Prólogo

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El cielo está extrañamente exquisito, tan alto, tan lejos, tan ajenos a mi manos, una persona allá arriba mi ama o me juega una broma, crear esas tonalidades de colores no puede ser real incluso debería ser ilegal; poner este escenario justo en esté momento; las nubes rosas acarician a las naranjas y ellas susurran cálidos murmullos en mis oídos.

El pasto está extrañamente exquisito junto con el cielo que forman un limite infinito, quisiera pasar esa línea, quisiera pasarla junto a él y por alguna rara coincidencia el también quiere pasarla conmigo.

Hace frió... mucho frió... y tengo unas grandes ganas de llorar y de pronto unos ojos estorban en mi paisaje divinamente coreografiado... esos ojos son grises, un gris profundo, uno que le lleva a lo desconocido y no tengo las mínimas ganas de rechazarlo, quiero lanzarme en ellos.

Bajo esos ojos había unos labios, carnosos e insufribles; susurran algo, su aliento crea sensaciones en lo más profundo de mi piel y hala membranas de sentimientos; tengo responder algo, sé eso pero no se que pregunta, quisiera responder.

Una mano baja por mi brazo hasta llegar a mi mano con una necesidad asfixiante, manos fuertes y a la ves tan delicadas cuyos dedos se enredan lentamente con los míos; quisiera esta mano, quisiera que ella no me soltara nunca y poder tocarla todos los días.

—Eso es un sí? —Pregunta después de un millón de años, o por lo menos son los años con los que quisiera pasar así, luego el paisaje se empaña; el cielo, el pasto, los labios y la mano; todo desaparece y se vuelven inútiles y feos; menos los ojos, ellos aún me ven, nunca dejaron de verme y espero que nunca se detengan.

—Sí...

El Capitán & YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora