3.- Lo Inesperado No Es Bueno

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Murmuros quedos y flashes dispares entorpecen mi mente; había tratado antes a personas en el mismo o peor estado que el de él, pero nunca a nadie en estás condiciones.

—¡¡¡Cállense!!! ¡¡¡Mierda, hagan silencio!!!

El primero en reaccionar fue el doctor Williams, tomo mando de la situación cuan capitán se tratase llegando como un fantasma luego de su llamada. Con una voz que aparecía mas de furia que de desesperación apartó al gentío que deseaba una mejor vista del moribundo joven apunta de empujones y gritos.

Nunca iba a dejar de sorprende su innato liderazgo y su rápido actuar; yo por lo tanto constaba con la suerte de tenerlo de guía; aunque no era de los que insultaban, tenía su carácter; en resumen, él era un pan de Dios, la mayor parte del tiempo, mucho más útil que muchos jóvenes a su edad y eso me incluía...

«¡¡¡Mueve tu estúpido trasero!!!»

Una voz en lo más profundo de subconsciente me alertó; era parecida a la mía, solo que esta tenia... seguridad, a demás, tenía razón, no era el momento de estar perdiendo el tiempo como una idiota, si tuviera mejores reflejos me hubiera cacheteado a mi misma, así que apreté lo más fuerte que pude las manos hasta clavarme las uñas.

Eso bastó para poner todos mis sentidos a funcionar de nuevo, como si hubieran presionado el botón de encendido y mi cuerpo actuaba como una máquina recién engrasada. Me abrí paso entre los curiosos hasta terminar arrodillada a la derecha de la madre.

—Cálmese señora, él estará bien. —Volvió la mirada hasta toparse con la mía, lucia desesperada e incrédula, muy diferente a aquella mujer de minutos atrás.

—¡¡¡Todos, levanten esa cosa con cuidado y llamen a una ambulancia!!!. —Al parecer había hablado en alguna lengua muerta por que todos me veían incómodos y tenían plasmado un signo de interrogación en la frente. —¡¡¡Ahora!!! —Rápidamente 3 hombres robustos se encontraban con las manos en el vehículo haciendo presión.

Aunque quisiera hacer de todo para salvarlo, solo contaba con el botiquín básico que cargaba en mi mochila y apuesto que el resto del equipo médico estaba igual, todos los utensilios y medicinas llegarían mañana en un avión de carga militar.

—Pupilas normales, presión 100/60, pulso 58 —El Dc. Williams había llegado para salvar mi vida y posiblemente la joven vida tendida en el suelo, me cuestionaba si debía dejárselo a él, después de todo él es el jefe, pero su respuesta fue obvio cuando comenzó a darle oxígeno con una pequeña bomba manual que llevaba consigo; obviamente él estaba mejor preparado que yo. Sabía que era mi decisión, me miraba igual que cuando realicé mi primera cirugía.

Esos ojos de «Tú puedes»... Cuánto los odiaba, solo recalcaba lo que más odiaba de mi, mí cobardía.

Arranqué el bolso de mi hombro y saqué precipitadamente mi kit de emergencias y me puse un par de guantes sépticos y tantee la herida en su cadera y cintura derecha lo mas probable es que se estuviera hemorragia interna.

Arranqué al herido de los protectores brazos de su madre, alude su cuello y lo recosté en caliente suelo donde Thomas había extendido su costoso cardigam.

—Se desangra Thomas, se desangra. —balbuceé atropelladamente mientras presionaba la herida. —Necesito encontrar la vena.

Subí sus piernas sobre la canasta de las aves que la señora tenía y arrope el pecho con una de mis camisa de lana que llevaba en el bolso.

Las manos me temblaban, no sabía que hacer, de la desesperación tocaba mi cara dejando marcas de sangre fresca en ellas.

Pero tenía que hacer, lo que tenía que hacer.

El Capitán & YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora