—Eh... Yo... Este...De seguro esas fueron las tres palabras seguidas más tonta que dicho, y eso que soy buena alumna; pero de verdad no se me ocurría nada. Miré a Thomas en busca de una ayuda divina, el sabría que debia decir para no herir a Nayir, siempre tiene las respuestas correctas; bajo esa loca cabellera tiene un brillante cerebro...
—No hay necesidad que ella vaya, Nayir; lo peor ya pasó. —Intervino el rubio.
Ya habían subido a Mayala a la ambulancia y sólo quedaba que ella también lo hiciera. Una mujer robusta y alta enfundada en su traje de policía cuestionaba a desconocidos testigos del accidente y una pareja de reporteros locales acosaba al Doc para que les dieran cada detalle de lo sucedido.
A pesar de la desgracia ocurrida y en la situación que se dio, lo peor ya habia pasado; el síndrome de aplastamiento no es viable por el poco tiempo que estuvo bajo el auto y mientras controlen su vital y actúen rápido no correría problema alguno.
Al ver mi reacción, la pobre madre se resigno; entendía que su hijo era lo primero y que debería desperdiciar valioso tiempo. Sin embargo, ahora la herida era yo; acaba de rechazarla y me sentía la peor basura humana o por lo menos de este lado del mundo.
Me retire los guantes ensangrentados y lave mis manos con lo ultimo que me quedaba en la botella.
Realmente no veía necesaria mas mi ayuda, estar dentro de un hospital lleno de doctores era mucho mejor que ser atendido solo por una en medio de la calle pero... Quiero ayudarla, ahora se trata de ella y si necesita mi ayuda, se la daré encantada.
—Awrshhh... —Solté un suspiro ronco y me levanté patoja de la acera, entonces alguien me sostuvo la mano rápidamente.
—¿A donde vas? El chico está bien, lo sabes; no dejarte hacer estupideces es una de mis mantras; hay prioridades Annie.
—Exacto Thommy, hay prioridades. —Sin detenerme a verlo solté su mano y recogí mi bolso e implementos médicos que había regado en el apuro. —Dile al Doc que lo siento, me iré primero; aceptaré cualquier castigo, se que me matará pero necesito hacerlo.
Una mano grande y blanca que conocía demasiado bien recogió la jeringa y la introdujo en mi bolso dentro del kit de primeros auxilios.
—Dejame ir contigo por lo menos; tengo miedo que andes sola por allí. —Se había rendido rápido, propio de Thomas; rara vez se oponía a una decisión que ya había tomado y aunque me moría de las ganas de decirle que sí, con una oveja descarriada era suficiente.
—¿Sabes que no puedo dormir sin una ventana a lado, verdad? Ve y asegurate que no me dejen la peor cama. —Pose mi mano sobre la suya de muy dispar al tamaño de la suya al terminar de recoger todo y me concentré en sus ojos verdes aceituna. —Puedo cuidarme sola, lo he hecho bien estos años ¿verdad? —codeé su costado izquierdo divertidamente—, lo tengo todo planeado; le pediré un aventon a los militares cuando lleven los equipos al aeropuerto en la mañana; te encargo mis cosas —apreté con fuerza su mano para luego soltarla, esa era mi estúpida manera de consolarlo.
Suspiró pesadamente y me miró con esos bellos ojos mas húmedos que antes; ese tipo de mirada que me hacia sentir como esos abuelos cascarrabias que le dicen a su nieto de 5 años que Papá Noel no existe según para endurecerlo.
—Por favor, regresa completa. —Jaló mi mano hasta pegar mi cuerpo al suyo en un abrazo cálido y melancólico. —Es una orden.
Quise terminar su linea con alguna clase de comentario sarcástico y jocoso como "ya te llevo la menstruación" ó "copiando líneas de un drama coreano" pero sabía que el era sincero, sabía que su preocupación era válida y se lo agradecería eternamente.

ESTÁS LEYENDO
El Capitán & Yo
AcakChris es un joven soldado que vive la vida al 100%; su fuerte convicción de lo correcto y sus años dedicados al entrenamientos militar lo hacen digno de alabanzas pero su personalidad fuerte, jocosa y despreocupada le provoca un dolor dolor de trase...