Era un sábado por la noche. Christina se hallaba en su cama durmiendo profundamente. Tan profundamente que no se dio cuenta de que ya no estaba sola, en su habitación.
-¿Esta es?- preguntó una voz-.No es nada del otro mundo, la verdad.
-Cállate, Inma -la regañó un hombre detrás suya-.La despertarás.
-No hay por qué preocuparse, Tommas- susurró Imma-.Está profundamente dormida.
-Mejor no forcemos las cosas- dijo una tercera voz-.Puede despertarse si escucha mucho ruido.
-John tiene razón. Encontremos el collar cuanto antes- sugirió Tom-.Cuanto antes lo encontremos antes nos podremos ir.
-Vosotros siempre tan alegres... ¿Por dónde empezamos?
-Aquí el experto es él... -dijo Tom, refieriendose a John.
-Como si me hubiera fijado en ello... No sé... Mirad en sus joyeros. Ese rojo es su favorito.
Los tres se pusieron a mirar en los joyeros de la joven, pero John se acercó a la cama de Cristina. Y allí se sentó. Parecía observar algo con firmeza.
-¡Jonathan!- le reprendió Im, llamándole por su nombre completo-.¿Qué crees que estás haciendo? Deberías estar buscando el colgante, en vez de quedarte embobado mirándola.
-¡No la estaba mirando!- se defendió- Estaba mirando el collar. No. No es el que buscamos- añadió cuando vio la cara de sus compañeros-. Es uno que le regalé hace un año. Y aún lo tiene...
-Genial- comentó Im con sarcasmo-. Se nos puso sentimental.
-Solamente caí en la cuenta de que ella aún lo conservaba- dijo señalando una cadena de la cual pendía una diminuta calavera dorada-.
-¡Callaros ya!- exclamó Tom, sin pensar en el volumen de su voz-. Vais a conseguir que se despier...
Ya era demasiado tarde, Chris había entreabierto los ojos.
-¿John?- fue lo único que consiguió pronunciar antes de que sus visitantes se desvanecieran y ella quedara dormida de nuevo.
-He vuelto a soñar con John- fue lo primero que salió de la boca de Cristina cuando vio a su mejor amiga, Alexandra.
-Chris- susurró ella-. Tienes que aceptarlo- dijo con suavidad-. John... John falleció hace unos meses. Falleció y no va a volver. Es hora de pasar página.
-Ya lo sé, Alexa. No me había vuelto a pasar hasta anoche. Pero lo de anoche...- se le entrecortó la voz-. Lo de anoche fue muy real. Casi podía sentir su cuerpo junto al mío... Era tan real...
Alexa se acercó para abrazar a su amiga.
Tenían el cabello casi del mismo color, el de Alexa era negro como el carbón y mucho más corto, pero Chris tenía el pelo castaño oscuro, tirando a negro y largo. Tenían una estatura parecida, Alexa era un poco más alta. En lo que se diferenciaban eran los ojos. Los de Cris, grises; y los de Alexa, verdes.
Por fuera eran bastante parecidas, pero la gran diferencia estaba en su interior. Chris era, dentro de lo que cabe, buena estudiante, al igual que Alexa. Los puntos débiles de Chris era Geología y Física y Química, aunque se debía sobretodo a la falta de estudio y su vagueza. Y los puntos débiles de Alexandra eran Matemáticas y E. F. Christina era una persona muy vaga, aunque estaba apuntada a un curso de triatlón y le gustaba salir con la bicicleta, pero cuando quedaba con sus amigas, le gustaba sentarse a estar con el móvil y era muy vaga para ponerse a estudiar, por lo que tardaba mucho. Alexa no practicaba ningún deporte y era bastante mala, pero le gustaba quedar para dar una vuelta, no quedarse sentada. Alexa siempre ha sido la más romántica de las dos hasta que llegó John a Chris.
Esta se enamoró perdidamente de él y le quitó el puesto a Alexa. Se enviaban cartas cada semana, además de hablar por whatsapp y en persona. Eran tal para cual, estaban enamorados hasta llegar a un punto que resultaba pastoso. Pero todo cambió una noche de febrero.
John estaba conduciendo de vuelta a su casa desde el centro comercial. Esa noche llovió mucho. Perdió el control del coche y se chocó contra otro. El único fallecido fue él. Murió al instante. Los del coche contrario sufrieron varias heridas graves, pero al cabo de dos meses parecía como si nada les hubiera sucedido.
Durante un mes, cada noche Chris soñaba que todo era un mal sueño. Que aquella noche nunca sucedió. Que John volvía a estar abrazándola tumbados en su cama. Que él volvía a ella.
-Vamos- susurró Chris-. Lo mejor es que vayamos ya a clase. No queremos llegar tarde, eh.
Pues entraron a su clase de color morado (color extraño para una clase) y se dirigieron a sus respectivas mesas, una detrás de la otra.
-Buenos días señoritas Alexandra y Christina-les saludó su profesor cuando entraron-.Y yo que pensaba que hoy no contaríamos con su magnífica presencia.
-Señor López -respondió a su vez Alexandra-. Ya le he dicho que me llame Alexa -dijo sonríendo al profesor.
El "señor" en cuestión tenía veintinueve, o veintiocho años. Era bastante atractivo; ojos marrones bastante claros que enamoran; pelo un poco largo, pero no llegaba ni su barbilla, de color negro con reflejos, al sol, castaños; y una buena, por no decir buenísima, complexión física. Todo eso hacía que sus alumnas no quitaran la vista de él.
-Lo sé, señorita Alexandra- respondió este-. Pero prefiero llamarles por su nombre, no por una abreviatura -dijo sonriendo.
A esto, Alexa no se pudo negar. No con esa sonrisa, que derritiría la Antartida, según la opinión de las jóvenes de ese aula.
-Como nuestras queridas compañeras nos han querido honrar con su presencia- al oír esto Alexa se sonrojó- continuemos por donde lo dejamos la semana pasada.
Y así empezaron con filósofos de épocas antiguas y sus pensamientos más extraños e incomprensibles. La verdad es que esa clase era, para Chris, muy aburrida, porque era la única de su curso que no estaba colada por Carlos, el profesor de filosofía. Incluso estuvo a punto de dormirse varias veces, de no ser porque su amiga le daba golpecitos con el boli.
Estaba a punto de caer rendida, cuando le pareció ver algo en la ventana... "No. No puede ser él" pensó. Pero cuando volvió a mirar, ya no había nadie. Pero ella juraría que había visto a alguien...
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Ángeles contra demonios
Novela Juvenil"-¿John? -preguntó Chris pero ya no estaba allí .En su lugar había otro chico. Un poco más alto que John, rozando el metro ochenta. Tenía el pelo rubio ceniza, un poco largo, pero no lo suficiente como para que le llegara al cuello. Sus ojos eran gr...