba que comienza a respirar en forma agitada.

Quería sentir su piel junto a la mía, recorrerla, acariciarla y besarla como a nadie, dejar las huellas de mis manos en aquel templo sagrado y perfecto del cual me hice devoto; su cuerpo. Así que aproveche, al tomar contacto mis manos con la tibia piel de su abdomen se estremeció. Giró su cuerpo, quedando su cara frente a la mía.

Mi Único Amor [Kellic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora