1.- Nigeria

353 31 6
                                    


-Por favor abróchense los cinturones, el vuelo número 301 rumbo Lagos despegará en 5 minutos... Please fasten you...

Son las 19:23 y es la segunda vez que la azafata repite sus lineas finamente memorizadas, es una muchacha menuda de unos cuantos años mas joven que yo; repite una vez su monólogo en un idioma desconocido el cual supongo es el ancestral por que tengo entendido que su lengua oficial es ingles aunque su acento es diferente.

La espera se hace cada vez mas cansada no solo para mi sino para los 19 médicos que me acompañan; claro, esperar no es ningún problema -no cuando tienes el tiempo suficiente para verte una temporada entera de Supernatural-, si no cuando te esperan 20 horas de vuelo con escala en quién sabe donde hasta el aeropuerto Murtala Muhammed en Nigeria.

A mi izquierda se encuentra una de las razones por las que soportaría los 3 meses de voluntariado, mi mejor y único amigo; muchas dirían que él es la cara del Hospital Universitario de Seattle, yo diría que es el cuerpo -y que buen cuerpo- y no es solo por que daría la vida por él -así de importante es para mi- sino por que es realmente guapo, Narciso y Miguel Ángel no podrían llenar sus zapatos; sus cabellos caen como cascadas rubias sobre su frente y sus ojos verdes hacen la combinación más perfectas de colores; pero mi admiración por él iba más allá que eso; fue el primer amigo que hice en la universidad y único al que realmente puedo llamar así; al resto los considero como compañeros o colegas; aún recuerdo aquél fatídico día, el día en que lo conocí.

Era mi primer día de clases y estaba totalmente perdida por las malas indicaciones de la secretaria que seguramente lleva laborando aquí desde que pusieron la primera de la universidad.

Era una viejecita de las exasperante; su cara arrugada llegaba guindando casi hasta el escritorio, la verruga en su frente se movía asquerosamente cada que hablaba y su bigote le daba un aire mas masculino que los conserjes.

Caminar en círculos no ayudaba a nada así que le pedí una mejor ruta a un joven que venía en dirección opuesta a mi; llevaba una capucha oscura que cubría su rostro, era muy alto para ser de primero y parecía algo apurado pero me dio las indicaciones amablemente.

-Gira a izquierda después de llegar a la sala de profesores y luego a la derecha por el árbol hasta el departamento de computo; tercer piso, puerta azul.

Al final la dirección que me dio era la de los baños, «Maldito» y llegué tarde a la primera materia en mi primer año como estudiante de medicina lo que hizo que el doctor Jenkins -mi profesor de anatomía que tenia el mal gusto de escupir cuando habla- me sentara en la primera fila; 2 semanas después volví a ver al joven de la capucha y desde ahí en adelante es historia.

Él también era estudiante de primer año, estaba igual de perdido que yo y tenía problemas con la matrícula; tomamos algunas clases juntos antes de escoger la especialidad; él tomo psicología y yo pediatría.

Pasábamos los recesos burlándonos de la secretaria dinosaurio -seguramente ella registro la acta de nacimiento de Jesús- suena feo burlarse de una anciana pero créanme ella nos odiaba más; también de su acento europeo del que no entendía ni madres -él es ingles- sin embargo nunca olvidé que por su culpa tuviera que usar un impermeable en anatomía.

Desde entonces siempre estaba furiosa con él (por lo menos cuando recordaba mis clases con el profesor babas) pero supo sacarme siempre una sonrisa; cosa que odiaba que lo logrará con tal facilidad; lo llevo conociendo unos muy caóticos 11 años y nunca a estado lejos de mi cuando más me hacia falta, incluyendo cuando papá tuvo un ataque al corazón, lo que causó la muerte hace 3 años.

El Capitán & YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora